jueves, 16 de septiembre de 2010

Infiltración Mundial 11ª Parte.

LOS 30.000 “MUERTOS” DE ROTERDAM.


En la guerra la propaganda es también un arma de lucha que enfatiza victorias y amengua derrotas que tiende a levantar la moral propia y a debilitar la contraria. Pero en la pasada guerra la propaganda aliada tuvo una veta de origen no americano, no francés, no ingles, que rebasó los límites de lo que se había considerado lícito en la propaganda y recurrió a la calumnia y a la total deformación de los hechos.


El caso de Rotterdam fue típico. Se afirmó que esa ciudad holandesa había sufrido un ataque terrorista de la aviación alemana y que habían perecido treinta mil civiles.

Tuvieron que pasar seis años, ya terminada la guerra, para que el gobierno holandés precisara durante los procesos de Nuremberg que los muertos habían sido, en realidad, 814. Y no se había tratado de un bombardeo de terror, pues los acontecimientos se desarrollaron, en síntesis, del siguiente modo:


Estratégicamente hablando Holanda tenía que ser ocupada para cubrir todo el flanco norte de la ofensiva alemana sobre Francia. Para eso era urgente capturar el aeródromo de Rotterdam y los puentes del centro de la ciudad.


Sobre el aeródromo se arrojó el tercer batallón del regimiento de paracaidistas número uno. En el aeródromo había varios incendios. Veinte paracaidistas fueron lanzados erróneamente y sus paracaídas comenzaron a arder en el aire y cayeron luego sobre la hornaza. Los demás aterrizaron en las cercanías, aseguraron una pista, hicieron posible la llegada del 16vo. regimiento aerotransportado del teniente Schwiebert, y después de 15 minutos de lucha lograron dominar el aeródromo.


Entretanto, los holandeses se fortificaron en la gran ciudad de Rotterdam y la convirtieron en una línea de combate. En esas circunstancias, y de acuerdo con los convenios internacionales, una plaza deja de ser intocable y se vuelve campo de batalla. Doce hidroaviones alemanes llevaron 120 soldados hasta los puentes del centro de la ciudad y lograron apoderarse de un extremo de dos de los puentes, pero en seguida se abrió fuego sobre ellos. Llegaron 40 soldados más de refuerzo. La lucha se prolongó durante cinco días y cuatro noches.


Debido a eso la aviación alemana de transporte estaba padeciendo grandes bajas y llevaba perdidos 296 trimotores Ju-52 (de un total de 430). Además, el general Von Klüchler, comandante del 18 Ejército alemán, temía un desembarque inglés en Rotterdam y pidió que se conminara a los holandeses a cesar la lucha en la ciudad, o bien, la aviación alemana tendría que intervenir en apoyo de sus soldados sitiados en los puentes.


El coronel holandés Scharroo recibió a los emisarios alemanes al mediodía del 14 de mayo y estuvo dándoles "largas” durante 24horas. Al día siguiente la Luftwaffe recibió órdenes de bombardear a las tropas holandesas que cercaban a los alemanes posesionados de los puentes.


A las 14:15 del 15 de mayo el jefe del ejército holandés, general Winkelmann, demostró cierta disposición para negociar, pero puso varios requisitos dilatorios. El bombardeo estaba fijado para las 15 horas; es decir, faltaban 45 minutos. Entonces los generales alemanes Schmidt y Student pidieron que el bombardeo se aplazara, para ver si las nuevas negociaciones llegaban a un buen fin.


En ese momento !a escuadra de bombardeo número 54, del coronel Lackner, ya volaba hacia el objetivo. La petición de suspender el ataque se captó en Bremen, pero dada la diferencia de canales en la radio de Bremen la orden respectiva tuvo que dar un rodeo hasta et puesto de la Luftwaffe que conducía a la escuadra 54. En Münster, el teniente coronel Rieckhoff se elevó en un avión rápido de caza tratando de alcanzar a los bombarderos, pero no lo logró. La orden radiada "cambio de objetivo" ya no pudo ser escuchada en el último momento por los pilotos de la escuadra 54, pues habían recogido las antenas y se disponían a soltar las bombas a una altura de 750 metros, para lograr mayor precisión sobre los objetivos militares.


En tierra, los generales Student y Cholitz ordenaron disparar bengalas rojas como contraseña para que los bombarderos se alejaran, pero la visibilidad era mala y unos pilotos distinguieron las bengalas a tiempo y otros no. De los cien aviones que participaron en el ataque, 43 lograron percibir la contraseña y se retiraron sin bombardear. Los otros 57 dejaron caer 97 toneladas de explosivos.


Dos horas después el ejército holandés capitulaba. Y la propaganda aliada difundió por todo el mundo que aquello había sido un bombardeo de terror, que había matado a treinta mil civiles holandeses.


Con esto se estaba creando una falsa justificación para los bombardeos de terror que precisamente cuatro días antes Churchill había ordenado lanzar sobre ciudades alemanes ajenas al frente de batalla.


ENTONCES ERA MONSTRUOSO HABLAR DE PAZ.


Después del cerco de Flandes, que liquido a seis ejércitos aliados, Francia quedó sola. La superioridad numérica de los aliados había sido eliminada. Y restaban 65 divisiones francesas ante cerca de cien divisiones alemanas. El resultado era ya visible e inevitable.


Los dos grupos de eiércitos de Von Bock y de Von Rundstedt reanudaron la ofensiva en el norte de Francia el 5 de junio. Para el día 10 toda la línea defensiva francesa, llamada Weygand, se había derrumbado. El día 14 el 18 ejército de Von Küchler recibía la rendición de París.

(El 10 de junio Mussolini habla declarado la guerra y lanzado 32 divisiones por los Alpes, pero casi no hubo combates ni avances en ese sector).


Francia, con el mariscal Petain a la cabeza, hizo la paz. Hitler no le pidió la flota, ni el territorio de Alsacia y Lorena que antes se habían disputado Francia y Alemania. Sólo pidió la ocupación temporal de la costa francesa, esencial como base aérea y marítima mientras durara la guerra con Gran Bretaña. Toda la política alemana sobre Francia giraba alrededor de la reconciliación. Para enfatizarlo, Hitler fue a visitar a Petain. Ni procesó ni colgó a quienes le habían declarado la guerra.

Winstón Churchill y toda la información cablegráfica internacional llenaron de improperios al gobierno francés porque había hecho la paz. Roosevelt amenazaba a Petain para que no aceptara la alianza anticomunista que Hitler le proponía.


Días antes de que terminara la lucha en Francia el Presidente Roosevelt ya había dirigido (10 de junio) un mensaje. al gobierno francés exhortándolo a continuar la guerra y prometiéndole mayor ayuda de armamento. Tres días después Roosevelt había enviado un segundo mensaje insistiendo que se continuara la guerra, y anunciaba que pronto remitiría más aviones, tanques y municiones.


La opinión pública americana no quería ni entrar en la guerra ni que la guerra se prolongara, pero Roosevelt se mostraba extraordinariamente empeñado en atizar la hoguera. Acerca de esto Hitler le pidió su opinión a Colin Ross, experto alemán que estudiaba desde hacía años los asuntos norteamericanos, y Ross le repuso que era "el monstruoso poder de la judería que con su habilidad realmente fantástica y una realista ciencia de la organización lleva la lucha contra todo lo que es alemán y nacionalista". La acción de Roosevelt en Varsovia, en Londres y en París "daba una idea de las maquinaciones de la camarilla judía, cuya influencia a través de Morgan y Rockefeller llegaba hasta Roosevelt".


En Londres, con Churchill, ocurría algo muy semejante a lo que sucedía en la casa Blanca con Roosevélt, pero Hitler confiaba en que los políticos auténticamente americanos, auténticamente ingleses, lograrían al cabo prevalecer sobre las camarillas que no buscaban el bien de Inglaterra ni el de Estados Unidos, sino la defensa del marxismo asentado en la URSS.


Desde el 20 de mayo, cuando el triunfo sobre Francia se hizo evidente, Hitler comenzó a trabajar en un tratado de paz para Inglaterra y Francia. El 14 de junio hizo público su deseo de paz y reconciliación a través de una entrevista publicada en el "Journal American" de Nueva York. Entonces estaba por concluir la lucha en Francia.


Días después, el 28 de junio, el Papa Pío XII dirigió un mensaje confidencial a Hitler, a Mussolini y a Churchill, ofreciendo su mediación para "una paz justa y honrosa". Hitler aceptó la mediación y hablando públicamente ante el Reichstag, en un discurso radiodifundido a todo el mundo, dijo el 19 de julio (1940): "De Inglaterra no oigo más que un solo grito, que no es el del pueblo, sino el de sus políticos: que la guerra debe continuar. Yo no sé si estos políticos tienen ya una idea exacta de lo que significará la prosecución de la lucha…Mister Churchill acaso debería creerme, por una vez, cuando predigo que un gran imperio será destruido, un imperio que yo jamás he tenido intención de destruir, ni siquiera de de debilitar”.


,'En esta hora, creo que tengo el deber ante mi conciencia de hacer un llamamiento una vez más a la razón y al buen sentido en Gran Bretaña y en otros sitios. Me considero en condiciones de hacer este llamamiento porque no soy el vencido que mendiga favores, sino el vencedor que habla en nombre de la razón. Yo no veo ningún motivo para prolongar esta guerra”.


Pero Churchill no aceptó la mediación del Papa ni el llamado de Hitler.


El rey de Suecia también ofreció mediar para iniciar negociaciones de paz y Churchill le dio una negativa brusca.


El duque de Windsor, ex rey de Inglaterra, que se encontraba temporalmente en España, dirigió una carta a su hermano Jorge Vl pidiéndole que hiciera le paz, pero Churchill bloqueó ese intento. El duque de Windsor le decía al ministro español de Relaciones Exteriores que si él hubiera continuado en el reino de Inglaterra no habría habido guerra. (Por eso lo habían atacado tanto hasta hacerlo dimitir}.


Churchill admite en sus "Memorias" que "estaba preocupado" por los sondeos de paz que partían del Vaticano, de Suecia y de otros sitios y que prohibió a su embajador en Washington, Lord Lothian, que respondiera a las gestiones del encargado de negocios alemán. Roosevelt alentaba a Churchill pera continuar por ese camino.


Toda la propaganda internacional aparentemente anglobritánica consideraba monstruoso hablar de paz, se sabía hasta la saciedad que la URSS era enemiga de Occidente, de los pueblos inglés y norteamericano, pero la infiltración en el Gobierno de Washington y en el gobierno de Londres era hermana gemela de! grupo que dominaba en Moscú. Y sí Alemania quedaba con las manos libres en Occidente, el marxismo de la URSS sería arrasado indefectiblemente.


En esos días la URSS acababa de invadir y ocupar por la fuerza a los pequeños países de Estonia, Letonia v Lituania, tendiendo así un brazo armado hacia el noreste de Alemania. Luego invadió parte de Rumania, tendiendo otro brazo amenazador por el sureste de Alemania. Ni en Londres ni en Washington le reprocharon al régimen soviético esas agresiones. Por el contrario, Churchill le envió a Stalin una carta personal el 25 de junio para “estrechar más sus relaciones confidenciales", según admite en sus Memorias.


Respecto a los esfuerzos de Roosevelt por impedir que Alemania quedara con las manos libres para atacar al marxismo, el general Friedrich Von Bötticher, agregado alemán a la embajada en Washington, comunicaba al Alto Mando: "intérprete de los judíos que dirigen a las grandes masas americanas, especialmente francmasones, Roosevelt quiere que Inglaterra continúe combatiendo y que la guerra se prolongue… El grupo de Lindbergh está advertido de esta maniobra y trata al menos de oponer obstáculos a la fatal influencia de los judíos sobre la política americana… El elemento judío controla actualmente las posiciones clave de las fuerzas armadas americanas, tras haber colocado, en estas últimas semanas, en los puestos de Secretario de Estado para la Guerra, de Subsecretario de Estado para la Guerra y de Secretario para la Marina, a individuos de segunda fila, y haber puesto junto al Secretario de Estado para la Guerra, en calidad de secretario, a un judío conocido y muy influyente, el coronel Julius Ochs-Adler... El elemento judío y Roosevelt temen (de Lindbergh) su espiritualidad y, sobre todo, su superioridad moral y su pureza".


Con la guerra en Occidente se trataba de salvar a la URSS y por eso se estrellaban todos los esfuerzos pacifistas de Hitler. Entonces la propaganda presentaba como monstruoso hablar de paz, al contrario de lo que sucede ahora, que se levantan coros mundiales de paz cada vez que en Occidente se intenta detener al marxismo.


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