viernes, 20 de febrero de 2009

Inflacion Deflacion Cap. VI

Capítulo VI. "Unión Asombrosa, Inaudita"

"EE.UU. Y LA URSS DEBEN SER AMALGAMADOS"

Al parecer siguiendo una idea de Einstein y de Bertrand Russell, en 1947 el multimillonario Cyrus S. Eaton convocó a varios compañeros suyos para reunirse en su gran mansión de Pugwash, cerca de Washington. El grupo que ahí se formó tomó el nombre de "Pugwash".

Se hablaba entonces mucho de la "guerra fría" y en varios círculos norteamericanos había alarma por la expansión de la URSS. El objeto de la reunión de magnates fue el de integrar la International Basic Economy Co., para ayudar a la URSS económica, técnica, industrial y comerciaímente.

Eaton se había enriquecido con malas artes mediante empresas de gas y electricidad (particularmente durante la guerra) y estuvo en peligro de ser procesado por ganancias ilícitas, pero lo salvó el entonces presidente Roosevelt.

Dicho magnate decía a otros de su mismo origen racial: "Encontrémonos a mitad del camino con los soviéticos"... "Los Estados Unidos y la Unión Soviética deben ser amalgamados'".(1)

Por otra parte, Nelson Rockefeffer también canalizaba ayuda económica para (a URSS. Fue una época en que la prudencia aconsejaba que esa ayuda no fuera muy visible de gobierno a gobierno. Pero diversos potentados de Estados Unidos representativos del supracapitalismo occidental se reunían con los dictadores soviéticos a 24 kilómetros de Moscú, en lujosas mansiones con cancha de tenis, alberca, etc., para ver qué era lo que la URSS necesitaba más apremiantemente. (Eaton fue amigo y protector de Castro Ruz, ai que visitó varias veces en la Habana).

CLUB BILDERBERG.- En 1954 se celebró la primera reunión del Club Bilderberg, llamado así porque se efectuó en el hotel Bilderberg, de Oesterbeck, Holanda, propiedad de un magnate holandés. Al igual que el grupo "Pugwash" (formado 7 años antes), el "Bilderberg" se trazó la misión de trabajar en favor de un acercamiento entre los países comunistas y los no comunistas. Entre ambos existían enormes diferencias ideológicas y sociales, pero en el fondo, a manera de común denominador, regía el Supracapitalismo en las más altas esferas de mando. Había que estrechar lazos entre las dos diferentes formas de marchar hacia la Revolución Mundial.

El experto J.K. Galbraith, que trabajó en el régimen de Roosevelt, conocedor de secretos políticos y económicos del Supracapitalismo, anunció en 1981: "La organización capitalista moderna y la organización avanzada socialista no son diametralmente opuestas. Siguen caminos aproximadamente convergentes, convergencia que no es debida a las fuerzas ineluctables del mercado, sino a las necesidades comunes de la tecnología y la fabricación a gran escala, a las similaridades de la organización, a la común necesidad de planificación y a la fuerza de unas motivaciones similares'".(2)

1 ¿Quién está detrás de Kissinger? Pag. 73.- Ismerok Az Izazágot.

2 Memorias.- John Kenneth Galbraith. Editorial Grijalbo, Pag. 580.

"Pugwash" y tlBilderberg" son dos influyentes organismos que han trabajado en favor de dicha "convergencia", y dieron lugar a un tercer organismo mejor estructurado, que es el siguiente:
COMISIÓN TRILATERAL - En 1973 el Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos (CRE) tuvo un hijo, llamado Comisión Trilateral. El padre fue Zbigniew Brzezinki, judío originario de Polonia, protegido de Laurence y David Rockefeller, a quien éstos habían colocado nada menos que como jefe del Consejo de Seguridad de Norteamérica, en la administración del presidente Cárter. Poco antes de que naciera la Trilateral, Brzezinki decía que "el marxismo es una victoria de la razón sobre la fe... ha aportado a la acción política elementos de una ética poderosa y ha levantado la bandera del internacionalismo en una época cada vez más dominada por los odios nacionales". (Revista Ecounter, 1968).

La Comisión Trilateral se llama así porque cuenta con lo más granado de ios magnates de Norteamérica, de Europa y de Japón. Inicialmente lo integraron 214 personas. Algunas de ellas son: Por Estados Unidos: Alden Clausen, presidente del Banco de América; J.P. Austin, presidente de la Coca Cola; J.K. Jaimeson, presidente de la Exxon; lee Morgan, presidente de la Caterpillar; Michael Blumenthal, director de la Fundación Rockefeller, etc.,

Por Europa: Giovanni Agnelli, del complejo italiano Fiat; John loudon, presidente de la Royal Dutch Petroleum; Sir Eric Roll, director de la Banca Warburg; Thyssen, del acero, y Edmond Rotschild, de varios complejos financieros.

Por Japón: Cnujiro Fujino, presidente deí trust Mitsubishi; Sumió Hará, presidente del Banco de Tokio; Akio Morita, presidente de la Sony; Eiji Toyoda, presidente de la Toyota, Takeshi Watambe, presidente de la Triden International Finances, Takasi Ishihara, de la Nissan, y Yutaka Saito, de Nippon Steel. Además, figuran en la Trilateral editores de periódicos y revistas de Estados Unidos, Europa y Japón, y también representantes de universidades, encabezados por Graham Alison y Edwin Reischauner, de Harvard, y por el propio Brzezinski, del Instituto Ruso de Estudios Comunistas, de Harvard.

En mayo de 1980 David Rockefeller declaró que la Comisión Trilateral no constituye ninguna conjura y que su objetivo es simplemente la planificación y la organización.

Después de haber salvado de la derrota a la URSS (en 1940-1945) la cúpula financiera-económica de Occidente la estuvo subvencionando permanentemente, le dieron créditos el Chase Manhattan Bank, de David Rockefeller; el Banco de América; el de San Francisco; el First National City Bank, de Nueva York; el Continental Jüinois, de Chicago; la National Westminster Bank, de londres; el Banque Nationale de París y otros más.

La URSS gozaba de un rédito del 6%, en tanto que los ciudadanos norteamericanos tenían que pagar 10%. Bajo el gobierno de Kennedy, el Secretario del Departamento de Estado (Dean Rusk, anteriormente ejecutivo de la Fundación Rockefeller), aprobó que se financiara la venta de víveres para la URSS, cosa que siguió haciendo la administración de Johnson. Además, se le daba un precio inferior al que pagaban los ciudadanos americanos.

Por otra parte, la Butler Corporation de Kansas te construyó sitos a la URSS. La Rohem and Haas, de Filadelfia, le envió herbicidas, la Union Carbide y la Dow Chemical le fiaron fertilizantes, la Occidental Petroleum le suministró maquinaria. El presidente de la Boeing, Emest Boullion, autorizó que se construyera en la URSS una fábrica de motores para avión, la Yale and Town, de Cyrus Eaton, le financióuna fábrica de neumáticos.

En fin, la lista de subvenciones para el Kremlin sería enorme. David Rockefeller fue a Moscú a conversar con Krushchev, en 1964, y declaró: "Hace largo tiempo que tenemos la costumbre de trabajar juntos". Años después, en 1976, Armand Hammer, presidente de la Occidental Petroleum, hizo una inversión de 2.000 millones de dólares para que el dictador Brejnev tuviera una enorme planta de fertilizantes. (El padre de Hammer, hebreo emigrado de Odessa y uno de los fundadores del Partido Comunista americano, ya había participado en 1918 en la tramitación de empréstitos para los revolucionarios soviéticos).

En el Consejo Económico-Comercial Soviétíco-Americano han figurado magnates de primer orden, como Alden Clausen, del Banco de América; Armand Hammer, de la Occidental Petroleum; Howard L. Clzrk, de la American Express; Richard Gertenberg, de la General Motors; Frank T. Carry, de la IBM; Irving Shapiro, de la Du Pont; William Rockwell, de la industria de armamentos; Reginaldo H. jones, de la General Electric, David Rockefeller y otros muchos. (1)

1 Vodka-Cola.- Charles levinson. Editorial Argos. Barcelona. 1979.

También de Inglaterra, Francia, Italia, Holanda y Bélgica se ha venido enviando ayuda a la URSS, las empresas supracapitalístas de Francia se han mostrado muy magnánimas. Entre ellas figuran fas siguientes:

• La Schneider, de siderurgia; la ElF, de petroquímica; la Compañía General de Electricidad, de material eléctrico; la Citroen, de automóviles; la Rhóne-Poulenc; de química; la Thomson Brandt, de electrónica; la Renault, de motores; la GEXA, de fertilizantes; el Banco de París (Paribas); la Cía. Financiera de Suez; el Crédito lyonnais y la Sociedad General.

• La Unión Internacional Inmobiliaria, francesa, financió la construcción de un gran hotel en Moscú, para las Olimpiadas de 1980.

• La Casa Jean-Baptiste Doumeng (rey del vino y la mantequilla) ha surtido a la URSS de mantequilla, a menor precio que el pagado por los franceses.

• El Banco Rothschild y el Eurobank facilitan toda clase de transacciones benéficas para Moscú.
Hasta Italia con frecuentes crisis políticas y económicas, ha ayudado a Moscú mediante el complejo industria} "Fiat", encabezado por Giovanni AgneJíi, miembro de la Comisión Trilátera!. Otras firmas, como la Pirelli, Montedison y Olivetti también han cooperado.

A veces la ayuda fluye en forma de "triangulaciones". Por ejemplo, en 1977 el Fondo Monetario
Internacional, de Washington, concedió a Italia un crédito de 500 millones de dólares, y poco después Italia le abría a la URSS un crédito por 650 millones de dólares.

Aurelio Peccei, vicepresidente de la Fiat, publicó en la revista "The Futurist", de agosto de 1971, la siguiente declaración: "Nosotros no queremos de ningún modo debilitar a los soviéticos, sino por el contrario, ayudarlos a reforzarse", (la revista es financiada por la Fundación Rockefeller, la Ford, Rand, Xerox, Massachussetts Institute y Hudson Institute).

Muchos de los créditos concedidos a la URSS tienen el aval de los gobiernos occidentales, de tai manera que si Moscú no paga -como ocurre siempre-, en última instancia las pérdidas se cubren con dinero de los contribuyentes.

"UNION ASOMBROSA, EXTRAÑA, INAUDITA"

El escritor ruso Alexander Solzhenitsky, milagrosamente escapado de la URSS, hizo una visita a Estados Unidos y les explicó a los obreros norteamericanos que el pueblo ruso se siente unido a ellos, pero que a la vez existe otra "unión extraña, asombrosa, inaudita; me refiero a la alianza de nuestros jefes comunistas con vuestros capitalistas. Esta alianza no es reciente. Armando Hammer, que es muy famoso, puso la primera piedra y dio los primeros pasos en vida de Lenin, al principio de la revolución... Desde entonces, durante estos cincuenta años, observamos un apoyo permanente e ininterrumpido por parte de los hombres de negocios de Occidente a los jefes comunistas soviéticos, socorriéndolos en su economía inepta y absurda...

"El propio Stalin reconocía que dos terceras partes de lo que precisaba la economía de la URSS procedía de Occidente. Y si la URSS tiene hoy unas fuerzas armadas y una policía poderosísima para aplastar nuestro movimiento de liberación, debemos agradecérselo también a vuestros capitalistas occidentales..." (Solzhenitsky no pudo hacer la distinción entre capitalismo apolítico, sano, y Supracapitalismo).

El escritor ruso narró las torturas vividas por los habitantes de la URSS bajo el dominio de un solo patrón (el Estado) y el régimen de "pasaporte interno"; explicó las crueldades en los campos de concentración, que hasta entonces habían costado 44 millones de muertos; el terror ejercido por los jefes de la NKVD, "todos ellos de procedencia judía"... "Los cuarenta mil fusilados mensualmente entre 1937 y 1938... Es sobrecogedor. El mundo no es analfabeto... Sin embargo, es como si nadie quisiera comprenderlo. La comunidad se comporta como si no quisiera hacerse cargo de lo que es el comunismo. Como si no quisiera entender".

Tal vez, agregó el escritor ruso, porque "la esencia del comunismo rebasa totalmente los límites del entendimiento humano. Es imposible creer que los propios hombres hayan concebido tal monstruosidad. Precisamente porque excede el nivel de la comprensión humana, por esto tal vez es tan difícil comprender el comunismo... ¡Cuántos hechos concretos ha dado el comunismo a la humanidad! Han retumbado los tanques en Budapest. Como si nada. Volvieron a retumbar en Checoslovaquia. Nada. A otro cualquiera no le hubieseis perdonado. Sin embargo, al comunismo se le tolera todo..." Y volvía a preguntarse Solzhenitsky el porqué de esa "unión extraña, asombrosa, inaudita de nuestros jefes comunistas con vuestros capitalistas".

La respuesta consiste en que el pueblo americano no ha venido ayudando a los dictadores marxistas; en que el capital sano, americano, tampoco lo ha hecho, pero que la alianza funciona entre el Supracapitalismo judío de Occidente y el de Oriente.

Ese factor de unión ha existido siempre. En el inicio de la Revolución Soviética actuaba alrededor del presidente norteamericano Woodrow Wilson. Durante todas las reelecciones de Roosevelt estuvo decididamente presente (pues el mismo Roosevelt era descendiente de judíos). Lo mismo ocurrió con el presidente Dwight David Eisenhower. Ni Kennedy, católico, escapó al control, ya que de un total de 82 puestos gubernamentales importantes, 64 eran ocupados por gente de confianza del CRE. Asesinado Kennedy, nada fundamental varió con su sucesor, Lyndon Baynes Johnson (hijo de Samuel Elias Johnson y de Rebekah).

Nixon, personalmente ajeno al grupo de los "encubiertos", no pudo eludir el control del CRE, que le puso como Secretario de Estado a Heinz Abraham Kissinger Stern (conocido públicamente como Henry Kissinger), hijo de rabino, nacido en Alemania y emigrado a Estados Unidos al cumplir 15 años, cuando la Casa Rockefeller lo tomó bajo su protección para encumbrarlo. Kissinger ha sido partidario de llegar a "una comunidad supranacional", o sea, al Gobierno Mundial, meta de la Revolución. Y fue tan grande el "mareaje" alrededor de Nixon que resultó fácil hacerle un ridículo escándalo, por unas cintas, derribarlo y substituirte con Gerard Ford. De paso, Kissinger había consumado la entrega de Vietnam, Laos y Camboya al comunismo.

El presidente Ford era considerado un "Rockefeller-boy" (muchacho de Rockefeller). Su sucesor, Cárter, fue sacado del anonimato y promovido a la Presidencia por el CRE, por la Comisión Trilateral y por la Fundación Rockefeller, con apoyo económico del Chase Manhattan Bank, Citybank, Morgan Cuarranty Trust, IBM, Coca Cola, General Motors, Du Pont y la Fundación Carnegie, y por los grandes medios de difusión.

Cárter fue tan obsequioso con el comunismo internacional -al que le regaló diez países-, que hubo alarma en Estados Unidos y se creó una coyuntura para que llegara a la presidencia Ronald Reagan, quien le quitó al CRE el control del Departamento de Estado (nombrando para ese puesto al general Haig), pero en sus dos primeros meses de gobierno fue duramente criticado por la gran prensa y sufrió un grave atentado, después de lo cual dio marcha atrás en algunos aspectos, aunque logró modernizar el arsenal militar norteamericano.(l)

1 Más información en "¿Qué Pasa con EE.UU.?".- S. Borrego E.

Con George Bush padre la situación no ha variado substancialmente. Atendiendo a los intereses judíos lanzó violentamente a su país al conflicto del Golfo Pérsico.

Profundizando un poco más allá de la superficie de la historia que nos habla de la fuerza electoral del pueblo americano, es claro que detrás de eso funciona un poder páratelo, con múltiples y eficaces controles. Poder paralelo (Supracapitalismo) que ha venido siendo el patrocinador del otro poder que impera en la URSS.

Cuando el elector se siente defraudado por el Partido Demócrata, vota por el Republicano, o viceversa, pero nada fundamental cambia. Lo que en tiempos de Roosevelt fue un amasiato con la URSS de Stalin, en 1991 se convirtió en oficial maridaje con Gorbachov, y en 1992 con Yeltsin.
Sólo ha sido necesario que el imperio marxista abra ei puño en que encerraba a la Europa oriental para que sea presentado como una democracia angelical y se acreciente aún más la ayuda que ya se le venía dando.

ENTRE DOS TÁCTICAS ¿CUAL ERA LA MEJOR?

Al terminar la guerra en 1945 -y al fundarse ese año la ONU-, el marxismo con sede en Moscú recibió reconocimiento mundial y trato preferente como otra potencia igual a Estados Unidos, aunque estaba muy lejos de serio.

Así ocurrió que el marxismo (rama violenta de la Revolución) se lanzara a dominar países en Europa, África y Asia, e incluso llegó hasta Cuba. Más de 20 naciones quedaron bajo su dominio. Parecía ser la rama más eficaz.

Ese avance tuvo la simpatía de influyentes círculos de Estados Unidos. El Supracapitalismo occidental no cesó de auxiliar a su hermano de Moscú. Ante ese fenómeno hubo alarma de prominentes norteamericanos, como James V. Forrestal, Secretario de la Defensa, quien trató de que los Partidos Republicano y Demócrata se substrajeran a la influencia de las cúpulas financieras-judías. Bemard Baruch quiso intimidarlo, y finalmente el presidente Truman le pidió su renuncia. Pocos días después Forrestal murió trágicamente.

La Comisión Senatorial de Investigaciones de Actos Antinorteameicanos, encabezada por el senador José MacCarthy, prosiguió la obra de Forrestal y desenmascaró a numerosos personajes que estaban traicionando a Norteamérica, en beneficio de la URSS. Pero sucedió que los grandes medios de información (controlados por el CRE) se lanzaron contra él y convirtieron el término "macarthismo" en una palabra infamante, hasta que el Senado se apoyó en el escándalo y censuró a MacCarthy, con lo cual le volvió imposible continuar sus investigaciones, que ya apuntaban hacia el Consejo de Relaciones Exteriores (CRE). Luego se le internó en el hospital Bethesda (como a Forrestal) y murió casi repentinamente.

La ayuda que el Supracapitalismo estuvo dándole ai avance marxista hasta su llegada a Cuba, Angola, Vietnam, Camboya y Nicaragua, ¿podría consolidar la línea más violenta, radical y acelerada de la Revolución Mundial? Era una pregunta dave.

Dicha línea violenta había sido practicada por Cromwell en Inglaterra, hace tres siglos, pero tuvo qué desacelerar su marcha y disimularse como "fabianismo", "laborismo" y "democracia", la misma línea violenta había tenido su apoteosis de sangre en la Revolución Francesa de 1789 y parecía ya irresistible, pero no logró consolidarse.

En la URSS, con métodos más perfeccionados, con más subvenciones y con más tiempo, ¿sería viable?... En la práctica se vio que no... Y se vio claramente, ya, al empezar la década de los años ochenta.

Pese a sus aparatosos avances, la línea violenta (marxista) de la Revolución, llevaba crecientes debilidades en sus entrañas y resultaba inferior al sistema "gradual" ("democrático"), que la Revolución ha adoptado en Occidente. En términos generales esta táctica presenta las siguientes características:

• Control discreto de gobiernos "democráticos" mediante presiones financieras y políticas.

• Que cada nación, con "pluripartidismo", marche "democráticamente" para convertirse en provincia de un Gobierno Mundial.

• En vez de ocupar países con tropas extranjeras, que cada país utilice recursos propios para mantener el rumbo revolucionario.

• Socavar las bases religiosas en forma indirecta, en vez de atacar frontalmente al cristianismo.

• Fomentar el hedonismo, la búsqueda de placer, para que los pueblos se despreocupen de los valores tradicionales.

• Apaciguar a unos estratos con bienestar económico y a otros anularlos con pobreza anonadante.
Después de 70 años se vio que esa táctica era más lenta, pero mucho más efectiva que la adoptada por el Imperio marxista.

Ciertamente el marxismo midió cuanta dosis de castigo podía domar a un caballo salvaje y cuánta era suficiente para someter a un disidente activo. Ensayó fármacos "despersonalizantes11 para lograr que presos inocentes se declararan culpables. Creó sanatorios especiales para volver locos a ciudadanos cuerdos. Millones de habitantes fueron confinados en infernales campos de concentración. El terror se aplicó en dosis masivas contra opositores, posibles opositores y hasta parientes de éstos. En setenta años el marxismo liquidó más de 40 millones de vidas.

El plan violento marxista suponía que en dos generaciones todos los habitantes de su Imperio estarían definitiva y totalmente domesticados, y así convertidos en entusiastas marxistas. Pero no fue así... El misterio del dolor les preservó valores en su corazón. ¡Quién lo pensara!... Ni se habituaron a la esclavitud, por más que no pudieran zafarse de ella; ni perdieron la idea de Dios. Y tampoco se volvieron entusiastas marxistas adoradores del Estado. Por el contrario, su repudio al sistema se reflejó catastróficamente en el abatimiento de la producción.

Así se llegó hasta la década de los años 80s., cuando el dictador soviético Yuri Andropov (en realidad apellidado Liberman), inició el proceso para desarmar la gigantesca maquinaria comunista de la URSS. Precisamente él, que era ardiente partidario de la línea violenta; él, que había descuartizado a Hungría en 1956; él, que como jefe de la KGB había aterrorizado durante 15 años a todos los pueblos bajo su dominio.

Ese terrible dictador estuvo de acuerdo en "converger" con sus hermanos de Washington, pero murió en 1984, en vísperas de formalizar el cambio, cosa que le tocó consumar a su sucesor, Mijail Gorbachov, en abril del año siguiente, al anunciar de modo oficial la "perestroika" (reconstrucción). De ahí en adelante la tarea de erigir un gobierno mundial se simplificó. Ya no se experimentaría a través de dos caminos, sino de uno solo. En otras palabras, la impetuosa corriente marxista detuvo su marcha y se fusionó con el Supracapitalismo. El mando quedó centralizado en las Cúpulas de Washington y Nueva York. La gran CONVERGENCIA o CONCERTACION ha sorprendido a todos los que se resistían a admitir que el comunismo del Kremlin y la democracia supracapitalista de la Casa Blanca han sido -desde 1917- dos diversas caras de un mismo poder

jueves, 19 de febrero de 2009

Capítulo V 1° Parte

Hipotético lector, comenzamos a postear los capítulos restantes de "Derrota Mundial", les recordamos que ya hemos posteado los capítulos I,II,III, IV y XI, lo hicimos por la premura ya que está circulando una versión interpolada, y justamente la interpolación puede ser neutralizada mediante la publicación del capitulo XI, por eso lo posteamos antes.


CAPITULO V

De Nuevo Hacia el Oriente
(1940-1941)
Otros dos Ofrecimientos de Paz a Inglaterra.
Terrorismo, en vez de Sólo Lucha Entre Soldados.
Francia También Rehúsa la Reconciliación.
Complicidad de Occidente con la Expansión del Marxismo.
Carne de Cañón para Frenar el Golpe Contra la URSS.
Alarma de la Reina de los Mares.
4,000 Sepulturas en Maleme.
Un Esfuerzo más para Hacer la Paz con Inglaterra.

OTROS DOS OFRECIMIENTOS
DE PAZ A INGLATERRA


Por tercera vez en un lapso de diez meses, desde que la gue­rra se había iniciado, Hitler hizo público su viejo empeño de amistad con Inglaterra. A 22 días de la rendición de Francia, el 14 de julio de 1940 le declaró al periodista norteamericano Wiegand:

"Nunca fue mi intención ni mi objetivo destruir al Imperio Bri­tánico. Al contrario, aun antes de comenzar la guerra, le sometí proposiciones al gobierno inglés. Mi proposición fue rechazada con desdén".

El 19 de ese mismo mes, un llamado de paz más amplio, formal y solemne fue formulado por Hitler desde la tribuna del Reichstag: "Aún hoy todavía lamento — dijo — que a pesar de todos mis esfuerzos no haya podido llegar a aquella amistad con Inglaterra que, como creo, hubiera sido una bendición para los dos pueblos. No tuve buen éxito, a- pesar de todos mis esfuerzos honrados.

"En esta hora considero mi deber ante mi propia conciencia apelar una vez más a la razón y al sentido común, lo mismo en Gran Bretaña que en otras partes (Estados Unidos). Me consi­dero en situación de dirigir este llamamiento ya que no soy un vencido que solicita favores, sino un vencedor que habla en nom­bre de la razón. No veo motivo para que esta guerra tenga que continuar... Yo he aligerado mi conciencia respecto a las cosas que vendrán".

A continuación, según el historiador inglés F. H. Hinsley, siguieron gestiones diplomáticas de paz por conducto de Suecia y del Vati­cano. Este cuarto llamamiento de paz, desde que la Gran Bretaña había declarado la guerra a Alemania, fue complemento de la orden que Hitler dio a sus divisiones blindadas para hacer alto frente a Dun­kerque y permitir así la escapatoria de los soldados ingleses. Pensaba que en esa forma no se enardecerían más los ánimos en Inglaterra. Pero su llamado a la concordia corrió la misma suerte que los anteriores. La propaganda lo desfiguró, lo ridiculizó y criminalmente lo presentó al pueblo inglés como una exigencia a la "rendición". En seguida Lord Halifax, Ministro de Relaciones de Inglaterra, dio un terminante "no" El "Times" azuzó con los encabezados siguientes: "El Pueblo británico declaró la guerra a Alemania y la continuará"; "Un desdeñoso silencio fue la respuesta de Churchill".

Y para ahogar todo intento pacifista del" pueblo británico la propa­ganda comenzó a agitar a la opinión pública con el espantajo de la invasión. Apenas concluida (a lucha en Francia, se inició el traslado del ejército alemán hacia el Oriente. Churchill y sus demás colabora­dores sabían perfectamente que el siguiente golpe iba contra la URSS, pero cuidaron de no revelarlo así al mundo ni al pueblo inglés. Por el contrario, se creó un estado de psicosis anunciando a diario que la invasión alemana de Inglaterra era inminente.

Liddell Hart refiere así ese momento: (I) "Aunque el Ejército Británico se les había escapado a las fuerzas blindadas alemanas, no estaba en condiciones para la defensa de Inglaterra. Había abandonado la mayor parte de su armamento y los almacenes do­mésticos estaban vacíos... De momento nosotros creímos que el detener a la Luftwaffe en la batalla sobre Inglaterra era lo que había salvado al Imperio Británico. Eso sólo es parte de la ex­plicación. La última es ésta: la causa original, la que se profundiza más, es la de que Hitler no quiso conquistar a Inglaterra. Tomó muy poco interés en los preparativos de la invasión y por se­manas no hizo presión sobre éstos... En su lugar se estaba pre­parando para invadir a Rusia".

La conversión de cien divisiones alemanas desde la Europa Occi­dental hasta la Europa Central, para preparar el ataque a la URSS, era un hecho gigantesco que no podía ocultarse, máxime que se ope­raba sobre territorio belga y francés, donde los espías

1) Los Generales Alemanes Hablan.—Cap. Liddell Hart, historiador británico.

aliados se mo­vían casi libremente, usté enorme movimiento de dos millones de hombres con todo su equipo bélico se inició en julio y se aceleró a fines de 1940. Pero a fin de que Occidente no abandonara la lucha, la propaganda siguió explotando la falsa amenaza de la invasión a Inglaterra como un recurso de agitación popular. En esa infame re­presentación teatral Churchill lanzó un reto para que se desencade­nara la ofensiva que ni Alemania preparaba ni Inglaterra tenía con qué afrontar: "A Hitler se le han dado los primeros autobuses para realizar su viaje a Londres —dijo Churchill a fines de ¡unió—; sólo le queda el último".

Esas bravuconadas eran sólo farsa y engaño. El general británico H. Rowan Robinson dice en "La Estrategia de la Guerra" que des% pues de la caída de Francia no existía un ejército inglés capaz de im­pedir la invasión. Asimismo, la revista británica "The Tank" reveló en noviembre de 1945 que cuando Francia se desplomó, "él general in­glés Mac Naugton tenía bajo su mando las únicas fuerzas orga­nizadas y completas: la primera división canadiense, una parte de la segunda división canadiense y varias unidades británicas, un total de 50,000 hombres".

Aún más, el mismo Churchill admite en sus Memorias: "Después de la caída de Francia, Inglaterra sólo tenía unas cuantas divisio­nes mal equipadas con menos de 100 tanques y 200 cañones de campaña. Alemania no llegó a construir embarcaciones para la invasión".

El 16 de julio (1940) Hitler ordenó preparar ia Operación "Seelowe" (León Marino) para efectuar un desembarque en Inglaterra con 39 divisiones y evitar "que el territorio inglés sirva como base para la continuación de la guerra", pero al mes siguiente canceló tales pre­parativos, aun antes de que se hubieran iniciado formalmente. El Es­tado Mayor había proyectado a grandes rasgos que la operaciónla realizaran los ejércitos 16o. y 9o., partiendo de Calais y El Havre, respectivamente, primero con una oleada de 10 divisiones y luego con otra de 21.

El profesor Hinsley, británico, coincide' en que la invasión de Ingla­terra no fue seriamente planeada porque Hitler ya pensaba entonces en atacar a la URSS, según se desprende del examen de los archivos alemanes.
Estrategas tan acreditados como Von Rundstedt juzgaban muy di­fícil la invasión, debido a la falta de una marina poderosa, en tanto que otros, como el mariscal Kesselring, todavía hoy afirman que hu­biera sido factible. Como ex mariscal de la Luftwaffe, Kesselring ase­gura que en agosto y septiembre la aviación británica tenía muy precario dominio sobre el Canal Inglés y que entonces, era realizable la invasión. El almirante Raeder, como jefe de la Marina, juzgaba que no era tan completo el dominio del aire y que la invasión sería punto menos que imposible. El Estado Mayor General no creía en la empresa, aunque luego empezó a dudar.

Pero todos coinciden en que Hitler no llegó, a iniciar preparativos formales para esa operación. Sus ojos estaban fijos en la URSS, tanto que en agosto llegó a considerar la posibilidad de iniciar el ataque antibolchevique ese mismo año, pero esto no era posible porque el solo traslado de sus tropas, desde Francia a Polonia, requería por lo menos tres semanas y luego se necesitaba acumular pertrechos, de tal manera que la ofensiva vendría iniciándose ya en vísperas del invierno.

Sin embargo, cegado por el odio contra Hitler, Churchill seguía empujando a Inglaterra a una contienda en la que el único beneficia­rio era el imperio marxista de la URSS, el cual sí alentaba una mortal enemistad contra el pueblo inglés. Entre Inglaterra y la URSS no exis­tían más nexos espirituales o materiales que los establecidos por los israelitas, y fueron éstos los que decidieron la política exterior britá­nica valiéndose del odio que cegaba a Churchill.

Al descorrer el engaño que durante la guerra tendió la propaganda, Liddéll Hart precisa en "La Defensa de Europa": "Todo lo que Hitler se proponía era asestar a Francia un golpe contundente que la obligara a pedir la paz y ocupar entonces la costa del Canal para obligar a Inglaterra a hacer lo mismo. El nunca pensó conquistar a Inglaterra...

Es interesante ver cuánto estaba él dispuesto a ceder para una reconciliación, aun cuando más engreído se ha­llaba de su triunfo y los ingleses estaban casi indefensos". Pero tales esfuerzos de reconciliación se estrellaban en el odio de Churchill. El escritor norteamericano Sherwood dice que a Roosevelt le impresionó entonces "cuan pertinaz sabía ser Winston Churchill". Los admiradores de Churchill lo llamaban tenaz e indomable, y sus detractores, "obstinado, terco como una muía y con cabeza de palo". Para afianzar a Churchill en el poder y dar cierta consistencia a sus arrestos bélicos Roosevelt ideó el ingenioso procedimiento de or­denar que el ejército devolviera parte de su equipo a la industria norteamericana, con objeto de que ésta (controlada por judíos) en­viara ese equipo a Churchill. Así logró burlar a la opinión pública nor­teamericana que seguía resistiéndose a que su país se inmiscuyera en la guerra europea.

Al principiar 1940 Roosevelt había subido el tono de sus ataques contra Alemania y lentamente iba enredando a su país en la con­tienda, temeroso —como lo revela Sherwood— de que en Europa "se llegara a una paz negociada" que permitiera a Hitler lanzar todas sus fuerzas contra la URSS. El 3 de enero Roosevelt dijo ante el Congreso que "el mundo futuro sería lugar mísero y peligroso donde vivir" si venciera Alemania y pintó un tétrico cuadro para "nuestros hijos en un mundo donde se prohibiera adorar a Dios y en el que el comercio libre sería imposible".

Era una falacia inconmensurable que Roosevelt, masón 33, "Gran Cedro" de la Logia 81 "Los Grandes Cedros de Líbano", de Warwick, Nueva York, quisiera dar un cariz religioso a la guerra contra Alemania —donde el Estado nazi ayudaba con 700 millones de mar­cos anuales a las dos principales iglesias— y en cambio guardara silencio de cómplice ante la persecución religiosa de los bolcheviques. En Rusia la religión era tratada como "el opio del pueblo"; a los niños se les había agrupado en la Asociación de los sin Dios y en las escuelas se cantaba el "himno" de que "la cruz y los iconos, todas estas anti­guallas, las hemos arrojado a la basura... y la estrella de Belén ya se ha extinguido, mas entre nosotros brilla eterna la estrella de cinco puntas", o sea la estrella judía impuesta a Rusia.

Con falsedades acerca de lo que era el nacionalsocialismo, y con silencio criminal de lo que era el bolchevismo, Roosevelt fue creando la psicosis necesaria para acudir en auxilio del Imperio marxista de Moscú. Así cimentó entonces el famoso plan de Préstamos y Arren­damientos y solicitó al Congreso 1,800 millones de dólares para ar­mas. En mayo pidió 1,000 millones más. Y al ocurrir el desplome de Francia en julio y perfilarse que el Ejército Alemán iba a reconcen­trarse para su ataque a la URSS, exigió otros 5,000 millones. En agosto logró una parcial movilización de reclutas.

A rastras, en contra de su voluntad, el pueblo norteamericano es­taba también siendo empujado a la contienda germano soviética. La oposición era grande, pero casi carecía de medios de expresión pú­blica. Lindbergh no cesaba de refutar a Roosevelt: "Hoy nos hallamos en peligro de guerra —decía—, no porque los europeos intenten mez­clarse en nuestros asuntos íntimos sino porque los americanos intentan mezclarse en los asuntos íntimos de Europa".

Los aislacionistas —según lo reconoce Sherwood en "Roosevelt y Hopkins"— decían claramente que "el país se enfrenta a una maquina­ción de judíos para hacernos entrar en la guerra", pero esas denuncias se apagaban ante la gigantesca propaganda que había monopolizado el cable internacional, los estudios de cine y las principales radiodifusoras. (En el cine, la Metro Godwyn Mayer es obra de los israelitas Marcus Loew y Samuel Goldwyn; la Fox Film, del judío William Fuchs; la Warner Bross, de los hermanos Warner; la Universal Film, del también judío Julio Baruch. En cadenas radiodifusoras, las prominentes 'Radio Corporation of American y Columbia Broadcasting System están controladas por los israelitas David Sarnoff y William Paley.

Tres de las cuatro grandes redes de televisión también las manejan ellos, enca­bezados por Irving Kahn. En la prensa son famosos Adolph Oachs,' dueño del "New York Times"; Joseph Pulitzer, def "New York World", y los que controlan la información internacional. En las organizaciones obreras, Ben Gold, Sidney Hilman, John L. Lewis, David Dubinsky y casi todos los dirigentes sindicales. Además de otros muchos personajes ofi­ciales y privados, por lo menos 64 diferentes órdenes masónicas, con cientos de logias cada una, hacían presión sobre política, banca, comer­cio, industria, centros culturales, etc. Una de las más famosas e in­fluyentes de esas órdenes es la B'nai B'rith, integrada por judíos promi-' nentes. Y toda esta gigantesca maquinaria trabajaba coordinadamente para empujar hacia la guerra al renuente pueblo norteamericano).

Precisamente en esos días un empleado de la Embajada americana en Londres, Tyler Kent, comunicó a varios amigos suyos que había visto documentos según los cuales Roosevelt estaba comprometiendo secre­tamente a los Estados Unidos en la guerra, en connivencia con eminentes israelitas. Kent creía que estos manejos debían ser sacados a la luz pública, pero no tardó en ser detenido como "espía" y sentenciado en Inglaterra a siete años de cárcel, pese a que como norteamericano y miembro de la Embajada debía haber sido juzgado en su país.

lan Ross MacFarlane, analista de noticias de la Estación WITH, de Baltimore, fue a Inglaterra y habló con John Bryan Owen (hijo del antiguo cónsul americano en Dinamarca), quien conocí detalladamente el "caso Kent". Owen se trasladó a Estados Unidos a declarar, pero al siguiente día de haber llegado a Greenwich Village se le encontró muerto por envenenamiento de barbitúricos. Gerard L. K. Smith y la se­ñora Keot, madre del acusado, afirmaron enfáticamente que había una trama siniestra para ocultar el hecho de que Roosevelt estaba llevan­do al país a la guerra, sin el consentimiento del Congreso ni del pueblo. En diciembre de ese mismo año de 1940 Roosevelt redobló sus es­fuerzos ante el Congreso para aumentar la manufactura de armas y . poder enviarlas directamente a quienes combatieran contra Alema­nia. Estaba violando así la neutralidad del país y contrariando la vo­luntad del pueblo, pero es que en realidad no le importaban los inte­reses del pueblo, sino los intereses del "poder secreto del mundo", cuyos represenfántes lo rodeaban incesantemente:

Morgenthau como secretario del Tesoro; Bernard Baruch como profeta de la política in­ternacional; Samuel Untermeyer como Presidente de la Federación Mundial Económica; Sam Rosenman, y otros más, todos ellos judíos. A tales personajes les urgía apuntalar el frente occidental contra Alemania, pues si desaparecía antes de que se iniciara el choque en­tre Berlín y Moscú, sería luego imposible alinear al Occidente en el bando del marxismo israelita y éste sería aniquilado. Polonia, Noruega, Holanda, Bélgica y Francia habían desaparecido ya como rompeolas del ejército alemán que se disponía a marchar contra la URSS. Ingla­terra había sido desarmada y económicamente destrozada, pero no ocupada, y Roosevelt se encargó de mantenerla semierguida, san­grante y exhausta, con tal de que no desapareciera el frente occiden­tal. Así quedaba la puerta abierta para que otros pueblos occidentales —incluso el norteamericano— fueran arrojados a una contienda que sólo reforzaría al marxismo y al Poder Judío. De acuerdo con esa tác­tica "en junio de 1940 Roosevelt vendió a Inglaterra armamentos «ame­ricanos que inicialmente costaron 300 millones" de dólares, en 43millones (testimonio del almirante Harold R. Stark, el 3 de enero de 1946). Dicho armamento consistía en 895 piezas de artillería, 1.115,000 fusiles, 85,000 ametralladoras, aviones y municiones...

Y el 8 de octubre de 1941, a pesar de que seguíamos siendo neu­trales, el Presidente mandó que unidades de nuestra flota del Atlántico protegieran a los convoyes aliados en dicho mar, des­truyendo todas las fuerzas navales y aéreas, alemanas o italianas, que encontraran en su camino". (I)

Después de Dunkerque, el Imperio Británico no sólo estaba des­armado, sino también económicamente vencido y superado por la economía nacionalsocialista. Churchill revela en sus Memorias la decisiva ayuda que entonces recibió de uno de los jefes del judaísmo:

"En Mr. Morgenthau —dice—, secretario del Tesoro Americano, la causa aliada tenía un campeón infatigable. Hasta noviembre de 1940 habíamos estado pagando todo cuanto se nos suministraba. Ya habíamos vendido 335 millones de dólares de acciones ame­ricanas; además, habíamos pagado en efectivo más de 4,500 mi­llones de dólares y habíamos llegado al punto en que sólo con­tábamos con 2,000 millones de dólares, cantidad representada en su mayor parte por inversiones, muchas de las cuales no eran susceptibles de una realización rápida". (Entonces Inglaterra co­menzó a recibir armas y municiones sin necesidad de pagarlas).

"No teníamos —agrega Churchill— cañones antitanques que valieran la pena y ni siquiera contábamos con artillería ordinaria de campaña... Hice una visita a nuestras playas en St. Margaret's Bau, cerca de Dover; el brigadier que tenía ahí el mando me dijo que su brigada sólo contaba con tres cañones antitanques y úni­camente con seis cargas para cada cañón, a fin de proteger una costa de 4 ó 5 millas... De hecho el número de nuestros cañones de campaña de cualquiera clase que fuesen, no llegaban a qui- nientos, y nuestros tanques medianos y pesados difícilmente lle­gaban a doscientos en todo el país"'.

Fue una intencionada patraña de la propaganda decir que el mayor error de Hitler fue no haber empeñado sus fuerzas en invadir Inglaterra en 1940. Esto equivale a decir que su error consistió en haber sido acé­rrimo enemigo del bolchevismo y no del mundo occidental. En primer lugar, Hitler nunca pensó en destruir el Imperio Británico. En segundo, parecía más aventurado empeñar el Ejército Alemán en una campaña ultramarina, dejando a retaguardia todo el intacto poderío de la URSS, que lanzar a ese ejército contra Moscú y dejar a retaguardia las mal­trechas fuerzas británicas aisladas por el Canal de la Mancha.

Posteriormente Soering reveló en los procesos de Nuremburg (I) que en 1940 "el Estado Mayor General alemán tenía informes de que Rusia atacaría a Alemania por la espalda tan pronto como Alemania inva­diese Inglaterra o comenzase a pelear contra ingleses y norteamerica­nos en el continente europeo". Agregó que Hitler le dijo: "Si Inglaterra sigue presentándonos combate a pesar de encontrarse sola, es porque debe tener escondido un.as en la manga".

Y ese "as" era el secreto contubernio entre los estadistas de Oc­cidente y el marxismo israelita.

(1) La Amenaza Mundial.—William C. Bullit, Diplomático americano.

TERRORISMO EN VEZ DE
SOLO LUCHA ENTRE SOLDADOS


Uno de los hechos más ex­traordinarios de la guerra fue que los gobernantes británi­cos adoptaron los bombardeos de terror contra la población civil ale­mana. Esto se hizo no obstante que Hitler había circunscrito su avia­ción únicamente a "bombardeos tácticos", o sea contra metas mili­tares, en cuya categoría se hallan incluidas las ciudades fortificadas que se convierten en frente de combátelo las zonas industriales.

El 11 de mayo de 1940, al día siguiente de que se había desenca­denado la ofensiva alemana sobre Bélgica, Holanda y Francia, la Real Fuerza Aérea británica recibió por primera vez la orden de volar a gran altura a través del frente de combate y de ir a descargar sus bombas sobre las ciudades alemanas. El ex Secretario del Ministerio Británico del Aire, Mr. J. M. Spaight, consigna este hecho (2) con las siguientes palabras: "Comenzamos a bombardear las ciudades alemanas antes de que el enemigo procediera de igual forma contra las nuestras. Este es un hecho histórico que> debe ser ad­mitido públicamente. Pero como teníamos dudas respecto al efecto psicológico de la desviación propagandística de que habíamos sido nosotros quienes habíamos empezado la ofensiva de

(1) Agencia Reuter, 15 de marzo de 1947.
(2) "Reivindicación de los Bombardeos"..—Por el ex Secretario del Mi­nisterio Británico del Aire, J. M. Spaight.

bombardeos estratégicos, nos abstuvimos de dar la publicidad que merecía a nuestra gran decisión del 11 de mayo de 1940.

Seguramente esto fue un error. Era una espléndida decisión". Mr. Fuller, crítico militar inglés dice: "Aun cuando Churchill, aun siendo comandante supremo de las fuerzas armadas británicas,no podía actuar como caudillo militar, superó esta dificultad di­rigiendo una guerra particular con las formaciones de bombardeo de la RAF, una especie de ejército privado suyo. El 11 de mayode 1940 ordenó bombardear la ciudad de Freiburg. Hitler, em­pero, no devolvió el golpe, pero no cabe la menor duda de que estos ataques contra Freiburg y otras ciudades alemanas lo im­pulsaron a pasar a su vez al ataque".

Y el escrifor inglés F. J. P. Véale dice que esa histórica noche, 18 grandes bombarderos ingleses "Whitley", en vez de atacar las con­centraciones alemanas en el frente, fueron lanzados hacia la retaguardiacivil del enemigo. "Era un acontecimiento —afirma— que hacía época, puesto que era la primera ruptura deliberada de la regla fun­damental de la guerra civilizada, de que sólo se deben llevar a cabo hostilidades contra las fuerzas combatientes enemigas...

Sin saberlo, los tripulantes de esos 18 bombarderos estaban dan­do la vuelta a una gran página de la historia. Su vuelo marcó el fin de una época que había durado dos siglos y medio". (I)

(1) El Crimen de Nuremberg.—F. J. P. Véale.

En efecto, durante los últimos 250 años los europeos habían huma­nizado la guerra bajo el principio de qué el objeto de las operaciones militares es destruir las fuerzas armadas del enemigo. Este principio fue abandonado por los aliados en la segunda guerra mundial, quienes adop­taron la tesis de que el objeto de las operaciones militares es destruir al enemigo mediante la aniquilación de sus fuerzas armadas o mediante otros medios más rápidos y fácilmente realizables. Así se priva de toda consideración humanitaria a la población civil, pues mediante la aviación es la parte más "fácilmente" destructible del enemigo.

La adopción del terrorismo aéreo por parte de Inglaterra, hecha el 11 de mayo de 1940 (precisamente 24 horas después de que Chur­chill había asumido todo el Poder), tuvo al parecer por objeto provo­car represalias alemanas y enardecer así los ánimos del pueblo bri­tánico, que seguía resistiéndose a la guerra.

Semanas más tarde, al ser derrotada Francia, y cuando Hitler hacía su nuevo llamado de paz a Inglaterra, Churchill ordenó intensificar los bombardeos "estratégicos" sobre la población civil alemana. No fueron devastadores, pero sí todo lo poderosos que podían ser en vista de las entonces

casi infranqueables defensas antiaéreas del Reich. En julio Hitler hizo una advertencia: "Hasta ahora —dijo— no se ha contestado debidamente a estas agresiones, pero esto no quiere decir que yayan a quedar sin respuesta".

El Vicemariscal del Aire Británico. Sir Thomas Elmhirst pudo años des­pués averiguar que "Hitler estaba furioso con la primera incursión de bombardeo nodurno de la RAF contra un suburbio de Berlín el 27 de agosto (1940) y ordenó a los bombarderos de la Luftwaffé tomar represalias contra Londres. El ataque empezó el 7 de sep-. tiembre" ("Las Fuerzas Aéreas Alemanas". Vicemariscal Elmhiret). Mr. Spaight, ex Secretario del Ministerio Británico del Aire, precisa que Hitler empezó a contestar los bombardeos contra ciudades tres meses después de que la Real Fuerza Aérea los había iniciado, y que estuvo dispuesto, en cualquier momento, a suspender esa clase de guerra. "Desde luego —dice— Hitler no quería que continuase el mu­tuo bombardeo". Una revelación muy semejante hace el mariscal bri­tánico del aire Sir Arthur Harris en su libro "Ofensiva de Bombardeos", en el que defiende la política inglesa de los bombardeos de terror y considera "anticuada" la doctrina de guerra alemana.

Fue así como se inició la llamada batalla aérea de.Inglaterra: una respuesta alemana a los bombardeos británicos de terror y un acoso sobre la industria bélica inglesa para impedirle que se recuperara, mas no fue jamás un intento formal de "blitzkrieg". Hablando de esos bombardeos alemanes el mismo Churchill confiesa que su efecto "en aquellos días fue objeto de grandes exageraciones", que principiaron el 7 de septiembre (casi cuatro meses después del primer ataque bri­tánico de terror) y que cada día la Luftwaffé utilizaba "un promedio de doscientos bombarderos". (I)

Para mayor precisión del bombardeo de metas militares, la Luft­waffé puso en juego el invento de enviar dos rayos eléctricos desde diversos puntos, de tal manera que se cruzaran precisamente arriba de la meta elegida. El avión seguía la señal de uno de esos rayos, como si se tratara'de un camino aéreo, y descargaba las bombas al escuchar la señal de intersección. Los británicos se sorprendieron de la exactitud de esos ataques, efectuados incluso con niebla o en noches muy os­curas. Poco después descubrieron en un avión derribado un extraño aparato receptor, lograron ciertos informes de pilotos prisioneros y acabaron por descifrar el secreto. Es más, luego las mismas señales de los radiofaros alemanes servían a los británicos para saber con an­ticipación cuál era la meta que iba a ser atacada.
La guerra era una prueba constante para el ingenio de ambos bandos.
(1) Memorias.—Winston Churchill.
En agosto de ese año (1940), la aviación alemana tenía 2,669 avio­nes, o sea: 1,015 bombarderos, 346 aparatos de picada, 933 cazas y 375 aviones pesados de combate. Esta fuerza aérea/en aquel tiempo formidable, no fue lanzada en masa contra la población civil británica porque Hitler repudiaba el "bombardeo estratégico". Por otra parte, tampoco se empleó íntegramente en combate decisivo contra la avia­ción inglesa, entonces formada por 1,080 cazas y 400 aviones de otros tipos. Ciertamente la Luftwaffe podía a la postre dominar a la avia­ción de Churchill; tenía la calidad y el poderío suficientes para hacer­lo, pero Hitler no quería la lucha con Inglaterra y en cambio necesitaba preservar sus fuerzas para la gran ofensiva contra la URSS.

Desde septiembre de 1939 hasta mayo de 1941 la Luftwaffe cam­bió cinco veces de táctica en la lucha contra Inglaterra. Al principio el objetivo eran únicamente los barcos, y después sucesivamente, los cazas británicos, los aeródromos, las fábricas de armamento y por último las instalaciones navales y militares de Londres. No había una táctica definida y llevada hasta lo último.

El general Galland, en aquel tiempo piloto de caza, dice que "la mirada de Hitler continuaba dirigida hacia el Este (Rusia) y la lucha contra Gran Bretaña no era para él más que un mal ineludible que tenía que afrontar, ¡sin saber exactamente en qué forma había de hacerlo!"

En esa época el odio de Churchill no titubeó en violar los más ru­dimentarios sentimientos humanitarios de la guerra y ordenó que sus aviones hicieran fuego contra los aparatos de la Cruz Roja alemana que prestaban auxilio a los pilotos caídos al mar. Churchill refiere este hecho en sus Memorias con las siguientes palabras: "Todas las ambulan­cias aéreas alemanas fueron derribadas u obligadas a descender por nuestros aviones de combate, de acuerdo con instrucciones que habían recibido la aprobación del Gabinete de Guerra".

Sin embargo, en el panorama que la monopolizada información internacional presentaba al mundo se repetía el estribillo hollywoodense: las fuerzas alemanas eran identificadas con el villano y las que lucha­ban contra ellas representaban invariablemente al héroe más noble y caballeroso. Muchos años antes Schopenhauer había escrito:

"El judío es el gran maestro de la mentira". Las exageraciones respecto a la lucha aérea en Inglaterra; las falsas historietas sobre heroísmo y mal­dad, y la alharaca sobre la "blitzkrieg" aérea como precursora de la invasión naval, fueron el material con que se nutrió la propaganda a fines de 1940 y principios de 1941 para alentar la guerra artificial de Occidente contra Alemania.

El escritor inglés F. J. P. Véale, al consignar que los bombardeos de terror fueron iniciados por Churchill, comenta: "Uno de los mayores triunfos de la moderna ingeniería emocional es que, a pesar de la claridad del caso, que no podía enmascararse ni torcerse mate­rialmente, el público británico, a través de todo el período de la guerra relámpago—1940-1941— siguió convencido de que la responsabilidad por los sufrimientos que estaba experimentando recaía sobre los jefes alemanes".
Mr. Spaight reconoce que "hay abundante evidencia de que Hitler se opuso tenazmente al terror... ¿Qué?, puede exclamar el lector atónito. ¿Que no lo empezó? ¿Y Varsovia y Rotterdam? ¿No empleó Hitler en esas ciudades las tácticas de Douhet?

La respuesta es que ni en Varsovia ni en Rotterdam el bombardeo empleado fue estratégico; en otras palabras, no fue el tipo de bom­bardeo que Douhet imaginó. Fue un tipo táctico, usado para forzar la rendición de la guarnición que ocupaba la ciudad. La captura de una plaza defendida no figura en el bombardeo estra­tégico. Lo de Varsovia y Rotterdam fue semejante a los ataques de artillería sobre ciudades situadas en la línea del frente". (I)

En otras palabras, el bombardeo táctico consiste en atacar ciudades fortificadas sobre la línea de combate, o metas militares a retaguardía, y fue éste el bombardeo que practicó la Luftwaffe. En cambio, es muy distinto el bombardeo "estratégico", porque se'dirige específicamente contra grandes masas de población civil para crear el caos y desmoralización en el pueblo. Y fue éste el sistema que Churchill em­pezó a practicar el 1° de mayo de 1940 y que juego fue reforzado entusiastamente por Roosevelt y Stalin.
Tal revelación constituye un valiosísimo hecho histórico que la pro­paganda ha oscurecido.

FRANCIA TAMBIÉN REHUSA
LA RECONCILIACIÓN


Lo que Hitler tantas veces había dicho a Francia antes de que és­ta le declarara la guerra, o sea que no existían motivos de contienda entre alemanes y franceses, lo ratificó con hechos a la hora del armisticio y' no le hizo demandas territoriales. Ni siquiera le pidió la Flota, que podía considerarse como botín de guerra. Y es que la Flota sólo hubiera sido útil para combatir contra Occidente, que era en lo que Hitler se rehusaba a pensar se­riamente, mas no para la guerra contra la URSS, que era el motivo de su lucha.

(1) El Fantasma de Douhet. J. M. Spaight, ex Secretario del Ministe­rio Británico del Aire, "Royal Air Forcé Quarterly", abril de 1950.
En la conferencia de Estado Mayor del 8 de enero de 1941, Hitler or­denó: "Los ataques contra Gran Bretaña deben concentrarse sobre los abas­tecimientos y la industria de armamentos", según constancia documental ci­tada por el propio M. Spaight en "Air Power", 1954.

Por eso fue que Hitler trató de ganarse amistosamente a Francia cuando la tenía a su merced después de derrotarla. Ismael Herráiz, testigo de aquellos días, escribe en Europa a Oscuras: "Era el propio vencedor quien trataba de apresurar la sonrisa sobre el rostro de la 'Grande Mondaine'.
Tenía miedo de su propia fuerza, y como el gigante, se estremecía con el temor de aplastar a Gulliver entre sus dedos. Toda aquella portentosa musculatura po­lítica y militar del Reich se aflojaba tímidamente frente al regalo prodigioso que la guerra había traído hasta sus manos. En la Cancillería de Berlín se dibujaba el bizarro sueño de la colabo­ración. .. El alemán andaba sobre puntillas en la tierra de su reciente victoria. Yo vi que un dueño de restaurante se negó a servir a dos soldados alemanes, que tras de una ligera insistencia optaron por retirarse. Creo que nunca ha existido una victoria con menos alharaca.
La masa militar del Reich hacía muy poca ostentación de su fuerza, entonces colosal... Vivía la guerra sin desviarse un milímetro de la consigna de cada día. En el cami­no y en el vivac la conducta del soldado alemán era intachable". Si Hitler no pedía la flota francesa, en cambio Roosevelt amena­zaba a Francia con que "perdería la simpatía de Estados Unidos" si llegaba a entregarla. Y Churchill le decía al general Eisenhower: (I) "Si pudiera encontrarme con Darían, con todo lo que le aborrez­co, con gusto me arrastraría sobre mis rodillas y mis manos una milla entera si haciéndolo así lograra que atrajera esa flota suya al círculo de las fuerzas aliadas". Tal era la actitud de Churchill—incongruente con su cargo de almirante de la Reina de los Mares— ante la remotísima posibilidad de que la pequeña flota alemana se viera acrecentada por la flota francesa.

Precisamente ese temor llevó a Churchill a realizar su máxima hazaña guerrera cuando ordenó que las naves francesas ancladas en Mers-el-Kevir fueran cañoneadas por sorpresa. Hubo mil bajas entre los mari­nos franceses, quienes nunca se imaginaron que las naves británicas que se aproximaban fueran a atacarlos a mansalva. Esa acción de Churchill fue una mancha que ciertamente no merecía la Real Marina Británica.

El pueblo francés seguía teniendo más motivos de ofensa de sus antiguos aliados que de sus vencedores. Hitler hizo viaje especial para entrevistarse con Petain y buscar la reconciliación. No era una guerra totalitaria; por lo menos1 no lo era de parte de Alemania hacia el Occidente. Francia conservaba sus instituciones y Hitler iba a par­lamentar con ella. Londres reconoció el 25 de octubre de 1940 que "más parece que Hitler trata de ganarse a Francia para la paz que para la guerra".

(1) Cruzada en Europa.—Gral. Dwight David Eisenhower.

"Entretanto —revela Cordell Hull (I)—, la política de Estados Uni­dos respecto a Francia era impedir una alianza amistosa con Alemania". Y Londres anunció el 22 de diciembre de 1940. "La misión del embajador norteamericano ante Vichy, almirante Leahy, consiste en reforzar el'espíritu antigermano de Francia". El resultado de este forcejeo fue que también el nuevo gobierno re­chazó la amistad que Alemania le ofrecía, si bien no lo hizo abiertamen­te.

Mientras Petain fingía por,- un lado que deseaba la reconciliación germanofrancesa y accedía a suprimir la masonería, por otro seguía manteniendo vínculos secretos con Churchill y Roosevelt. Louis Rougier refiere ("Misión Secreta en Londres") que Petain y Churchill estaban de acuerdo en muchas cosas en cuanto a la política a áeguir en Francia.

{1) Paz y Guerra.—Departamento de Estado, Washington.
(2) Habla Petain desde la Isla D'Yeu.-Octubre 31 de 1949.

Posteriormente el mismo Petain reveló (2) - que cuando Alemania solicitaba mano de obra, él fingía acceder, pero luego silenciosamente impedía que la solicitud fuera atendida.

"Mantuve así —dice— el potencial económico de Francia... En 16,000 empresas rio hubo reclutamiento ni de un solo obrero... Mi política en Noráfrica al desembarcar los aliados fue:

1o.—Dar a los alemanes una apa­riencia de resistencia: al desembarque...
2o.—No hacer nada que pudiese, de una manera eficaz, obstruir a los aliados... En efecto, es cierto que mandé negociar un tratado, que debía mantenerse secreto,, con el Sr. Wiston Churchill".

Así se frustro, secretamente; el más grande intento qué hizo Hitler para lograr la reconciliación francesa y alemana, y fue el más grande y el más auténtico porque se realizó cuando Francia estaba caída ya merced del gigantesco poderío de cien divisiones alemanas que po­dían haber destruido todas las fibras de la soberanía de Francia.

En su libro "Odio Incondicional" el historiador inglés Russell Grenfell afirma: "Los alemanes comenzaron exteriorizando su deseo de ser conquistadores irreprochables. Los periódicos ingleses de 1940 informaron respectó a la excelencia de sus modales en Fran­cia, , levantándose jos soldados alemanes en tranvías y autobuses para ofrecer sus asientos a las mujeres, etc.. Pero Mr. Churchill saboteó con éxito esta conducta alentando y armando los movi­mientos de resistencia europeos, en gran parte constituidos por emboscados comunistas.

Los persas habían dicho muchos siglos antes: "O estrellamos la ca­beza de nuestros enemigos contra una piedra o serán ellos los que colgarán nuestros cuerpos en los muros de la ciudad". Y Gengis Khan había agregado: "Cuando es necesaria la severidad, la blandura está fuera de lugar. Con ella no transformarás al enemigo en amigo, sino que reforzarás más aún sus exigencias... Aniquilad siem­pre a vuestros enemigos".

Pero Hitler nunca consideró que Ingla­terra y Francia fueran sus enemigas, y ambas iban a levantarse nueva­mente (movidas por el Poder Judío) para atacar a Alemania cuando su situación fuera más comprometida en su batalla contra la URSS. L Desde el punto de vista estrictamente militar era un error que Hitler _ no apretara la mano sobre Francia para obtener ventajas estratégicas respecto a la guerra con la Gran Bretaña. El mariscal Kesselring recuer­da al respecto el proverbio de que "después de la victoria, cíñete más fuerte el casco", y dice que Hitler ignoró esa ley. El general Gurderian opinaba que tras la rendición de Francia debían invadirse sus colonias en África, con o sin su consentimiento, para batir al imperio colonial inglés y forzarlo a hacer la paz. Pero desde el punto de vista político (de una política orientada contra la URSS y no contra Oc­cidente) era lógico que Hitler buscara la amistad de Francia e hiciera todo lo posible para no agraviarla.

Es curioso observar cómo había más enemistad de parte de Italia hacía Francia, que de Alemania hacia Francia. Cuando el 10 de junio el ejército francés estaba ya completamente derrotado por el ejército alemán. Mussolini declaró [a guerra sólo para tener derecho al botín El mariscal Badoglio alegó que el ejército italiano no estaba preparado y Mussolini le repuso:
"Le aseguro que en septiembre todo estará terminado y sólo necesitaré algunos millares de muertos para sentarme a la mesa de la paz como beligerante". (I)
Cuando días más tarde ocurrió la rendición francesa, Hitler pro­curaba suavizar las condiciones del armisticio e Italia quería hacerlo más drástico. Galeazo Ciano, Ministro de Relaciones Exteriores italiano, escribió en su "Diario Secreto":

"Junio 17, 1940.—Disgusto de Mussolini por la rápida llegada de la paz, que trastorna sus planes. Quisiera la ocupación total del territorio francés y exige la rendición de la flota. Alemania pre­fiere benignidad hacia Francia. Ribbentrop insiste en que las condi­ciones deben ser benignas. Hitler considera al Imperio Británico, aun en los actuales momentos, factor mundial de equilibrio".

El propio Ciano anotó el 20 de junio: "Hitler habla con una mode­ración y una perspicacia que después de una victoria como la suya, en realidad sorprenden. No soy sospechoso de excesiva simpatía por él, pero hoy le admiro de verdad'!. Y el 20 de no­viembre (1940) agregaba: "Hitler tiene uno de sus característicos accesos de emoción... tenía los ojos empañados. Qué hombre tan extraño".

Testimonios de las más variadas fuentes y hechos reiterados a cada paso de la guerra demuestran hasta qué grado era profunda la de­terminación de Hitler de ganarse la amistad de Occidente y circuns­cribir la lucha entre Alemania y el marxismo israelita.

En su obra "Rommel" el general británico Desmond Young alude a ese esfuerzo alemán por ganarse la amistad de Francia: "No había un gran resentimiento —dice— contra el ejército alemán. Por el contrario, se le observaba con contrariada admiración. Aún hoy los ex miembros del movimiento de resistencia reservan su odio para la Gestapo y los SS. Respecto a los miembros del ejér­cito alemán, 'nadie puede decir que no fueran correctos y con la gente, se oye aún frecuentemente en la región de Francia don-, de estoy escribiendo. Su conducta es, en verdad, favorablemente comparada con la de los libertadores norteamericanos... ¿Porqué Hitler no fue hasta el corazón del Imperio Francés?... Si Inglaterra eco terca, él esperaba atraer a Francia... Además, ya pensaba en Rusia..."

(1) Italia en la II Guerra Mundial.—Mariscal Badoglio, italiano.

COMPLICIDAD DE OCCIDENTE CON
LA EXPANSIÓN DEL MARXISMO


En el invierno de 1939, a 1940, cuando. Alemanía afrontaba la di­fícil situación creada en el. Oeste debido a la declaración desquerráde Inglaterra y Francia, la URSS atacó a Finlandia para obligarla a que le cediera bases militares,

Entre los americanos hubo indignación por ese ataqué comunista yse pidió que E. U. ayudara con armas y créditos a los finlandeses, pero Roosevelt dio largas al asunto. Finlandia luchó heroicamente y al fin capituló sin haber recibido ni un dólar ni un fusil, de Churchill p de Roosevelt, que se decían enemigos de la agresión.: El falso barniz de ideales que la propaganda judía había dado a la contienda no resistía ninguna prueba; meses antes presentó como inconcebible que la superioridad de fuerzas de 80 millones de alemanes entrara en con­flicto con 40 millones de polacos.

¿No era más indignante la despro­porción de 200 millones de soviéticos contra tres y medio millones de finlandeses?

Una vez más quedaba claro que en la lucha contra Alemania no se estaba defendiendo a los países débiles. Cuando el Ejército Rojo sojuzgó a Georgia, Azerbaiján, Armenia, Kaskastán, Uzbekistán, Turk­menia, Tadjikia y Kirghisia, los estadistas occidentales guardaron si­lencio. Cuando más tarde el Ejército Rojo atacó a Polonia por la es­palda, y ocupó la mitad del país, Churchill y Roosevelt no le hicieron la menor recriminación. Y lo mismo ocurrió, por último, durante elataque soviético contra Finlandia.

Meses más tarde, el 16 de ¡unió de 1940, la mayor parte del ejér­cito alemán se hallaba empeñado en la campaña de Francia. La URSS aprovechó entonces la ocasión para invadir otros tres pequeños paí­ses: Estonia, Letonia y Lituania. ¿Dónde estaban, otra vez, los que decían combatir por el derecho y la libertad de los débiles? Acerca de esas invasiones, Churchill escribe en sus memorias: "Ru­sia avanzó sobre los inermes estados de Estonia, Letonia y Li­tuania. Una feroz liquidación de todos los elementos anticomu­nistas y antirrusos fue llevada a cabo empleándose los métodos acostumbrados.

Gran número de personas que durante veinte años habían vivido disfrutando libremente de su tierra natal, y que habían representado la mayoría dominante de su pueblo desapare­ció para siempre.... El 19 de junio llegó Zhadanov a Tallin para ins­talar un régimen similar al de los otros Estados. El 5 y 6 de agosto se barrió hasta con la ficción de los gobiernos llamados democrá­ticos y amigos de los soviéticos, y el Kremlin declaró que los Es­tados del Báltico quedaban anexados a la Unión Soviética". Esa feroz liquidación del anticomunismo en Estonia, Letonia y Li­tuania, "según los métodos acostumbrados" —como dice Churchill— recibe en la URSS el nombre de "ingeniería social".'

El periodista norteamericano William L. White dice sobre el particular: (I) "Los comunistas reconocen que en las regiones recientemente ocu­padas, muchos individuos no se pueden adaptar al sistema so­viético; tales provincias constituyen un problema de "ingeniería social". Tardan en adaptarse los que han obtenido cierto éxito bajo el régimen anterior. La lista negra incluye gobernadores, miembros del Parlamento, empleados municipales, policías, gran­des propietarios, etc. Los soviéticos infieren que el hecho de que esta gente haya servido al régimen anterior la hace innecesaria para el nuevo. En consecuencia, los arresta y deporta a campos de trabajo".

El general republicano español Valentín González (2) añade: "A los depurados de Estonia se les despojó de todo y se les envió a las regiones polares y a Siberia; a los de Lituania, a Arcángel, donde el frío llega a veces a 60° y 70° bajo cero. El tratamiento peor fue infligido a los rusos blancos... Así fueron trasladados de un extremo a otro de la inmensa Rusia muchos millones de seres humanos".

(1) Mi Informe Sobre los Rusos.—William L. White.
(2) La Vida y la Muerte en la URSS.—Valentín González.

En vez de hacer la más ligera reprobación por la crueldad con que cuatro países débiles acababan de ser atacadas por la URSS y tres de ellos aniquilados, Churchill le dirigió el 25 de junio de 1940 una carta personal a Stalin para estrechar más sus "relaciones confidenciales", según dice en sus Memorias.

Al día siguiente Stalin movilizó tropas hacia la frontera de otra pe­queña nación vecina, Rumania, y le envió un ultimátum exigiéndole la entrega de la provincia rumana de Besarabia y parte de Bucovina. Los rumanos no tuvieron más remedio que ceder y replegarse a la parte del territorio que les restaba.

Todo esto ocurrió mientras los alemanes luchaban en Francia, muy lejos de la frontera soviética. Pero en cuanto los franceses capitularon, el ejército alemán viró hacia el Oriente, acudió a reforzar a Rumania para que los soviéticos no penetraran más y comenzó a preparar las bases desde las cuales atacaría al Ejército Rojo. Entre tanto, la pro­paganda judía seguía hablando de la invasión alemana de Inglaterra, y tal embuste no tenía más objeto que azuzar a los pueblos occiden­tales —haciéndoles creer que se hallaban en peligro— para que no aceptaran la amistad que Hitler les ofrecía y permitieran así que todos los efectivos alemanes se lanzaran contra la URSS.

Por este tiempo Churchill planeó su acción "Catalina" para forzar el paso de la flota por el Báltico y "extender a Rusia la mano en forma que probablemente ejercería un efecto decisivo", según dijo. Y a pro­pósito del último atropello bolchevique contra Rumania, escribió Roosevelt: "Es posible que Rusia prive a Rumania de Besarabia, pero esto no tiene que estar necesariamente, en conflicto con nuestros in­tereses principales, que consisten en contener el movimiento ale­mán hacia el oriente", o sea hacia Rusia (Memorias de Churchill). Para entonces (verano de 1940) el Kremlin ya había concentrado cerca de Alemania 153 divisiones (2.295,000 combatientes), o sea 88 divisiones más que las que tenía allí antes de la ofensiva alemana en Francia. Después de ese significativo movimiento, el Ministro Molotov se trasladó a Berlín el 12 de noviembre (1940) y pidió manos li­bres para reanudar el ataque contra Finlandia, para incorporar a Bul­garia a su zona de influencia y para exigirle a Turquía bases en los Dardanelos. Hitler contestó negativamente las tres peticiones, Molotov regresó desairado a Moscú y en Berlín se activó el trazado del Plan Barbarroja para la invasión de la URSS.

Desde ese momento ya no cabía**duda sobre el inminente choque germano-soviético. La actitud de Hitler, que en tan decisiva ocasión actuó conforme a los intereses de roda Europa, contrastaba por cier­to con la diplomacia de Churchill y Roosevelt, que precisamente en esos días daban al Kremlin manos libres sobre Rumania y Bulgaria, sin prejuicio de gestionar asimismo (por otra parte) que estos países lu­charan contra Alemania.

CARNE DE CAÑON PARA FRENAR
EL GOLPE CONTRA LA URSS

Iniciado el traslado del ejército alemán, de Fran­cia a las bases de partida contra la URSS, los esfuerzos combinados de Stalin, Churchill, Roosevelt y su camarilla judía se concentraron en agitar a los países balcá­nicos para que atacaran a Alemania. Y no porque hubiera la más re­mota posibilidad militar de que triunfaran, sino simplemente para que sirviendo como carne de cañón frenaran y demoraran el inminente ata­que germano contra la URSS.

Ya no había entonces —fines de 1940— ninguna duda de que Hitler, como lo había dicho desde 1919, iba hacia el Oriente. E 3 de septiembre los planes de invasión de Rusia sé hallaban ya en su apogeo y fueron revelados a los principales comandantes del ejército. El Diario Secreto de Gano testifica, en su anotación del 4 de octubre, que en la entre­vista Hitler-Mussolini de ese día, en el Paso del Breñero, no se habló de ningún plan para invadir a Inglaterra; Hitler expresó sus esperanzas, de ganarse la amistad de Francia y se mostró ".enérgica y extremada­mente antibolchevique".

Ante los inequívocos síntomas de que el ejército alemán erigía bases en el Este para lanzarse contra el marxismo judío entronizado en Moscú, el Presidente Roosevelt, Churchill y Stalin reemprendieron desesperada búsqueda de más países que desangraran y retardaran el golpe de Hitler. Polonia, usada con ese fin en 1939, ya había sucum­bido. Francia, Holanda y Bélgica, utilizadas en 1940, estaban también fuera de combate. Las miradas de los tres estadistas se volvieron ha­cia los Balcanes.

Allí estaban Yugoslavia, Bulgaria y Grecia. Activamente comenza­ron a ser azuzadas y se les hicieron fabulosas promesas para que lu­charan contra Alemania. En el Medio Oriente, Turquía también fue cor­tejada con igual fin. La casa Real de Grecia estaba emparentada con la Casa Real de Inglaterra y fue fácil que cediera bases navales a la flota Británica. Un incidente ajeno a la voluntad, de Stalin, Churchill y Roosevelt vino luego a facilitar sus planes para encender la guerra en los Balcanes.

Resulta que ante la penetración soviética en la provincia rumana de Besarabia, Hitler ofreció a Rumania su apoyo para impedir que los rusos avanzaran más. Rumania pidió tropas y Hitler le envió 12 di­visiones, pero esto lo mantuvo en secreto hasta última hora y no se lo comunicó ni a Mussolini. (Cuando la guerra Con Polonia y cuando la invasión de Francia, Hitler ya había comprobado que en Roma no sabían guardar ningún secreto).

El Ducé se molestó porque no se le había informado previamente de los sucesos de Rumania y a su vez comenzó a preparar la invasión de Grecia —para anularla como base británica— sin consultar el caso con Hitler. Ciáno anotó en su Diario el 12 de octubre (1940) que Mussolini había dicho: "Hitler me presenta los hechos consumados. Tendrá noticia por los periódicos de que ha­bré ocupado Grecia. Creo que esta acción será útil y fácil".

Algo, sin embargo, se supo en Berlín, y el Secretario de Relaciones Von Ribbentrop se apresuró a comunicarle a Italia "que no .será bien vista acción ninguna contra Grecia". Simultáneamente Hitler prepa­raba otra entrevista con Mussolini para disuadirlo de ese ataque, pe­ro el Duce descargó repentinamente el golpe el 28 de octubre (1940). 27 divisiones italianas y una poderosa aviación fueron lanzadas desde Albania contra 16 divisiones griegas, pero fracasaron. No había en ellas espíritu de lucha.

Hitler recibió con gran contrariedad la noticia de que Italia había iniciado la invasión de Grecia. Eva Braun dice en su Diario que el Fuehrer comentó: "El Duce me contestó que todos éramos jugadores, en cierto modo, pero no es exacto. No soy un jugador; soy un orga­nizador. La guerra con Grecia era inútil y puede acarrear una nue­va orientación. Veremos ahora la fuerza de Gran -Bretaña y si los italianos saben pelear; luego, amo a los griegos y creo que cumpliré para Europa lo que Pericles realizó para la pequeña Grecia". Días más tarde, tras un ligero retroceso motivado por" la sorpresa, las tropas griegas se repusieron y rechazaron a los italianos hasta sus puntos de partida, y en ciertos sectores aún más atrás. Esta situación se mantuvo así todo el invierno de 1940-1941.

Como Hitler lo temía, la campaña italiana de Grecia tuvo dos gra­vísimas consecuencias: primera, al abrirse el frente ítalo griego se fa­cilitaron los planes de Churchill, Stalin y Roosevelt para provocar agi­tación en los Balcanes y empujar a Yugoslavia contra Alemania. Se­gundo, España se impresionó profundamente al ver que Italia era sólo una deslumbrante apariencia, y casi la víspera de aliarse al Eje resolvió volverse neutral.

La participación de España en la guerra era ya un hecho casi de­cidido; iba a ser una participación limitada en la que se permitiría a un Cuerpo de Ejército Alemán, al mando del mariscal .Von Reichenau (operación "Félix"),"pasar a través de la península para arrebatar a los británicos el Peñón de Gibraltar, cerrar el Mediterráneo y además conjurar así una invasión aliada de Europa por el Sur, como ocurrió tres años después. Franco había empezado ya a preparar a la opinión pública. El primero de junio de 1940 se hicieron manifestaciones estudiantiles en Madrid a fin de pedir que el Peñón fuera devuelto a Es­paña. El periodista Aznar, intérprete de Franco, escribió ese día: "Que­remos y enérgicamente demandamos, que Gibraltar sea devuelto porque es un jirón sagrado del suelo nacional".

El 4 de junio hubo manifestaciones juveniles similares en Barcelona, Salamanca, Valencia, Granada, Málaga y Cartagena. El 17 de julio Franco declaró ante el ejército que la "misión histórica de España, im­puesta por sus reyes católicos, fue la de poseer Gibraltar, extender el dominio español en África y el mantenimiento de unidad". Al día siguiente doscientos mil obreros desfilaron ante Franco gri­tando: "jGibraltar!"

El 31 de julio las propias autoridades británicas previnieron al pue­blo inglés que posiblemente en una semana más España se convertiría en aliada de Alemania. El 23 de agosto (1940), Galeazo Ciano anotó en su Diario Secreto: "El Caudillo Franco habla de la próxima entrada de España en la guerra y dice que ha pedido ya a los alemanes lo que necesita". El 23 de noviembre Churchill comunicó a Roosevelt que era inminente el paso de tropas alemanas por España para capturar Gibraltar.

Pero en vísperas de que tal cosa ocurriera, Franco vio que Italia fracasaba en Grecia, lo mismo que en Noráfríca, y comprendió que Alemania se hallaba sola en una inmensa contienda. Entonces decidió esperar más y dio media vuelta hacia la neutralidad. ' Ramón Serrano Suñer, en aquel entonces Ministro dé Relaciones Exteriores de España, hizo un viaje a Berchtesgaden para entrevistarse con Hitler. Su misión en ese momento era ya la de aplazar indefinidamente la entrada de España en la contienda. Respecto a esa en­trevista, dice(l) que Hitler comenzó: "Los italianos acaban ,de co­meter un gravísimo e imperdonable .error al empezar la guerra contra Grecia. Ni siquiera han tenido en cuenta el uso de la aviación, que es la mejor arma que ellos tienen". Luego pidió que España le permitiera atacar a Gibraltar.

Serrano Suñer refiere que rehuyó esa petición alegando las difi­cultades interiores de España y las grandes necesidades de abasteci­mientos, y que entonces el Fuehrer, con aire muy burgués y con ade­mán en cierto modo paternal, dijo: "Quiero hablarle como el mejor amigo de España que soy. No quiero insistir. No comparto en­teramente sus puntos de vista, pero me hago cargo de las difi­cultades de este momento". Tenía entonces la esperanza de que España se decidiría poco más tarde; llegó a creer en un plazo de un mes, pero Franco había ya percibido la incertidumbre del futuro: Italia fracasaba en Libia y en Grecia y se convertía en un lastre para Alemania, y Alemania

(1) España y la Guerra Mundial.—Ramón Serrano Suñer. Ministro de Relaciones Exteriores de España.

sola se enfrentaba a una gigantesca combinación de fuer­zas enemigas. España ya no iba a modificar su actitud de espectador neutral. Mussolini fue el causante de la pérdida de ese aliado, cuya apor­tación bélica pudo haber cambiado el curso de los acontecimientos. (I) El 20 de noviembre de 1940 Hitler le escribió a Mussolini haciéndolo ver los inconvenientes del ataque italiano a Grecia. "Hablando en términos generales —le decía— sentimos las consecuencias de un esfuerzo de la tendencia de no comprometerse prematu­ramente a nuestro favor", como era el caso de España. El 31 de diciembre volvía a escribirle a Mussolini: "España se ha negado a colaborar con las potencias del Eje... Lo siento, porque de nuestra parte habíamos completado todos los preparativos para cruzar la frontera española el 10 de enero y atacar a Gibraltar a principios de febrero. Esto, en mi opinión/nos hubiera dado, el triunfo en un tiempo relativamente corto. Las tropas destinadas a esta operación habían sido escogidas y adiestradas espe­cialmente. En el momento en que el Estrecho de Gibraltar hu­biese estado en nuestras manos, se hubiera acabado definitiva­mente el peligro de un cambio radical de actitud en África del Norte y África Occidental". (2)
Comentando ese episodio, Churchill dice: "La política del general Franco durante la guerra había sido de sangre fría y completa-.mente egoísta. La gratitud a Hitler y Mussolini no entraron para nada en su cerebro a pesar de la ayuda que les debía... España tenía la llave de todas Tas empresas navales británicas en el Medi­terráneo y ni en nuestras horas más sombrías .había usado esa llave en contra nuestra. Había otra forma sencillísima como el Gobierno de Franco podía habernos descargado este golpe de destrucción. Podía haber permitido que las tropas de Hitler cruzaran la Pe­nínsula y que sitiaran y capturaran Gibraltar para España..." Pero la alocada invasión italiana de Grecia ocasionó que España prescindiera de su alianza con Alemania. Y además también abrió las puertas de los Balcanes para que fuerzas británicas desembarcaran en Grecia y para que Yugoslavia se alineara en contra de Alemania.

En enero de 1941 el coronel Donavan llevó la representación de Roosevelt a Yugoslavia y alentó al Gobierno a que lanzara al país a la contienda. El 14 del mes siguiente Roosevelt se comunicó con el

(1) El Ejército español constaba de 22 divisiones, con 250,000 hom­bres, y aunque se hallaba deficientemente armado, las bases militares de España abrían incalculables posibilidades estratégicas sobre el Mediterráneo, el Atlántico y África.

(2) Correspondencia Confidencial entre Hitler y Mussolini

gobierno yugoslavo (I) para pedirle que no firmara el pacto de paz y amistad con Alemania. A sabiendas de que era imposible enviarle ayuda y de que si Yugoslavia combatía sería vencida, volvió a alen­tarla con irrealizables promesas.

El pueblo americano, sin embargo, no apoyaba esa intromisión de Roosevelt en la guerra europea y seguía siendo neutral. Para vencer esa resistencia, el. Secretario de Estado, Cordell Hull, dijo el 24 de abril: "Desgraciadamente muchas personas no se han dado cuenta de la naturaleza de la crisis mundial... Los acontecimientos han de­mostrado hasta la saciedad que la seguridad de este hemisferio y de la nación exige resistencia dondequiera que la resistencia > sea más efectiva".

Ya entonces Hull y Roosevelt sabían con absoluta certeza que Ale­mania hacía los últimos preparativos para atacar a la URSS y que Esta­dos Unidos y los intereses de todos los países occidentales se hallaban completamente al margen de las metas de Hitler. Pero esto lo ocultaron al pueblo norteamericano a fin de seguirlo empujando a la contienda. Por su parte, Churchill secundaba a Roosevelt. "Desde Londres —dice en sus Memorias— hice cuanto me fue posible para po­ner a Yugoslavia contra Alemania y el 22 de marzo telegrafié al doctor Cvetkovic... Contamos con la indiscutible supremacía de los Océanos, y con la ayuda americana pronto obtendremos una superioridad decisiva en el aire... la historia de la guerra rara vez ha presentado otra oportunidad mejor". , Era esa la macabra oportunidad de empujar a la muerte a millares de yugoslavos.

Sin embargo, el gobierno yugoslavo percibió la infamia de la ma­niobra y la rechazó. El 24 de marzo firmó el pacto de paz y amistad con Alemania. Nada perdía con eso, porque Hitler no le pedía nada, y ni siquiera existía conflicto alguno germano-yugoslavo.

"Entonces —dice Churchill— envié a /nuestro embajador en Yugoslavia, Mr. Campbell, un mensaje que decía: 'No de¡e usted que se forme una brecha entre su persona y el príncipe Pablo o los ministros. Continúe molestándolos y figurativamente hostigándo­los. Solicite audiencias, no acepte respuestas negativas. Aferróse a ellos, indicándoles que los alemanes ya están considerando co­mo supuesta la subyugación del país. No es este el momento de hacer reproches ni de formular despedidas con mucha dignidad". Es decir, la intriga proseguía...

Las organizaciones secretas se movieron desesperadamente. Jefes inteligentes de los 650,000 judíos que habitaban en los Balcanes movieron resortes de agitación pública; los partidos comunistas recibie­ron instrucciones del Kremlin y el 27 dé marzo ocurrió
(1) Paz y Guerra.—Departamento de Estado, Washington.

un cuartelazo. El Gabinete yugoslavo fue derrocado, se desconoció el tratado de paz con Alemania, hubo manifestaciones antigermanas y Yugoslavia fue puesta en pie de guerra casi a retaguardia de las fuerzas alemanas que se hallaban en vísperas de atacar a la URSS.

Churchill se presentó gozoso en el Parlamento a dar la "buena noticia". Si. no había triunfos militares, por lo menos el arma de la in­triga seguía siendo eficaz. En Moscú se recibió la noticia con vítores y la noche del 5 de abril Stalin ofreció a Yugoslavia una alianza. De ese modo Grecia y Yugoslavia se convirtieron en un nuevo frente de lucha contra Alemania. '

Stalín, Roosevelt y Churchill tenían grandes esperanzas en que ese frente montañoso, lleno de bosques, falto de caminos, atascara por mucho tiempo la máquina militar alemana. Para sostenerlo había 42 divisiones aliadas (23 yugoslavas, 15 griegas y 4 británicas) colocadas frente a 31 divisiones que Alemania había distraído de las bases desde las cuales preparaba el ataque a Rusia. El Estado Mayor General alemán batió un récord de improvisación en este caso y desde Prusia Oriental transfirió tropas que ya se encontraban dispuestas para la embestida contra la-URSS. Fue raro que una improvisación así resul­tara cronométricamente exacta.

Casi todo el equipo blindado que iba a participar en el extremo sur de la invasión de Rusia fue sacado., de sus bases y empleado en esta campaña de emergencia, y conse­cuentemente la fecha del ataque antisoviético tuvo que aplazarse. En su desesperada lucha contra el tiempo y los preparativos de Stalin, Hitler volvió a pedir a sus tropas un esfuerzo supremo para vencer rápidamente la crisis en los Balcanes, y la mañana del 6 de-abril (1941) dio la orden para que 20 divisiones se lanzaran contra el nuevo frente.

El Mariscal Wilhelm List dirigió al 12o. ejército en la principal em­bestida, que trepando por las accidentadas montañas de Serbia cortó a Yugoslavia por el sur. En cinco días su 2a. división blindada se abrió rabiosamente paso hasta el puerto griego de Salónica. Esta maniobra fue un golpe fulminante de triple acción.

I o.—El ejército yugoslavo quedó cortado de los ingleses y los griegos.

2o.—El frente griego de Macedonia —donde se esperaba una larga lucha en las montañas— fue súbitamente envuelto y cortado de sus bases de abastecimiento. " '

3o.-—El frente anglo griego de Albania se vio peligrosamente flan­queado y tuvo que batirse en retirada. (I)

(1) La teoría del estratega Clausewitz, de que el defensor fortificado en zona montañosa lleva la desventaja, tuvo en los Balcanes una palpable demostración. "Este resultado -—escribió Clausewitz el siglo pasado— contrasta con la opinión común, pero cuántas cosas no hay que la opinión co­mún confunde". La zona montañosa es susceptible de ser envuelta y enton­ces todo dispositivo de defensa cae como fruta madura.

Fragmentado así el frente, el ejército yugoslavo fue comprimido en la trampa que se formó entre Belgrado y Skoplje. Al onceavo día de lucha capituló y cayeron prisioneros 335,000 soldados que no llegaron a reci­bir ¡a prometida ayuda de Roosevelt y de Churchill. Y es que la promesa de esa ayuda, militarmente imposible, sólo había sido un recurso para que la URSS ganara más tiempo mediante la ajena carne de cañón.

El frente griego de Macédonia luchó desesperadamente y el an-glcgriego del sur de Albania se batió en retirada para no ser copado. El histórico Paso de las Termopilas y la legendaria Atenas volvieron a ser escenarios de combates. Los británicos retrocedieron hasta re­embarcarse por donde habían llegado y el 24 de abril Grecia se que­dé sola y también capituló, después de haber perdido 233,000 pri­sioneros, la mayor parte de ellos en la batalla de cerco librada en Macédonia. Al concertarse el armisticio, Hitler ordenó que todos los prisioneros griegos fueran puestos en libertad.

La campaña de los Balcanes duró 18 días; 1,676 oficiales y soldados alemanes perecieron, y 3,752 cayeron heridos. Recapitulando lo ocu­rrido, Hitler dijo ante el Reichstag el 5 de mayo:

"A todos nos asombró la noticia del golpe de Estado, dado por ese puñado de conspiradores, el cual provocó un aconteci­miento que permitió al Primer Ministro británico decir con ale­gría que por fin tenía una buena noticia que dar... Seguramente comprenderéis que cuando oí esto, inmediatamente di la orden de atacar a Yugoslavia... Es intolerable concertar un tratado ex­clusivamente en interés de la otra parte, y descubrir que no sola­mente ha sido quebrantado de la noche a la mañana, sino que es respondido con insultos al representante del Reich alemán, con amenazas al agregado militar y al ayudante de éste, con la destrucción de los comercios alemanes, a los que se maltrata y se aterro­riza.

¡Dios sabe que quise la paz...! Las fuerzas armadas superá­ronse a sí mismas en esta campaña. La justicia histórica me obliga a decir que el enemigo, particularmente los soldados griegos, lucharon con valor y desprecio de la muerte. Capitularon única­mente cuando la resistencia se hizo imposible y por tanto inútil... Como alemán y como soldado considero indigno vituperar al ene­migo caído... Con la mirada en el Altísimo que guía los destinos de la humanidad, agradezcámosle que haya hecho posible para nosotros alcanzar tantos éxitos con tan poco derramamiento de sangre. Sólo podemos pedirle que no abandone a nuestro pueblo en el futuro... En la era del judaísmo y del capitalismo, el nacionalsocialismo brega por la justicia social y por el buen sentido".

Aunque Yugoslavia y Grecia habían sido anuladas como bases mi­litares contra el Ejército Alemán, gran parte de los propósitos del ju­daismo se habían realizado. El propio Churchill dice en sus Memorias: "Sabemos que la directiva de Hitler el día 18 de diciembre (1940) había prescrito el 7 de mayo (1941) como la fecha para la invasión de Rusia y que en su furia por la revolución de Bel­grado, la aplazó el 27 de marzo durante un mes y posteriormente hasta el 22 de junio". (I)

Por otra parte, el Ejército Alemán iba paulatinamente disgregán­dose y el ataque a la URSS ya no tendría su máxima concentración. Sin contar con las 216,000 bajas padecidas en la lucha desde Polonia hasta Yugoslavia y Creta, ese ejército tenía que vigilar más de un mi­llón de kilómetros cuadrados (1.019,297) de territorio hostil, poblado por 83 millones de habitantes. Tan sólo para esa misión de patrulla Hitler tuvo que distraer íntegramente 63 divisiones, compuestas por 945,000 hombres, según precisa el capitán Stig Waldenstrom en la revista sueca No. 11 "Ny Militar Tidkrift", de 1951. Consecuentemen­te, más de un millón de hombres se restaron a la ofensiva contra Rusia. Ese fue el provecho que el marxismo israelita obtuvo del sacrificio de los países europeos arrastrados a una guerra que no les concernía y entre los cuales figuraron Polonia en la primera etapa; Noruega, Holanda, Bélgica y Francia en la segunda, y Yugoslavia y Grecia en la tercera. En esa crisis Turquía logró conservar su neutralidad, pese a la tremenda presión diplomática y a las promesas de ayuda que estuvieron haciéndole Roosevelt, Stalin y Churchill.

(1) Es incalculable el desarrollo que hubiera tenido la invasión de Rusia en caso de iniciarse mes y medio antes de lo que ocurrió. Incuestionable­mente el invierno habría encontrado mejor situado al Ejército Alemán.

Mientras Churchill y Roosevelt sacrificaban a Yugoslavia y Grecia para demorar la ofensiva alemana antibolchevique, el Alto Mando Alemán vela con alarma cómo la URSS iba concentrando en su frontera más de 100 di­visiones de infantería, 40 motorizadas y 20 de caballería. El jefe del Estado Mayor General Alemán, Franz Halder, dijo posteriormente que sintió re­correr su cuerpo un escalofrío al enterarse de las aterradoras concentra­ciones soviéticas.