SUCESOS ALARMANTES EN EL EXTERIOR.
Mientras la reforma agraria sacudía a
El general ruso Vassil K. Bluecher, comandante en Siberia, se hallaba alarmado por la colectivización, lo mismo que el mariscal Tukhachevsky y otros muchos altos jefes militares, y lograron que la reforma fuera aplazada en Siberia, debido a la crisis planteada por el avance japonés en el norte de China.
En el occidente de
Como Hitler era el jefe del único partido anticomunista de Europa capaz de abatir al marxismo, y como ya había llegado al Poder, varios jefes de
Lew Devidovich Bronstein (conocido como León Trotzky) se hallaba en el extranjero porque había tenido hondas diferencias con Stalin respecto a la táctica a seguir. Pero desde su exilio ejercía todavía poderosa influencia en
Pero Stalin no tomaba muy en serio a Hitler. Se burlaba de los temores de Trotzky y de la incertidumbre de otros jefes prominentes de
Ciertamente Hitler había sido nombrado Canciller por el Presidente Hindenburg, pero de los diez ministerios del Gabinete sólo contaba con dos: con el Ministerio del Interior (sin jurisdicción sobre
El Partido Comunista de Alemania tenía instrucciones del Kremlin para seguir atacando a los sociaidemocratas y a los nazis, en la seguridad de que el triunfo de Hitler sería transitorio y de que muy pronto lo derrocaría, cosa que provocaría una crisis a !a medida para "desatar el diluvio comunista". En otras palabras, se daba por seguro que el precario ascenso de Hitler serviría para justificar, poco mas tarde, que se barriera con todo el nazismo, con toda !a "derecha", con toda la "reacción", con todo el “anticomunismo". El único partido poderoso para capitalizar la caída de Hitler era el Partido Comunista Alemán.
Los cálculos sobre una inminente caída de Hitler parecían muy bien fundamentados porque dentro de Alemania había varios grupos poderosísimos de oposición a Hitler. Entre ellos figuraban:
1. El general Von Schleicher, ex canciller, que había propiciado el Trátado de Rapallo. Schleicher era partidario de crear una milicia parecida a la de
2. Wilhelm Leuschner, Max Habermann y Jacob Kaiser (nacidos en Alemania, aunque no alemanes de origen) controlaban una red de sindicatos obreros y podían llegar a realizar paros y huelgas que crearan el caos preliminar del "diluvio comunista". Operaban en relación con el líder Gronowski, influyente dentro del movimiento de trabajadores católicos, que agrupaba a medio millón de obreros.
3o. En el movimiento "Demócrata Cristiano" había otra célula procomunista. Los prelados Schoenfeld y Bonhoeffer, protestantes, y los prelados católicos Koenig y Roesch simpatizaban con el movimiento de oposición, aunque muy reservadamente.
(I) El Estado Mayor Alemán.- Walter Goerlitz, antinazi
Gloria y Ocaso de los Generales Alemanes.- Curt Riess
4. Ernst Roehm era jefe de
Roehm era homosexual, expuesto al chantaje y a los desequilibrios mas dañinos; juzgaba “reaccionarios" a los empresarios, a los sacerdotes, a los comerciantes y a los militares de carrera y aspiraba a eliminarlos en la "segunda revolución". Hitler no estaba de acuerdo con nada de esto.
Dado todo lo anterior (que es apenas un esbozo de los grupos influyentes que se disponían a derrocar a Hitler), resultaba fundado el optimismo de Stalin y del grupo de jerarcas que pensaban como él. Todos ellos tenían la seguridad de que en semanas, o meses, Alemania ardería por los cuatro costados y que entonces pasaría a ser botín del comunismo.
IMPONDERABILIDAD DE LAS FUERZAS METAFÍSICAS.
Las fuerzas físicas pueden medirse con exactitud y su trayectoria y duración pueden predecirse, pero las fuerzas metafísicas son imponderables. Podría afirmarse que estas son fuerzas de un plano superior que ocasionalmente se materializan en el nuestro.
Las fuerzas físicas del hitlerismo eran insignificantes en relación con las fuerzas que se le oponían dentro y fuera de Alemania. Primero se creyó que Hitler no llegaría al poder, y luego que ascendió a
Fue un milagro de equilibrio, de tacto, de certera audacia, de franqueza que atraía a unos y desconcertaba al enemigo, lo que fue apoyando la precaria situación de Hitler como Canciller. Detrás de sus tuerzas físicas, relativamente reducidas, bullían fuerzas metafísicas que iban superando obstáculos y atrayendo voluntades.
Hitler fue directamente a las bases visibles del adversario o incluso a los reductos más ocultos.
Cortó de un tajo el "capitalismo especulativo", el que explota y engaña, o sea el "supercapitalismo", pero sin dañar el auténtico capitalismo, el que presta un bien social como factor de producción y progreso. La propiedad privada podía desarrollarse con cauces morales.
Como consecuencia de lo anterior, aumentaron los centros de trabajo y las inversiones. La masa de seis millones de cesantes empezó a disminuir rápidamente y el nivel de vida del obrero comenzó a subir. En cinco años la producción se duplicó.
La economía del Estado se encauzó a reforzar la producción de la iniciativa privada, no a suplantar a ésta mediante la absorción de los medios de producción. En esta forma se practicaba un "socialismo" auténtico, tendiente a mejorar la sociedad no el engañoso socialismo marxista que al absorber a la iniciativa privada no mejora al pueblo, sino que únicamente aumenta su propio poder político.
En el campo laboral Hitler liquidó la dañina "lucha de clases" de obreros y patrones. En vez de esa dualidad estableció la convergencia de clases hacia el bien del todo. Disolvió a los grupos lideriles (en su mayoría con vinculaciones internacionales comunistas) y suprimiendo el “capital especulativo" hizo posible que el obrero trabajara identificado con el patrón, mediante salarios justos y trato decoroso. Síndicos laborales del Frente de Trabajo fijaban los salarios de acuerdo con las posibilidades de cada, empresa. Al patrón se le exigía responsabilidad sobre el bienestar de sus empleados y obreros. Para evitar la inflación (alza desenfrenada de precios) se cuidaba que el aumento de salarios fuera proporcional al aumento de la producción.
Acerca de la agricultura se proclamó que "la ruina del campesino alemán sería la ruina del pueblo alemán". Las fincas de hasta
Respecto a la amenaza comunista, Hitler la trató como tal. El marxismo no era una ciencia económica ni una ciencia social, como pretendía para camuflarse, sino una conspiración internacional. Por tanto, prohibió el Partido Comunista Alemán y toda propaganda marxista. Decía que una sociedad sana combatía a los facinerosos sin discutir con ellos.
En el campo religioso, Hitler precisó que su doctrina era un sistema político que nada tenía que objetar a las creencias religiosas, y concertó un Concordato con el Vaticano. Años después el Papa Pío Xll condenó varios puntos del nazismo en su encíclica "Con Ardiente Preocupación". Concretamente decía que los valores de "la raza, o el pueblo, o el Estado, o la forma de Gobierno o cualesquiera otros valores básicos de la configuración social humana" no deberían convertirse "en la norma máxima de todos los valores" porque esto "invierte y falsea el orden de las cosas tal como fue creado y mandado por Dios".
Tocante a la prensa, la radio, el teatro y la literatura en general Hitler estableció una censura públicamente anunciada. En vez de la hipócrita "libertad" que en muchos países era realmente censura vergonzante, secreta, estableció una censura visible, pública. Se suprimió, por ejemplo, la naciente campaña antinatal de diarios y revistas, pues Hitler decía que una guerra mataba "un fragmento del presente", pero que el control natal en Europa "mata más gente que todos los que cayeron en los campos de batalla, desde los tiempos de
También se prohibió la pornografía impresa, teatral o cinematográfica, las publicaciones de homosexualidad, las distorsiones del arte, etc. En una ceremonia pública fueron quemados folletos, revistas y libros como los de Sigmund Freud, creador del psicoanálisis pansexualista. "La ceremonia de hoy (dijo Goebbels el 10 de mayo de 1933) es un acto simbólico. Ella demostrará al mundo que el fundamento de
En el ramo de la política internacional, Hitler acabó fulminantemente con el Tratado de Rapallo, del que
Respecto a la "revolución" que Roehm anhelaba para darle un sesgo "socialista-izquierdista" al "nacional-socialismo", Hitler celebró una reunión de jefes de
El otro propósito de Roehm, de convertir a
Hitler sabía que en el Alto Mando del Ejército había varios generales que ansiaban derrocarlo. Una de sus primeras actividades como Canciller fue reunir a 400 altos jefes militares y hablarles de su doctrina. Después celebraba entrevistas personales con algunos de ellos. En parte persuadió a muchos con sus argumentos y los hizo partidarios suyos, aunque nada logró con aquellos que secretamente eran células de infiltración. Por otra parte, aprovechó en su favor el celo que los oficiales sentían respecto a la enorme fuerza de
Corno Roehm persistía en sus planes, el 30 de junio de 1934 fue detenido y ejecutado, junto con 71 de los jefes fanáticamente adictos a él. Por cierto que causó gran sorpresa que entre los conjurados con Roehm se encontrara el Dr. Erich Klausener, presidente de
El general Schleicher, ex ministro de Defensa y ex Canciller, antiguo protector del Tratado de Rapallo, se mostraba muy confiado y decía indiscretamente que Hitler no viviría mucho. Había entrado en tratos con Roehm para derrocar a Hitler. El general Von Bredow también se hallaba comprometido en este plan. Días después de la muerte de Roehm, Schleicher y Bredow fueron liquidados por lo Gestapo. Se dijo que presentaron resistencia cuando iban a ser aprehendidos. El Ejército no protestó porque Schleicher era visto con suma desconfianza debido a sus planes de crear en Alemania una milicia al estilo de los soviets.
El general Hammerstein, jefe del Ejército, muy adicto a Schieicher, llamado el "general rojo" y recalcitrante adversario de Hitler, fue relevado del mando, aparentemente por haber llegado a la edad límite. El anciano presidente Hindenburg dio su apoyo moral a iodo lo anterior v felicitó a Hitler.
En esta forma, en poco menos de año y medio desde que subió a
Al mismo tiempo los comunistas veían que lo que habían juzgado imposible estaba haciéndose posible y que no llegaba el caos que poco antes consideraban inminente. Cada día era más difícil desencadenar lo que ellos mismos llamaban "el diluvio comunista".
El fracaso rojo repercutió en los gruesos muros del Kremlin.