lunes, 12 de enero de 2009

Inflación Deflación. 1ª Parte.

A continuación postearemos partes de la obra: "Inflación y deflación empobrecedora", 7ª edición actualizada, ya que contiene mucha información clave, que implica a esa plutocracia "elegida" para instaurar el gobierno mundial d ela sinarquia. Guerreros de la verdad, es de decir, del Espítitu inmortal, tomen nota, y muestren al mundo el rostro del verdadero enemigo d ela humanidad: EL BANQUERO INTERNACIONAL.
A tiempo de agradecer a Salvador Borrego Escalante por la colosal obra de investigación, es un deber difundirla, en aras de la VERDAD HISTÓRICA.


Capítulo I. ¿Economía Misteriosa?

NO ES TAN OSCURA, PERO LA OSCURECEN

John Kenneth Galbraith, eminente economista, ex director del Sistema de Control de Precios en Estados Unidos durante los críticos años de la segunda guerra mundial, dice en sus 'Memorias': "No hay en ese dominio (el de la economía) ninguna idea que no pueda ser expresada en lenguaje común y corriente, aunque ello exija algún esfuerzo. La obscuridad que caracteriza a la prosa económica profesional no deriva de la dificultad del tema. Es consecuencia de un pensamiento no del todo madurado; o bien, refleja el deseo del iniciado de elevarse por encima del vulgo; o también puede ser debida a temor de que se descubran sus insuficiencias". (' Memorias1, pág. 599).

Otro economista no menos famoso, representativo de la escuela económica austríaca, Ludwig von Mises, escribió: "La economía, agrédenos o no, ha dejado de ser esotérica rama del saber, accesible tan solo a una minoría de estudiosos y especialistas. Porque la ciencia económica se ocupa precisamente de los problemas básicos de la sociedad humana".(1)

Y desde un ángulo muy diferente Hítler dijo que se puede hablar de economía sin utilizar términos inaccesibles para la mayoría: "Suele ocurrir que lo que en apariencia parece tan difícil, es muy sencillo en la realidad; que la dificultad ha sido originada al correr de los siglos por los hombres mismos, muchas veces por un cierto orgullo, debido a que consideran magnífico hablar de ciertas cosas no comprendidas por todos... Yo juzgo la economía desde el punto de vista del provecho que proporciona y no partiendo de una teoría... Las personas no están al servicio de la economía, sino la economía al servicio de las personas... Todas las teorías no sirven para nada cuando no hay qué comer". (2)

Por su parte, Galbraith -después de ser administrador de asuntos económicos en los países ocupados de Europa al terminar la segunda guerra mundial- refiere cómo los expertos Raymond Goldsmith y Gerhard Colm realizaron el cambio de moneda en la Alemania derrotada, y dice: 'Tras los velos engañosos de misterio con que siempre se envuelven las medidas monetarias para evitar que sean juzgadas por la opinión pública, los pobres pagaron por todos los demás, como suele ocurrir". ('Memorias', pág. 286).

Así, pues, no le está vedado al sentido común hablar claramente de que la práctica económica llamada "liberal" esconde un factor capcioso que ha venido sometiendo al mundo a cíclicas presiones empobrecedoras. Una presión que se ejerce en pinzas: por un lado la Inflación y por el otro la Depresión. O hay más dinero del que la producción de bienes apoya, y consecuentemente todo se encarece, o escasea el dinero y entonces baja el consumo, disminuye la producción y aumenta el desempleo. Dogma: no hay más que esas opciones.

Ese dogma subsiste porque la economía de cada país está sujeta a un centro económico Supranacional, a una cúpula Supracapitalista que rige sobre el interés de los pueblos.

1 "La Acción Humana", pág. 1059. Editorial Sopee, Madrid, 1968.

2 Conferencia con los obreros el 20 de mayo de 1937. "Habla el Führer", pág. 393. Editorial Plaza Janes, 1973.

Lo que ocurre en el campo de la economía no es consecuencia del azar. Tampoco es una contingencia provocada por terremotos, diluvios o guerras. Con frecuencia las crisis se presentan en los momentos menos esperados.

Durante la última mitad del siglo XIX Estados Unidos -prototipo de economía rica y sólida- sufrió seis crisis de Inflación-Deflación: en 1847, 1857, 1866, 1873, 1882 Y 1900. Luego se repitieron en 1907, 1920 Y 1929-33. Esta última fue devastadora, pues la producción se abatió súbitamente en un 33% y quedó desempleada la cuarta parte de la población activa. Hubo miles de quiebras y apareció el hambre. Todas esas crisis de Inflación-Depresión han sido estudiadas milímetro a, milímetro con el auxilio de las matemáticas y de variadas teorías económicas, y siempre hay economistas que convergen en las más abstrusas interpretaciones, como quien se encuentra ante un dogma de dos tenazas, imposible de conjurar.

No es tan impenetrable el misterio. Lo que se esconde detrás de él es una determinada manera de planear y manipular la economía ("macroeconomía") desde las altas cúpulas internacionales, las cuales crecen más a costa del empobrecimiento organizado.

Eso no es obra del azar...

Siempre hay alguien que planea y dirige. La economía internacional no vaga al garete, sin rumbo ni piloto. Una minoría, de poder concentrado, le va marcando derroteros.

¿Acaso una minoría no puede influir decisivamente? Fuerzas económicas densamente concentradas pueden dominar a fuerzas económicas dispersas.

Algunas teorías suponen que la economía se rige por sí sola, por un sortilegio de ajustes automáticos.

¿Existe algo complejo que pueda funcionar sin plan ni dirección?

¿Puede una planta industrial trabajar sin que nadie oprima un botón, aceite unos engranes o cambie una banda? ¿Puede funcionar sin que nadie formule un plan y marque metas?.. Ni la más pequeña empresa funciona por sí sola. Tampoco funciona automáticamente la economía internacional. Hay una mano que la dirige, la encauza, la acelera o la frena.

En los últimos doscientos años la Ciencia y la técnica han evolucionado más que en varios milenios anteriores. Ambas brindan a la economía enormes y variados recursos para explotar las riquezas naturales, y han multiplicado el poder de producción de cada hombre económicamente activo. Por su parte, la ciencia económica ha acumulado en los últimos doscientos años más sabiduría que en los dos milenios anteriores. Sin embargo, en el presente siglo ni siquiera garantiza la conservación del valor adquisitivo de miles de millones de habitantes del mundo. Siguen ocurriendo, cíclicamente, periodos en que se reduce el poder adquisitivo de pueblos enteros, así sean del primero, del segundo o del tercer mundo.

Todos los países sufren, de tiempo en tiempo, el fenómeno empobrecedor de la Inflación o el otro extremo de la tenaza, llamado Deflación (recesión).

Ahora bien, lo que los pueblos pierden en su poder adquisitivo no se va a Saturno, ni se esfuma por un fenómeno sobrenatural. ("Nada se crea, nada se acaba, todo se transforma"). Parte de lo que los pueblos pierden cíclicamente con la tenaza Inflación-Deflación va a parar a manos de la cúpula financiera internacional.

A ese poder económico-político se le puede llamar Supracapitalismo. Es un poder que va mucho más allá de la usura. No es propiamente la esencia del capitalismo (que sencillamente requiere de propiedad privada, producción, utilidad y libre competencia), sino que opera por encima de estos fenómenos para manipularlos. Y su móvil no es desde luego la utilidad lícita, ni la usura desbocada -aunque se valga de ésta-, sino un propósito mesiánico de obtener poder en todas las áreas: políticas, ideológicas, filosóficas y educativas. Es decir, poder mundial...

Ese propósito de dominio es una Revolución Mundial. Y es importante reconocer que el término revolución" (originalmente aplicado al cambio violento de un régimen de gobierno y de política) tiene desde hace siglos una nueva acepción esotérica (secreta), o sea su vinculación al movimiento que ha venido buscando la hegemonía de una estirpe, desde hace dos mil años.

Si un cambio de régimen o un nuevo movimiento político carece de tal vinculación, ya no se le considera dentro de la Revolución, sino enemigo de ella. Así ha ocurrido con la insurrección cristera de México, el levantamiento de Franco en España, el fascismo en Italia, el nazismo en Alemania, el régimen de Pinochet en Chile, etc.

La Revolución, conducida y financiada por el Supracapitalismo, persigue sus propias metas, no el beneficio de los pueblos. Así lo evidencia el hecho de que cíclicamente mutile lo que millones de habitantes han creado con su esfuerzo y que luego ven disminuido con las crisis económicas. Inflación-Deflación, ¿alternativa imposible de esquivar? Hitler se encontró con ella en 1933 (empobrecimiento de ambos signos) y la rechazó diciendo: "En el campo económico no existe dogma alguno para perjudicar a un pueblo... Lo decisivo en la vida del individuo no es el billete de banco que se le entrega, sino lo que puede adquirir con él... Es imposible comprar más de lo producido. El total de la producción nacional determina el nivel de vida de la nación".

Consecuentemente, decidió que la solución no estaba en producir más billetes (Inflación), ni tampoco en mutilar la actividad económica (Deflación), sino en aumentar vigorosamente la producción de bienes y servicios, para lo cual necesitaba hacer a un lado el dogma (Inflación-Deflación) Y desvincularse de la cúpula del poder económico internacional, que él denunció como economía "esencialmente judaica". Los hechos parecieron darle la razón, pues en 5 años convirtió a la Alemania arruinada en una potencia de primer orden, aunque se había atraído sobre sí a un enemigo implacable.

En este punto hay qué hacer hincapié en que por ahora ningún país puede ya desvincularse del control económico internacional para practicar una economía realmente propia, ajena a la cíclica tenaza empobrecedora. La oportunidad de lograrlo se perdió en la segunda guerra mundial.

Ahora todas las naciones se encuentran firmemente uncidas al control Supracapitalista y no pueden eludir la tenaza que de tiempo en tiempo les mutila su patrimonio. Todas tienen economías de tipo colonial, y esto ocurre lo mismo en Argentina, que era próspera productora de víveres, que en Brasil con enormes recursos; lo mismo en Venezuela, con grandes mantos petroleros, que en México con toda clase de riquezas naturales. Igual en un país que recibe créditos por 50.000 millones de dólares, que en otro que los ha recibido por 110.000 millones. En todo caso se hallan "enganchados", víctimas del "servicio de la deuda".

Únicamente creyendo que los fenómenos económicos ocurren debido al puro azar, y que son tan imprevisibles como inevitables, y que suceden forzosamente en los países grandes, medianos y pequeños, en los más cultos y en los más incultos, se puede afirmar que no existe nadie que los provoque.

El sentido común se niega a hacer tal afirmación.

Puede formularse -como ocurre con la Ciencia cuando enfrenta un fenómeno de oscuros orígenes-la hipótesis de que la existencia del Supra capitalismo es la causa de que el avance de las ciencias no hay sido capaz de librar al ser humano de la tenaza empobrecedora de la Inflación y la Deflación.

Tal planteamiento puede irse haciendo más claro a medida que se vayan identificando -en los siguientes capítulos los orígenes del mal.

Si se considera que ningún país puede desvincularse del control Supracapitalista para manejar con soberanía su propia vida económica, debe entenderse que aisladamente ningún país lo puede hacer. Ante un dominio Global sólo podrá tener éxito una reacción igualmente Global. Y ésta se dará.

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