lunes, 1 de marzo de 2010

Infiltración Mundial 3ª Parte.

INCURSIONES FUERA DE LA URSS

Los fraudes colosales, las catástrofes económicas del sistema marxista (Intrínsicamente hecho para dominar y no para dar bienestar) sólo pueden sostenerse gracias al diabólico (satánico) aparato de acecho, de infiltración y de represión que el propio marxismo lleva consigo, y que se halla en manos de un grupo no-ruso, afín ciento por ciento con el grupo igualmente no-ruso que ideo el marxismo.

Ese aparato, inicialmente conocido con las siglas CHEKA (después llamado GPU y NKVD) incluye una Sección Extranjera (INO) para operar fuera de la URSS.

Dicha sección empieza por controlar a las propias embajadas soviéticas. Agentes no identificados, que pueden ser el agregado militar, un empleado o incluso el chofer, vigilan la marcha de la propia embajada. Otros agentes de la INO en él extranjero organizan la infiltración que mine a los demás países, ya que la llamada Revolución Rusa no se circunscribe a sus fronteras, pues tiene por ámbito lo que Marx llamó la "Revolución Mundial”.

Durante los primeros años los astutos jefes chekistas Dzierzhinski, Kiakovsky y Renucci (conocido como Artuzov), no-rusos, montaron de cuarenta a cincuenta redes para envolver a la oposición rusa que actuaba en el extranjero. Millón y medio de rusos no comunistas habían conseguido emigrar a la Europa occidental antes de que la Cor_

(I) Stalin el Terrible.-Suzanne Labin.

tina de Hierro cerrara herméticamente las enormes fronteras de Rusia. Naturalmente la mayoría pugnaba por rescatar a su país.

Entre los emigrados se hallaba el ruso Savinkov, que había sido eminente revolucionario, pero que luego atacó a la dictadura roja porque no daba la libertad ni la prosperidad que tanto prometiera. El movimiento de Savinkov crecía fuera y dentro de la URSS.

La CHEKA creó entonces un brazo de aparente oposición, llamado "trust", que enviaba "correos" a Europa occidental y hablaba de grupos de oposición dentro de la URSS. Savinkov fue invitado a regresar a Rusia para dirigir un levantamiento. En la tarea de convencimiento participó su secretario particular, Dickhoff Daehrenthal y la esposa de éste, que coqueteaba con Savinkov.

Vencidos sus recelos, Dzierzhinski, regresó a la URSS "protegido" por falsos miembros de la "oposición". Una vez dentro del país {ue capturado y llevado a la presencia de Dziorhinski, jefe no-ruso de la GPU. Dzierzhinsky le explicó a Savinkov que estaba irremisiblemente perdido, pero que podía salvarse si admitía que se había equivocado, que el régimen marxista se hallaba en lo justo y que su regreso había tenido por objeto sincerarse públicamente. Savinkov creyó que ese era en efecto su único recurso para salvar la vida e incluso para lograr eventualmente volver a la lucha, y firmó su retractación pública. Esto fue un golpe terrible para la auténtica oposición.

Pero Dzierzhinsky no cumplió su promesa y Savinkov murió siete meses después. Según una versión, se arrojó de un cuarto piso; según otra, lo ahorcaron en la prisión y luego lo arrojaron por una ventana. El hecho fue que no se permitió a nadie ver su cadáver.

El secretario Dickhoff Daehrenthal y su muier, no-rusos, que se habían fingido partidarios y servidores de Savinkov y que lo habían alentado a regresar a la URSS, se quedaron sirviendo al régimen comunista. Ambos cumplieron hábilmente su misión de infiltrados cerca de Savinkov.

Otro caso notable fue el de Sydney Reilly, nacido en Rusia y nacionalizado inglés. Conocía a fondo la doctrina marxista concebida por sutiles cerebros no-rusos, no-alemanes, y conocía también a fondo a los revolucionarios no-rusos que acababan de implantar el comunismo en la URSS. Reilly estaba al tanto de esa maquinación y negaba a cooperar con ella. Por el contrario, se convirtió en uno de los más entusiastas agentes de la oposición antibolchevique en la Europa Occidental.

Reilly decía: "Los alemanes son seres humanos. Podemos permitirnos incluso ser batidos por ellos, mientras que aquí. . . está llegando a la madurez el enemigo máximo del género humano. Si la civilización no se apresura á aplastar este monstruo mientras aún queda tiempo, el monstruo acabará devorando a la civilización. . . Hay que extirpar, al precio que sea, esta indecencia nacida en Rusia. . . Sólo existe un enemigo. La humanidad debe unirse en santa alianza contra este terror de medianoche". (II)

En sus correrías anticomunistas por Europa, Reilly hizo contacto con agentes comunistas infiltrados como anticomunistas. Después de una serie de éxitos iniciales, calculados para hacerlo tomar confianza, Reilly se internó en la URSS a fin de realizar más amplios trabajos de insurrección, pero fue inmediatamente detenido, atormentado y liquidado.

Los rusos blancos que habían emigrado de Rusia eran una amenaza para el régimen de Moscú. Por sí mismos (millón y medio) constituían una fuerza, pero además daban aliento a la oposición interna.

El general Wrangel, del antiguo ejército ruso, residía en Bruselas y dirigía la formación de escuelas militares pera los exiliados. Su principal auxiliar y heredero en el mando de la oposición en el exilio era el general Alexander Paulovich Kutyepov, residente en París.

La infiltración tendía sus redes dentro de los opositores del exilio, "se acercaba hacia los príncipes de la sangre o de la iglesia", dice Geoffrey Bailey, y un día el general Kutyepov fue esperado al salir de misa por uno de sus más allegados colaboradores (que en realidad era infiltrado) y llevado a un sitio donde lo esperaba un automóvil, con un falso policía francés uniformado. Por la fuerza lo introdujeron al automóvil, le aplicaron éter hasta hacerlo dormir, lo trasladaron a la costa francesa envuelto en unos mantas, lo metieron en una lancha y lo subieron al barco soviético "Spariak", que se hallaba ó poca distancia.

(Enero 26 de 1930). La maniobra del embarque fue presenciada por unos aldeanos y la policía pudo así reconstruir casi todas las fases del secuestro. Los agentes de la INO esparcieron versiones infamantes para el general, diciendo que había huido a Sudamérica con los fondos de los anticomunistas. Nunca se volvió a saber la suerte terrible que Kutyepov debe haber sufrido en la URSS.

Como sucesor práctico de Kutyepov (aunque el mando lo tenía un general ya anciano) quedó en París el general Miller, quien desplegó gran actividad para mantener encendida la esperanza de los exiliados anticomunistas.

Los generales rusos en el exilio sabían que no se enfrentaban a un enemigo ruso con los tradicionales métodos de lucha, sino a un nuevo enemigo, no-ruso, que había desplegado métodos de increíble sutileza y sagacidad, Por eso el general Miller tomó precauciones extraordinarias. Los generales rusos habían precisado en cuidadosos análisis que el 25 % de los integrantes del Comité Central del Partido Comunista

( I ) Los Conspíradores. Geoffrey Bailey.

"ruso" no eran rusos, y que su influencia resultaba decisiva; que el 42% de los miembros del Potiiburó tampoco eran rusos y que en sus manos residían las más importantes decisiones; y por último, que todo el personal directivo de la CHEKA y de su heredera la GPU no eran rusos, como tampoco lo eran todos los jefes de la PURKKA, que controlaba al Ejército Rojo.

Entretanto, en Moscú se comisionaba a Mikhail Spiegelglass, no-ruso, para dirigir la cacería del general Miller. Spiegelglass se valió de un infiltrado, del general Skoblin, quien residía en París desde hacía muchos años y militaba en el movimiento militar de los anticomunistas del exilio. ¿Quién podía saber que era infiltrado? ¿Quién podía desconfiar de un antiguo miembro de las fuerzas que combatieron a los comunistas con las armas en la mano? Skoblin había sido anticomunista, pero las penalidades del exilio y las exigencias de su mujer bailarina lo habían hecho perder la fe en e! triunfo y lo habían persuadido de trabajar para Moscú, a cambio de dinero. Un día (septiembre 27 de 1937) el general Skoblin le presentó al general millar un plan para entrevistarse con dos agentes alemanes hitleristas que ofrecían ayuda a los rusos antirrojos...Miller no desconfiaba de su viejo compañero y amigo Skoblin y acudió a la junta, pero de todas maneras dejó en su casa una carta explicando a dónde y con quién iba. Gracias a esto pudo después aclararse todo lo que había pasado.

Los presuntos agentes alemanes eran en realidad agentes soviéticos. Skoblin entregó a su amigo, el general Miller, en manos de Spiegelglass, el no-ruso comisionado por Moscú para dirigir la cacería. Narcotizado, Miller fue llevado en una gran caja hasta el puerto de El Havre y subido al barco soviético "María Ulyanova", que zarpó rápidamente, ya sin terminar de recoger la carga que era el motivo aparente de su viaje.

Al saberse el secuestro del general Miller gracias a su carta, el jefe de policía de El Havre informó a París que había visto llegar una camioneta de la embajada rusa, con una gran caja que fue subida al barco y que éste zarpó rápidamente. Las autoridades francesas pidieron a la embajada rusa que hiciera regresar el barco inmediatamente. Entonces el embajador Potyomin reclamó la ayuda de los comunistas del Gabinete (del Ministro de Justicia Max Rormoy y de Vicent Auriol, futuro presidente de la cuarta república) quienes presionaron a su vez al Premier Daladier para que "en bien de las buenas relaciones" se anulara la petición del regreso inmediato del barco.

A continuación el Ministro de Justicia Max Rormoy le pidió al jefe de policía de El Havre que modificara su informe, pero el jefe no quiso hacerlo y fue a París a dar más datos confirmatorios de que el barco soviético se había llevado al general secuestrado.

Toda la "izquierda" del Gabinete, ya en vísperas del Frente popular pro comunista francés, echó tierra al asunto. El jefe de policía fue cesado, "por abandono de empleo", y se difundió la versión de que tal vez los secuestradores del general fueran los nazis. Poco después fue ahorcado y arrojado al sena el ruso Chimerin, que había conocido detalles del secuestro, y otro que sabía algo comprometedor (Dimitri Navashin) fue muerto en le bosque de Boloña.

Del general Miller no volvió a saberse nunca jamás. Algunos compatriotas suyos supusieron que había sido sometido a torturas infernales para que revelara los secretos de la organización anticomunista, con objeto de bloquearle las ayudas económicas que recibía y lograr su división y disolución.

INFILTRACIÓN DE LAS MENTES.

Los casos de secuestros y asesinatos misteriosos en Occidente, a manos de los agentes mas o menos ocultos de la GPU y de la NKVD, son una larga lista cuyo dramático desarrollo rebasaría los límites de un libro.

La Infiltración física para secuestrar o acallar personajes, o para dividir y desmoralizar movimientos o acciones contrarios al avance "marxista, son efectivas e impresionantes. Pero además existe la infiltración de las mentes, menos concreta que la acción puramente física, pero de efectos también terribles, que no se pueden ni siquiera calcular.

En el fenómeno de la infiltración mental el "difusor" emite una idea aparentemente lógica, novedosa, atractiva, que no despierta recelos en el “receptor" al cual va dirigida. Por el contrario, éste siente que esa idea le beneficia y por lo tanto la hace suya. Es la forma sutil, sagaz de lograr que un no-comunista actúe inconscientemente a favor del comunismo, creyendo que sirve a otro propósito. Incluso se molesta cuando alguien trata de convencerlo de su error.

A principios de l9l5 la primera Guerra Mundial sacudía a Europa. Alemania, con 98 divisiones, afrontaba a la Gran Alianza del lmperio Británico, el lmperio Francés y el lmperio Ruso. En el frente occidental Alemania luchaba contra más de cien divisiones francesas, inglesas y belgas. Y en el frente oriental combatía contra 150 divisiones rusas. Era un momento crítico para Alemania, aunque sus tropas avanzaban en todos los frentes.

El marxismo quería aprovechar el río revuelto de la guerra para tomar el Poder. Rusia era una de las metas, aunque no la principal. Precisamente en enero de 1915 el embajador alemán en Dinamarca Ulrich Brockdorff Rantzau, informó a su Ministerio que el Dr. Parvus se había acercado a él para proponer que Alemania ayudara a los comunistas a derribar al gobierno ruso y que en esa forma Alemania resultaría beneficiada porque desaparecería para ella el frente oriental.

El Dr. Parvus se llamaba en realidad Alexander Helphand, y no era ruso. Había sido uno de los agitadores de los fallidos motines comunistas de Rusia en 1905. Heiphand pedía dinero, aunque no era precisamente dinero lo que necesitaban los comunistas, pues desde tiempo antes lo estaban recibiendo de Max Warburg, de Olaf Aschberg y de Gívotovsky, financieros de Suecia, aunque no suecos; y también recibían ayuda de Jacobo Schiff, Khun-Loeb and Co., Mortimer Schiff, Félix Warburg, Ofto Kahn, Guggenheim y otros financieros de Nueva York, no americanos. (l)

La llamada Revolución Rusa, planeada por jefes no-rusos, no estaba muy necesitada de dinero, pero lo pedía a Alemania para establecer un puente. En realidad no necesitaba el dinero alemán, sino infiltrar en la mente alemana la idea de que le convenía a Alemania ayudar a que los comunistas derribaran al gobierno ruso.

En diciembre de 1915 Alemania entregó una primera aportación de un millón de rublos para los marxistas y en 1917 permitió que por territorio alemán pasaran rumbo a Rusia varios jefes rojos encabezados por Lenin, que se hallaban en Suiza. La propaganda marxista hablaba en Rusia contra la guerra, pedía que las tropas se negaran a luchar y ofrecía paz, reparto de tierras y prosperidad para todos.

Hubo motines, sabotajes, etc., y el Zar fue derrocado y asesinado junto con toda su familia. El comunismo tomó el poder. Como Rusia había sufrido graves derrotas, con gran parte de su territorio ocupado por el Ejército Alemán, el nuevo régimen comunista hizo la paz de Brest-Litovsk y de momento se dedicó a luchar por su supervivencia.

Dentro de Rusia se daban cuenta mas rápidamente de lo que significaba el marxismo y pronto los generales rusos Wrangel, Miller, lvanovitch, Deniken, Kolchak, Yudenich, Skoblin y otros reorganizaron corporaciones del antiguo ejército y se lanzaron sobre los comunistas. Estos fueron derrotados en varios sectores y retrocedieron hacia sus únicos centros fuertes, o sean Moscú y Leningrado.

Los generales rusos esperaban ayuda de las fuerzas extranjeras nacionalistas, cristianas, democráticas, que naturalmente no podían ver impasiblemente que triunfara un régimen marxista (ayudado por extranjeros) cuya meta final era la Revolución Mundial para imponerse en todo el orbe.

Y fue en ese crítico momento de la "Revolución Rusa" cuando la infiltración Mental rindió uno de sus resultados más decisivos. Como vecina inmediata de Rusia, Alemania era la más avocada a

(1) Informe 7-618-6, Núm. 912-SR-2, transmitido por el servicio Secreto Americano en febrero de 1916.

prestar ayuda a los nacionalistas rusos, pero en el gobierno alemán había cundido la infiltración mental dirigida por Helphand: "si Rusia se destroza en una guerra intestina eso nos beneficiará"… "ayudar a los comunistas garantiza que el frente oriental no vuelva a levantarse"…"los comunistas son los más débiles y si retienen el Poder no podrán atacarnos".

Y Alemania no ayudó a los generales rusos nacionalistas. En Estados Unidos una reducida pero valiosa opinión pública se alarmaba por el triunfo inicial de los comunistas en Rusia y presionaba pura que se ayudara a los generales antirrojos. En ese decisivo momento surgió un grupo de periodistas, no americanos, que encabezado por Herbert Mathius, nacido en Estados Unidos, pero extraño al país racial y espiritualmente, fueron a Rusia a ver "lo que realmente sucedía".

Pero esos periodistas engañaron e la opinión pública americana cablegrafiando desde Moscú que la revolución rusa no era propiamente comunista, que buscaba el beneficio del pueblo aquejado por las injusticias de los zares y por las desgracias de la guerra. Llegaron a afirmar que "nada habíá que temer'”, y que después de realizar una encuesta se “deducía que Lenin, Trotzky, Stalin y otros son anticomunistas”. “Como estos líderes luchan contra la injusticia y la miseria, decían los cablegramas de prensa, alejan así el peligro del comunismo.” (I)

Y los generales anticomunistas rusos tampoco recibieron ayuda de Estados Unidos. Ya tenían a los rojos con la espalda al muro en los suburbios de Moscú y Leningrado, pero el régimen marxista recibía ayuda económica de Estocolmo, de Nueva York y de Berlín, y logró sobrevivir.

Las fuerzas nacionalistas rusas, carentes de víveres y municiones, fueron dispersándose o siendo derrotadas. Luego se les liquidó en terribles matanzas que empezaron a popularizarse con el nombre de 'Purgas''.

En junio de 1919 el Tratado de Versalles puso fin oficialmente a !a primera guerra mundial. El régimen comunista de la URSS iba a cumplir dos años en el Poder y ya se perfilaba corno una amenaza mundial. Sin embargo, en dicho Tratado el Presidente Woodrow Wilson, de Estados Unidos, hizo figurar un punto (el 6to) que estipulaba lo siguiente: "Evacuación de todos los territorios rusos y arreglo de todas las cuestiones concernientes a Rusia de modo que se asegure la mejor y mas amplia cooperación de las otras naciones del

(1) Matthews repitió su hazaña en Cuba cuando entrevistó a Castro Ruz en Sierra Maestra e "informó" a los americanos que el castrismo solo quería derribar a Batista para establecer un régimen democrático.

mundo, pare facilitar a Rusia la ocasión de fijar su propio desarrollo político y nacional".

En tanto que a Alemania se le condenaba a perder sus colonias, parte de su territorio metropolitano, a pagar enormes indemnizaciones, a limitar sus fuerzas armadas, etc., al régimen comunista de la URSS se le garantizaba vía libre para su desenvolvimiento, desenvolvimiento que ya estaba anunciado una y otra vez que apuntaba al exterminio de todo sistema político que no fuera el marxista.

Detrás de ese aparente contrasentido había una lógica ciara como la luz del día, pues con el Presidente Wilson iban como consejeros Julián Mack, Louis Marshall, Harry Cutler, Jacobo de Haas, B. L. Lvinthal, Joseph Benrondes Nachman, Leopoldo Benedict, Bernard Richards, Syrkin y Stephen Wise. Estos diez personajes habían nacido en Estados Unidos, pero no eran americanos ni por la sangre ni por e! espíritu, y moviendo a otros círculos no-americanos, de dentro de Estados Unidos, estaban auxiliando al grupo que había creado la doctrina marxista y al grupo no-ruso que la había instaurado en Rusia. (l)

La infiltración en Occidente había salvado y le había dado vía libre el naciente régimen comunista de la URSS.

LA IMPROVISACIÓN DEL CABALLO DE TROYA.

Mil quinientos o mil años antes de nuestra Era hubo un caso incipiente de infiltración cuando varios soldados griegos se ocultaron en un caballo de madera, que los mismos troyanos metieron en su fortaleza ignorantes de lo que el caballo ocultaba. El plan griego dio resultado y los defensores de Troya cayeron vencidos por dentro. Pero eso fue obra más de la suerte que de la planeación de la maniobra, que en sí misma, era ingenua y poco viable.

Al correr de los siglos el truco del Caballo de Troya fue perfeccionándose y tuvo émulos más listos.

Uno de los casos más resonantes y que ya requiere mucha astucia y planeación, fue el del cardenal Pierleoni, adiestrado desde su niñez para infiltrar a la lglesia Católica y destruirla por dentro. En 1130 llegó a convertirse en Papa, bajo el nombre de Anacleto ll, pero no tardó en ser desenmascarado por el Abad Bernardo y finalmente derrocado.

Quedó en la historia como Antipapa. Ahí se puso de manifiesto, que un infiltrado puede ser muy peligroso, pero que está perdido si no existe una red de cómplices que mutuamente se potencien y se protejan. Casi tres siglos después otros infiltrados estuvieron fingiéndose católicos, pero ayudaban secretamente al protestantismo y al calvinismo. El canónigo de Salamanca, España, don Agustín de Cazalla, fue

(1) "Años de Lucha". Stephen Wise, consejero del Presidente Wilson.

adiestrado desde niño para la infiltración, pero lo descubrieron y murió ejecutado en mayo de 1559. Su madre Constanza y su hermana Beatriz, igualmente infiltradas, tuvieron idéntico fin.

En la Nueva España fue muy famoso el caso de la familia Carvajal, que junto con cien familias más se fingían fieles súbditos de la Corona, y que en secreto trataban de cercenar a la Nueva España para formar un reino aparte en lo que ahora son Nuevo León, Coahuila, Zacatecas y parte de Tamaulipas. Todos se ostentaban como españoles y católicos pero no lo eran ni de sangre ni de espíritu. En 1589 fue descubierta su maniobra y se le puso fin. Luís de Carvajal murió en la cárcel, apesadumbrado por su fracaso.

A fines del siglo XVlll llegaron d la Nueva España, con el Virrey Juan Vicente de Güemes, varios infiltrados que trabajaban contra el Estado y la lglesia. Algunos de ellos eran el pintor Felipe Fabris, el cocinero Juan Laussel, el médico Juan Durrey, Vicenie Lulié, Juan Domingo de Roy, Juan Aroche, y otros, que fueron descubiertos y procesados. Es asimismo un hecho histórico que cuando Napoleón invadió a España en 18O8 contó con la complicidad de muchos falsos españoles que se hallaban infiltrados en puestos importantes. Otros que se aliaron al invasor eran traidores a secas, acomodaticios que buscaban su propio beneficio, sin años de premeditación. Pero los que mucho tiempo antes aguardaban órdenes y se fingían adictos a las instituciones nacionales para apuñalarlas por la espalda en el momento oportuno, eran infiltrados. Ellos descendían directa o indirectamente del "Soberano Pontífice y Gran Maestre del Palladium Sagrado", don Esteban Morin.

Además de los casos enumerados hay otros muchos de igual o menor importancia en diversas épocas y países. Ciertamente el arma de la infiltración no es nueva, pero hacia principios del siglo XVlll la utilizaron grupos reducidos que actuaban aisladamente" En la segunda mitad de ese siglo y a principios del siglo XIX empezaron a actuar grupos mayores en Francia, Inglaterra y España. Entonces se puso de manifiesto que ese tenebroso sistema de lucha era terriblemente eficaz, que influía en el destino de toda una nación y que tenía ramificaciones internacionales.

Y en el siglo XX la Infiltración surge como un arma universal, cuya meta es el mundo entero. Por primera vez la infiltración es en el siglo XX una arma perfeccionada, plena de sagacidad y sutileza, que se dirige no únicamente contra una lglesia o contra un Estado, sino contra todas las lglesias y contra todos los Estados. Por primera vez, en el siglo XX, la infiltración no sólo busca destruir un sacerdocio o derrocar un régimen, sino apoderarse de todos los sacerdocios y de todos los regímenes políticos para convertirlos en instrumentos suyos.

Por primera vez, en el siglo XX, la infiltración no sélo busca dinero y poder político, sino además el control total, absoluto, de la vida del hombre.

Y por primera vez, en este siglo, la infiltración no sólo trata de dominar al hombre despojándolo de la propiedad privada y de las libertades ciudadanas, sino que busca también privarlo de la libertad de conciencia.

Hasta hace poco se pensaba que el hombre podía en todo caso ser privador de la libertad de expresión, pero que era imposible privarlo de la libertad de pensar. El pensamiento parecía hallarse íntimamente guardado, inaccesible a la coerción. Vulnerable si quería expresarse pero intocable si se retiraba al silencioso relicario del propio ser. Contra este íntimo tesoro del alma viene en el siglo XX la infiltración mental, que tiende a desplazar el espontáneo y recto juicio y a sustituirlo sutilmente con el engaño.

Una tenaza, la infiltración física, repta y golpea en el ámbito de le materia, en tanto que la otra tenaza, la infiltración Mental, invade sagazmente el ámbito del espíritu.

La materia es dominable por la fuerza, pero el espíritu no, y la única manera de dominarlo es cambiarle su contenido. Vaciarle sus anteriores valores y depositarle nuevos. Esta es la tarea diabólica (satánica) de !a Infiltración Mental. Las dos tenazas, la física y le mental, tienen por objeto lograr el dominio total del ser humano. Dominio del cuerpo y del espíritu.

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