miércoles, 16 de junio de 2010

Infiltración Mundial 6ª Parte.

STALIN FALLABA Y TROTZKY ACERTABA.

El jefe que se equivoca pierde prestigio, más si se trata de un dictador tan glorificado dentro de la URSS como José Stalin.

No hay documentación abundante acerca de lo que entonces sucedió en las intimidades del mando marxista, pero si pudo verse que estaba ocurriendo un cataclismo de proporciones increíbles; un cataclismo tan grande que la Cortina de Hierro no alcanzaría a ocultar.

Una sucesión de purgas sacudieron a la URSS y cayeron grandes figuras de la revolución marxista, antiguos veteranos de las luchas de 1905, de 1917 y de 1921. El “Diluvio Comunista” augurado para Alemania ocurrió en la URSS.

Todo parece comprobar que aquella escisión en el mando rojo se debió a la forma en que Stalin había enfrentado el problema aleman y al empeño de algunos jerarcas para que se hicieran rectificaciones radicales.

La consolidación de Hitler en el poder, con el consiguiente fortalecimiento de un Partido que al lado del fascista italiano era el más fuerte que se enfrentaba auténticamente al comunismo internacional, hicieron visible que se aproximaba una guerra. Hitler mismo había escrito en su libro "Mi Lucha" que marcharía contra el bolchevismo, contra la URSS, y que lo destruiría. Los preparativos para esta marcha ya se habían iniciado. Por sí sola la URSS no podía vencer a Alemania, rnáxime que ésta se ganaba la simpatía y la alianza de Polonia, de Italia y de Japón, y actuaba para acercarse más a la Gran Bretaña, donde existía un núcleo que simpatizaba con ella, encabezado por el Príncipe de Gales, Eduardo Vlll, heredero de la Corona inglesa.

El primero de diciembre de 1934 fue asesinado en Rusia, de un tiro en la nuca, el viejo jefe marxista Serghei Mironovich Kirov, miembro eminente del Comité Central del Partido Comunista, designado frecuentemente como posible sucesor de Stalin. Kirov había empeñado su carrera revolucionaria desde 1904, o sea 13 años antes de que triunfara el comunismo en Rusia. Su misteriosa muerte fue seguida de una matanza de 103 rehenes y de la deportación de 150,000 miembros del Partido. Hubo muchos síntomas de que Stalin había mandado matar a Kirov y de que luego se aprovechaba del asesinato para eliminar a otros de los cuales recelaba.

Kirov había apoyado inicialmente la reforma agraria total, pero luego pidió a Stalin que la suspendiera, debido al creciente peligro que significaba el avance del hitlerismo en Alemania. Stalin no había creído en este peligro.

De hecho, existía una divergencia entre Stalin y Kirov. Y tanto Stalin como Kirov tenían partidarios de sus respectivos puntos de vista.

Trotzky y muchos de sus compañeros importantes que quedaban dentro de Rusia más o menos adaptados al stalinismo, también pensaban como Kirov. Consideraban que Stalin se había equivocado gravemente al enjuiciar el ascenso de Hitler. Y como Hitler no había sido derrocado según lo esperaba Stalin, la posición del grupo stalinista comenzó a debilitarse. Automáticamente el trotzkismo cobraba fuerza.

Con el tiro que mató a Kirov se inició una serie de "purgas" cada vez más sangrientas. No era extraño en los últimos 17 años que hubiera matanzas de rusos para reprimir a los descontentos, pero a partir de diciembre de 1934 sí fue particularmente extraño que comenzaran a ser juzgados y ejecutados sumarísimamente altos funcionarios marxistas, cada uno de los cuales arrastraba luego hacia el patíbulo a sus más cercanos y lejanos colaboradores o adictos.

En las matanzas anteriores parecía muy lógico que murieran veintenas y centenas de miles de rusos, a manos de los jefes no-rusos, que así afianzaban su dominio. Pero a partir de diciembre de 1934 comenzaron a caer personajes comunistas de primera fila, ejecutados por otros personajes comunistas. Unos y otros eran del mismo partido y del mismo origen hebreo.

El fiscal principal era Abraham lanuarevin (judío-ruso conocido internacionalmente bajo el nombre de Andrei Vishinski). El propio José Stalin disimulaba bajo este seudónimo (que quería decir "hombre de acero") su verdadero nombre que era Jossif Vissarionovitch Diugachvili. Su apellido significaba "hijo de israelita". Descendía de una familia judía portuguesa que emigró de Portugal a la isla de Dju, en el Golfo de Uman, y luego a la población de Gori, en Georgia. Su maestro de marxismo había sido el israelita Noah Jordania.

A partir de 1935 fue haciéndose del dominio público que estaba ocurriendo una terrible escisión en el alto mando soviético-judío. ¿Pero cómo se había originado? ¿Y cómo se resolvió?

REY POR REY. STALIN A CAMBIO DE HITLER.

Muchos indicios a través de muy diversas fuentes, incluso los rusos que lograron escapar a occidente, permite establecer que el error de Stalin al considerar que el Ejército Alemán derrocaría a Hitler en unos cuantos meses y que Alemania quedaría en manos del poderoso Partido Comunista, así como su empuño de proseguir la colectivización agrícola, fueron la causa de la escisión en el alto mando soviético.

Una parte de este alto mando, encabezada por Kirov, Kamenev, Zinoniev y otros muchos, y alentada desde el exilio por Trotzky, planeaba una jugada política de altos vuelos. Se trataba de sacrificar a Stalin, de acuerdo con altos jefes del Ejército Rojo, y de establecer contacto con los jefes del Ejército Alemán, quienes a su vez eliminarían a Hitler.

A la opinión pública alemana le repugnaba Stalin como jefe del régimen marxista, pero si Stalin desaparecía y la URSS adoptaba la "revolución pacífica" bajo un disfraz de "liberalización", y si en Alemania eran eliminados Hitler y el nazismo y el país se "liberalizaba" también, entonces podría restablecerse el Tratado de Rapallo. La URSS y Alemania entrarían en una fase de "revolución pacífica" paralela, de mutua cooperación, como paso inicial para realizar el sueño de Marx y de Lenin, de integrar un bloque desde el Rin hasta Vladibostok, que en poco tiempo podría realizar la Revolución Mundial. El gran potencial bélico, industrial e inventivo de Alemania se descargaría contra Occidente en vez de marchar hacia el Oriente bolchevique.

Los jerarcas rojos que estaban, dispuestos a sacrificar e Stalin ya tenían de su parte a altos jefes del Ejército y a una parte de la NKVD. Formaba parte de esa conjura el Mariscal Tükhachevsky, quien en 1918 había luchado a favor del régimen comunista, bajo las órdenes de Trotzky, y era reconocido como el "bonaparte ruso''. Se le consideraba muy decidido y ambicioso. Tukhachevskv cultivaba relaciones con importantes jefes del Ejército Alemán. Cuando Hitler subió a lo Chancillería en 1933, el Mariscal Tukhachevsky habló con Von Twardowsky, consejero de la embajada alemana en Moscú, y le aseguró que no había cambiado la amistad del Ejército Rojo hacia el Ejército Alemán, “ a pesar de los lamentables acontecimientos políticos".

En ese entonces el jefe del Ejército Alemán era el general Hammerstein, llamado el “general Rojo” por sus simpatías hacia el régimen soviético y por aversión a Hitler. El ministro de la Guerra alemán era el general Werner Von Blomberg, en quien tampoco podía confiar Hitler. Von Blomberg fue a Moscú en noviembre de 1934 y con motivo del aniversario de la revolución bolchevique dijo en un discurso: “A pesar de las dificultades actuales, espero que nuestro agradecimiento pueda manifestarse un día en forma concreta. Levanto mi copa por el éxito y el porvenir del glorioso ejército rojo y por nuestra camaradería de armas de hoy y de mañana”.

Hitler logró deshacerse del general Hammerstein a quien posó a la situación de retiro, pero por motivo de escalafón tuvo que sustituirlo con el general Von Fritsch, mucho menos peligroso que Hammerstein, pero tampoco adicto a Hitler. Para el Estado Mayor General estaba abocado el General Lüdwig Beck, oculto opositor de Hitler y partidario de entrar en tratos con el Kremlin. Todos estos altos jefes militares se llevaban bien con los jefes del Ejército Rojo, con quienes habían trabado relaciones a la sombra del Tratado de Rapallo. La infiltración procomunista en Alemania había penetrado muy hondamente en un punto tan vital como el mando militar.

Entretanto, en la URSS iban poniéndose de acuerdo viejos revolucionarios judíos de primera magnitud como Kamenev y Zinoviev, y altos jefes del Ejército Rojo, como los generales Yona E. Takir, jefe del distrito militar de Kiev; Úbarevich, jefe del distrito militar occidental; Alexander Kork, jefe de la academia militar moscovita Frunze: Noris M. Feldman, jefe de cuerpo de ejército; Putna, agregado militar a la embajada soviética en Londres; Robert P. Eidemann jefe del Ossoaviachin, ósea la gigantesca Liga de Defensa Civil de los soviets, y otros jefes importantes.

El Mariscal Tukhachevisky aprovechó un viaje a Londres para detenerse en Berlín y entrevistarse con los generales alemanes Ludwig Beck, iefe del Estado Mayor General y con el general Von Fritsch comandante del Ejército.

De algún modo Stalin comenzó a percibir la gran maniobra que se gestaba contra él y su grupo y reaccionó con toda su fuerza. Era una lucha a muerte. Hubo indicios de que el general Pavel Dybenko se sumó aparentemte a la conjura contra Stalin y luego le informó a éste lo que se tramaba.

El veterano marxista Grigori E. Apfelbaum (judío-ruso conocido con el apellido de Zinoniev) fue encarcelado y ejecutado. Zinoniev había sido amigo íntimo de Lenin y era una de las figuras más reverenciadas en |a URSS. Cientos de sus amigos y compañeros fueron también “purgados”.

El General Putna fue atormentado para arrancarle secretos y finalmente ejecutado.

Por otra parte a principios de 1937 se presentó en la GESTAPO (Policía Secreta alemana) ante Reinhard Heydrich, el ex general ruso Skoblin, que se fingía anticomunista y que en realidad era agente secreto de Stalin. Skoblin manifesto que llevaba una información de importancia excepcional: sabía que varios políticos y generales del Ejército Rojo preparaban un levantamiento contra Stalin. Agrego que dichos generales habían entrado en tratos con el Ministro de Guerra alemán, general Von Blomberg, con el comandante del ejército general Von Frirsch, y con el jefe de Estado Mayor, general Ludwig Beck.

Ni Himmler ni Heydrich, jefes de la Gestapo, sabían nada de eso. Acudieron con Hitler y tampoco él sabía de esos extraños contactos. Los tres tuvieron la intuición de que si el informe era correcto y de que si el golpe contra Stalin llegaba a un fin victorioso, la URSS sería más peligrosa. También juzgaron que en tal caso se vigorizaría la posición de los generales hostiles a Hitler y simpatizadores de Moscú. Y llegaron a la conclusión de que lo más conveniente era hacerle llegar á Stalin el informe que les había llevado el general ruso Skoblin. Eso, pensaban, podría ocasionar una lucha interna en la URSS.

Heydrich comisionó a varios de sus más hábiles agentes para que secretamente extrajeran del archivo del Alto Mando del Ejército alemán el expediente Tukhachevsky, en el cual figuraban documentos sobre las relaciones de generales soviéticos y alemanes durante la “colaboración” del Tratado de Rapallo.

Ya con esos documentos en su poder Heydrich hizo llegar al Ministro de Guerra de Francia, Daladier, el informe de que se tramaba un levantamiunto contra Stalin. Daladier se lo comunicó en el acto al embajador Potiomkin y esté lo radió en clave al Kremlin. Otro informe semejante pasó por Checoslovaquia hacia Moscú. Además, Heydrich mandó hacer contacto con un influyente judío, lsrailovitch, que era el agente de la NKVD en la Embajada soviética, y le reveló que había relaciones extrañas entre altos jefes de la URSS y varios generales alemanes. lsrailovich dio aviso a Moscú y rápidamente acudió un agente llamado Jeschov, con poderes especiales para comprar la información completa.

A fin de no despertar desconfianza, Heydrich fijó la elevadísima cantidad de tres millones de rublos por el expediente secreto de "Tuckhachevsky". Jeschov pagó en seguida (por cierto con billetes muy bien falsificados) y se fue a Moscú con el expediente. Era entonces mediados de mayo de 1937.

Stalin recibió todos los informes que indirectamente le enviaba la Gestapo alemana, acerca de lo que se tramaba en su contra, pero nada de eso era nuevo para él. El propio Stalin había previamente encargado que Skoblin informara de eso a la Gestapo. ¿Cuál podía ser la razón de todo ese enredo?

1. Stalin se disponía a hacer la matanza en sus mandos militares. Sabía que eso iba a debilitar a su ejército temporalmente y quería provocar en Berlín una tormenta de recelos y desconfianza para que Hitler y sus generales también se enfrascaran en una lucha.

2. Stalin iba a liquidar también a un gran número de funcionarios y jefes del Partido en quienes va no tenía confianza. La Gran Purga ya estaba preparada, pero si obtenía documentos de fuente alemana (como los obtuvo) achacaría a sus adversarios el delito de estar entendiéndose con una potencia extranjera, y lo probaría con documentos extranjeros. Eso le facilitaba las cosas ante ciertos jefes rojos que se mostraban indecisos.

Tres semanas después de que el expediente Tuckhachevski llegó a Moscú, la radio soviética anunció (11 de junio de 1937) que el mariscal Tuckhachevski y siete generales más con mando de fuerza habían sido fusilados.

Detrás de ellos la "Gran Purga" se hallaba en marcha. Los altos mandos soviéticos cayeron bajo un diluvio de sangre.

El golpe contra Stalin y su grupo iba a descargarse e! primero de mayo de 1937, cuando los jerarcas estuvieran concentrados en el Kremlin, pero Stalin hizo el falso anuncio de que Tuckhachevski saldría comisionado nuevamente a Londres. De ese modo desorganizó los planes en su contra y luego empezaron las detenciones y los asesinatos.

En menos de un año todos los jefes militares, de comandantes de batallón para arriba, fueron ejecutados. Se formulaban listas que eran revisadas por la NKVD y aprobadas, y a continuación se mataba a los condenados, ya fuera en masa, con ametralladora, o uno por uno, donde el grupo no era muy numeroso. Un testigo ruso, Petrov, hace el siguiente relato: "Estos eran llevados en paños menores a la celda de ejecuciones, donde les daban un balazo en la cabeza, al entrar, o en la nuca. Luego los enterraban en fosa-común".

Los ejecutados arrastraban tras ellos, a la tumba, a todos sus amigos, familiares o inmediatos subordinados.

El eminente marxista judío León Rosenfeld (conocido bajo el nombre ruso de Kamenev), vicepresidente del poderoso consejo superior de Comisarios del Pueblo, fue ejecutado. Igual suerte corrió su íntimo amigo Aleio I. Rykov que había sido presidente de la URSS.

Heinrich Yagoda veterano revolucionario, judío-polaco, miembro del comité central ejecutivo de la URSS, jefe de la GPU v como tal, autor de otras "purgas", también fue fusilado.

Nicolás Yezhov, del mismo origen que el anterior, comisario general de la seguridad del Estado, también jefe de la GPU, murió ejecutado.

Cientos de funcionarios judíos fueron liquidados. El principal jefe moral de ellos era León Davidovich Bronstein (conocido bajo el nombre de León Trotzky). Había sido el creador del Ejército Rojo v era quizá el único que podía haber alentado a los más famosos generales a conjurarse contra Stalin. Cuando la maniobra fue descubierta, Trotzky no se sintió ya seguro en Francia y se trasladó a México (1937).

Rentó una vieja casa en Coyoacán y fingía ocupar una recámara donde por las noches colgaba en "su cama" un maniquí de cera, mientras él y su mujer se retiraban a una recámara subterránea.

El brazo de Stalin llegó hasta Coyoacán, en un primer intento de asesinato fallido, a cargo del pintor comunista David Alfaro Sequeiros. Después (1940) el asesinato lo consumó un agente más experto enviado desde Moscú.

Mientras tonto, en la URSS se hacían redadas de conjurados y sospechosos y se les atormentaba para que revelaran nombres de cómplices; luego éstos corrían igual suerte y finalmente todos eran ejecutados, lo mismo los que aparecían culpables como los que resultaban sospechosos. El principio de que "en caso de duda, absolver", se seguía ahí a la inversa. Cualquier sombra de sospecha era mortal para el reo y para sus más allegados.

Se calcula que la "Gran Purga" había afectado a siete millones de persones, de las cuales la mitad perecieron, ya fueran ejecutados o por las condiciones infrahumanas en que vivían en los campos de trabajos forzados. En el Ejército Rojo fueron fusilados de veinte mil a 35 000 oficiales, o sea del 35 al 50 % de la oficialidad. Churchill calculaba que habían perecido no menos de cinco mil altos funcionarios y militares.

Algunos jerarcas en entredicho hacían terribles declaraciones contra los conjurados, para salvarse, como Lasenki, pero al final también eran ejecutados como "trozkisias".

En las escuelas se pusieron tareas a los niños para redactar vituperios contra los fusilados, que eran descritos como "perros rabiosos" o "fieras sanguinarias".

En la Gran Purga perecieron muchos jerarcas judíos, pero quedaron afianzados otros de su misma sangre: Vishinski, Lazar Kaganovich, Laurenti Beria, Lev Mekhlis, Maríe Kaganovitcha, Moisés Bass, losif Maliski, Iosif Gobervman, llia Erhenburgo, mariscal Nicolai Bulganin, Nicolás Salomón Krushchev, Alejandro Kosygin, el propio Stalin y otros muchos que integraban el alto mando.

De no haber ocurrido esa terrible "purga", muy probablemente Stalin y su grupo hubieran sido liquidados. En tal caso el nuevo régimen habría podido engañar mejor a la opinión pública mundial y sacarle más provecho a la penetración prosoviética que Moscú tenía sembrada en el Alto Mando alemán. De ser así, Hitler habría sido derrocado para establecerse en Berlín un régimen de "revolución" pacífica", colaborador de la URSS, que habría empezado eliminando a los hitleristas y luego a los anticomunistas alemanes. En tales circunstancias nada organizado se opondría ya e la formación del bloque Alemania-Rusia (que anhelaban Marx, Lenin y Trotzky) para desencadenar la Revolución Mundial.

Es decir, Alemania habría sido vencida y capturada por dentro. Todos los contingentes alemanes y soviéticos que se consumieron mutuamente en le segunda guerra mundial se hubieran desbordado, unidos contra el mundo Occidental.

TAMBIÉN EN ALEMANIA HUBO UNA PURGA.

Poco antes de que empezara la gran purga soviética, Hitler se salvó de un golpe que preparaba el general Hammerstein, jefe del ejército, a quién logro pasar a retiro por motivos de edad. Hammerstein odiaba a Hitler, simpatizaba con el marxismo y estaba consiguiendo la adhesión de otros generales a quienes les decía que era necesario derrocar a Hitler porque se oponía a cooperar con el Kremlin.

En lugar de Hammerstein asumió la jefatura del ejército el general barón Werner Von Fritsch. Este no tenía ciertamente la animosidad de Hammerstein contra Hitler, pero era de los que sufrían la seducción del Tratado de Rapallo. En esta actitud lo reforzaba el prestigiado general Von Seeckt, que en esos días publicó su libro "Alemania entre el Este y Oeste", en el que abogaba por la colaboración con Moscú.

Además, el general Thomas fue a la URSS y al regreso trató de persuadir a Hitler de que debería ayudar a los bolcheviques, para "ganárselos".

Hitler contestaba que "todo contacto con la URSS sólo puede tener consecuencias destructivas". No creía en ninguna componenda favorable con el marxismo.

En 1936 el general Von Fritsch (jefe del ejército alemán) invitó al general soviético Uborevitsch a unas maniobras militares, le ofreció un banquete y brindó con él por el Ejército Rojo. Esto disgustó a Hitler, quien poco después dijo en un discurso, sin citar nombres, que nadie podía "beber ni brindar" con funcionarios comunistas mientras el propio Hitler exigía al pueblo una conducta anticomunista.

Había ya bastantes barruntos de que Von Fritsch y otros generales pensaban en dar un golpe de Estado.

Para entonces ya se había iniciado en la URSS la Gran Purga y se avecinaba un golpe contra Stalin, que podía estar sincronizado con un golpe en Alemania contra Hitler.

Cuando Himmler y Heydrich (de la Gestapo) se enteraron de los contactos secretos entre los conjurados soviéticos y varios altos jefes militares alemanes, coincidieron con Hitler en que eso, de ser cierto, podía implicar un grave peligro para Alemania. Poco después los conjurados soviéticos fueron ejecutados en la Gran Purga y se robustecieron las sospechas sobre varios jefes alemanes.

A principios de 1938 la Gran Purga soviética tocaba a su fin y entonces ocurrió en Alemania algo así como una purga en miniatura. La Gestapo sabía que no se podía confiar en el Ministro de la Guerra, mariscal Von Blomberg, ni en el jefe del ejército, general Von Fritsch.

Von Blomberg se casó en esos días con la señorita Gruhn, y fúeron de testigos de su boda Hitler y Göering. Días después la Gestapo descubrió que la joven tenía antecedentes penales: había sido prostituta registrada, y habían estado a la venta diversas fotografías pornográficas suyas. Hitler tuvo entonces base suficiente para pedirle su renuncia a Von Blomberg "por motivos de salud". Von Blomberg se fue a Italia. Los antecedentes de la joven eran ciertos, pero al parecer la policía no los dio a conocer antes de la boda para que Blomberg incurriera en el desliz que le costaría el puesto. El ejército no lo apoyó porque la ligereza de que se le acusaba quedó fuera de dudas.

Por otra parte, en esos mismos días (enero de 1938), la Gestapo llevó ante Hitler la denuncia de un homosexual, Otto Schmidt, de que había tenido tratos con el general Von Fritsch, jefe del ejército, y que lo había chantajeado.

Hitler le pidió a Von Fritsch que se retirara del mando, "por motivos de salud", y que secretamente se sometiera a un tribunal especial, encabezado por Göering. Von Fritsch negó los cargos y se sometió a Proceso. Mes y medio después fue absuelto con la aclaración de que se había tratado de un homónimo suyo, o sea de un tal Von Frisch (sin “t”). Hitler mismo agregó en la sentencia absolutoria: "En el proceso contra el general Barón Werner Von Fritsch, Yo, contrariamente a la práctica normal, he examinado personalmente la decisión del Tribunal a causa de la importancia especial del caso. Confirmo la decisión. Adolf Hitler”. Además, ordenó que se entregara a Von Fritsch el 12º Regimiento de Artillería en una ceremonia solemne y pública, a fin de rehabilitarlo cabalmente.

Pero ni Von Blomberg volvió al Ministerio de Guerra ni Von Frítsch volvió a la jefatura del ejército. Hitler asumió las funciones del primero y nombró al general Von Brauchitsch para el segundo puesto.

En esta forma el grupo de generales alemanes que quería colaboración con el Kremlin perdió a sus dos más importantes miembros del gobierno. El grupo trató de aprovechar el caso de Fritsch para dar un golpe de estado, pero calcularon que el Ejército no los seguiría. No contaban con la marina ni con la aviación, ni con las tropas SS. Toda la red de propaganda e información la controlaba Goebbels, adicto a Hitler, y cinco millones de antiguos cesantes ya tenían trabajo bajo el régimen de Hitler. En estas condiciones consideraron que un golpe apresurado fracasaría totalmente.

Por algunos días ese grupo insistió cerca de Von Fritsch para que acaudillara la rebelión, pero este, recién rehabilitado, dijo que ya no lo haría, que Hitler era el destino de Alemania “en lo bueno y en lo malo”.

Mucho se ha criticado a la Gestapo (de Himmler y Heydrich) la forma en la que hizo a un lado a los dos más altos jefes que podían haber encabezado el golpe de Estado, pero junto a los procedimientos de la NKVD, la Gestapo resultaba una inocente aficionada. Yagoda, Yezhov o Beria, que en Rusia recurrían al tiro en la nuca para los opositores, para sus familiares y para sus amigos, podían carcajearse de Himmler y Heydrich.

Por otra parte, el desplazamiento de Von Blomberg y Von Fritsch. Opositores francos, no era de ninguna manera la liquidación de los infiltrados ocultos. Estos quedaban en puestos clave y pronto reharían sus redes y tenderían otras nuevas.

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