sábado, 13 de septiembre de 2008

INFILTRACIÓN MUNDIAL

CAPITULO I

Nueva Arma del Siglo XX
Rusia Irrumpe con Violencia en el Siglo XX.
Lo que Tuvo de Rusa la Revolución Rusa.
Irresistible Engranaje de una Arma Perfeccionada.
Incursiones Fuera de la URSS.
Infiltración de las Mentes.
La Improvisación del Caballo de Troya.

RUSIA IRRUMPE CON VIOLENCIA EN EL SIGLO XX

Según los más antiguos testimonios históricos, en el siglo VIII de nuestra Era los eslavos todavía no formaban propiamente una nación. Eran desunidos, analfabetos, carecían de organización política y vivían primitivamente.

En el año 862 un grupo de eslavos acudió al pueblo sueco de los varegos a pedirles que les enviaran un príncipe que los dirigiera y organizara. De esa manera los varegos fueron a poner los cimientos de un nuevo país.

Los varegos eran llamados "ruotsi" (que quería decir "remeros") y en lengua eslava el término se convertía en "rus", de donde se de­rivó después el nombre de "Rusia". Así, por principio de cuentas, los varegos dieron su nombre al nuevo país y poco después le dieron una capital, Kiev.

Las tribus eslavas fueron unificadas y estructuradas en una nacio­nalidad.

En el siglo décimo el príncipe Vladimiro se hizo bautizar (990), lue­go se casó con la princesa bizantina Ana y decretó que él cristianis­mo sería la religión oficial del país. Arquitectos griegos fueron lle­vados a Kiev a construir la primera iglesia, que después fue más o me­nos copiada en otras muchas ciudades del reino.

Por ese mismo tiempo empezó la alfabetización utilizando los signos cirílicos (derivados del alfabeto griego) atribuidos a San Cirilo de Tesalónica.

El progreso era lento en las inmensas tierras rusas y un cataclismo llegó a interrumpirlo cuando las huestes mongólicas de Gengis Khan invadieron a Rusia al grito ominoso de "Kju-kju"... Los rusos fueron diezmados, sitiados, derrotados, hasta que se rindieron. "A los prín­cipes rusos prisioneros les pusieron encima unas tablas y más de trescientos mogoles se sentaron sobre los tablones a celebrar la victoria con un festín. Luego se desternillaban, de risa cuando oían, de debajo de los tablones, los gemidos y las maldiciones de los príncipes, cuyas voces se acallaban paulatinamente, siendo reemplazadas por la atronadora canción triunfal de los guerre­ros mogoles".(l)

Después del dominio de Gengis Khan, una vez muerto éste, lle­gó una nueva invasión igualmente terrible, la de Batu Khan, nieto de Gengis.

De esa manera, dice el historiador Werner Keller, "el Estado orien­tal pasó a ser dominio de los mogoles y durante largo tiempo desa­parece del campo visual y de la conciencia dé Europa".

Al declinar más tarde la influencia mogólica, Rusia recobró su libertad y bajo Iván III volvió nuevamente los ojos a Occidente, en busca de progreso. Constructores y artistas italianos como Fipraventi, Solari, Novi, Frasiano y otros fueron llevados a Moscú, ciudad que entonces era sólo un conglomerado de chozas, y ahí construye­ron los palacios e iglesias del Kremlin. La obra resulto tan grandiosa, en medio de aquella ciudad miserable, que se hizo famosa la frase de que "sobre Moscú no hay más que el Kremlin y sobre el Kremlin nada más que el cielo".

Iván IV, el Terrible, también llevó constructores y peritos de la Europa occidental, y la imprenta llegó a Rusia en 1564 (25 años des­pués que en México).

Más tarde técnicos holandeses construyeron el puerto ruso de Ar­cángel; el holandés Barents levantó la primera cartografía de una parte del Ártico; el danés Bering exploró la Siberia polar y. llegó has­ta el estrecho que lleva su nombre; oficiales extranjeros fueron a or­ganizar, el ejército ruso; el comerciante holandés Winius exploró los yacimientos de hierro y puso las bases de la siderurgia rusa; el sueco Covín le dio a Moscú su primera fábrica de vidrio; el inglés Bulmer hilo exploraciones mineras. Aunque lentamente,' Rusia iba siendo lle­vada a remolque tras la civilización occidental.
Pedro I subió al Kremlin (1689) después de haberse instruido en el barrio alemán de Moscú. Viajó por Europa occidental, contrató a novecientos técnicos y se entrevistó en Torgau con él sabio alemán Leibniz, quien le propuso un plan para hacer de Rusia un país moder­no y culto. Pedro I aprobó el plan, nombró a Leibniz consejero de la Corte Imperial Rusa y le encargó también la organización de la Aca­demia de Ciencias, que el propio Leibniz le había sugerido fundar.
(1) Gengis Khan. Ian


Peritos extranjeros en todas las ramas del saber ayudaron a los ru­sos. En la batalla naval dé Rusia contra Turquía (1770) los barcos ru­sos estaban prácticamente al mando de los capitanes ingleses Elphins-tome, Dugdale y Greig.

En el mismo siglo XVIII ingenieros italianos y holandeses, al mando de Trezini, hicieron cálculos y planos para erigir en terreno pantano­so la ciudad de San Petersburgo (ahora Leningrado); el alemán, von Munich dirigió la construcción del canal del Lago Ladoga y del puer­to militar de Krondstadt.

Por otra parte, ganaderos suizos llevaron a Rusia la técnica de cría de ganado y de preparación de quesos, y el alemán Ludwig Schloezer trazó el plan escolar para mejorar, la alfabetización rusa.

Arquitectos italianos y alemanes construyeron los palacios dé Cri­mea; el francés Ríchelieu fundó el puerto de Odesa y el arquitecto Thomon, también francés, hizo los planos de la ciudad.

A principios del siglo XIX Rusia sufrió la invasión napoleónica, pe­ro como también Prusia tenía resentimientos contra Napoleón, más de trescientos oficiales alemanes asesoraron a los rusos. El general Karl Ludwig von Phull, ex miembro del Estado Mayor de Federico él Grande de Prusia, llevaba ya seis años de trabajar en Rusia, y él fue el autor del plan a seguir frente a las tropas de Napoleón. Acon­sejó no ofrecer resistencia inicialmente, ceder espacios libres y llevar a Napoleón muy lejos de sus bases para luego atacarlo por el flanco y las espaldas, cuando sus líneas de comunicación fueran débiles.

El famoso estratega alemán Karl von Klausewitz se unió al generaf von Phull y a los rusos, ¡unto con el teniente coronel Von Tettborn, instructor de cosacos; el general francés Langéron, el general Von Ennigsen; el general escocés Barklay de Tolly, comandante del ejér­cito del oeste, y otros muchos tácticos alemanes.

Durante el avance de Napoleón hubo alarma y celo de un grupo de militares rusos y entonces el mando se le encomendó al general ruso Kutusov, pero tras breve resistencia en Borodino se volvió a aplicar el plan del general alemán Phull, hasta que Napoleón quedó exhausto en Moscú y sobrevino su catastrófica retirada.

Por eso el zar Alejandro I le escribía (13 de diciembre de I813) al general Phull: "Siento la necesidad de enviarle estas líneas cum­pliendo así un deber dé gratitud. Si actualmente poseo algu­nos conocimientos en el arte de la conducción de la guerra, en primer lugar se los debo sólo a usted, que me inició en sus fundamentos. Pero más le debo aún a usted: usted fue quien ideó el plan de campaña gracias al cual, con la ayuda de la Providencia, Rusia y, en definitiva Europa, se salvaron".

Durante el siglo XIX Rusia siguió llevando peritos y artistas de Occidente. Escultores italianos fueron los autores de las principales es­culturas de Moscú y San Petersburgo. El alemán Antón von Gerstner comenzó los trabajos del primer ferrocarril ruso en San Petersburgo (1835) y poco después el norteamericano George Washington Whistler dirigió la construcción de la primera línea extensa rusa, de San Petersburgo a Moscú.

Los ricos campos petroleros rusos del Cáucaso fueron más tarde descubiertos y empezaron a ser explotados por industriales suecos. (l)

Durante más de un milenio Rusia caminó tan retrasada, en la mar­cha de la civilización y la cultura de Europa occidental, que era fa­mosa la frase de Gottfried respecto a los rusos: "Ocupan más lugar en el mapa que en la historia".

Eso resultaba tan evidente que los mismos rusos lo lamentaban. Konstantin N. Leontiev escribió: "Nunca podemos presentar nada ori­ginal que pueda servir de modelo convincente".

Y Peter J. Chiadaiev. Decía: "Ni una sola idea útil ha nacido en nuestro suelo estéril, ni una sola verdad ha brotado en nuestro medio. No hemos ideado nada".

La excepción ocurrió en la literatura, con Tolstoy, Dostoyevski, Gogol, Pusrikih y Artzebachev.

En medio de su gran atraso técnico y cultural, a principios del siglo XX Rusia irrumpió sangrientamente en el primer plano de la historia contemporánea y atrajo la atención mundial al consumar, con terribles matanzas, lo que se ha dado en llamar la Revolución Rusa. El primer Estado comunista quedó instalado en 1917 y Rusia pasó a llamarse Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas.

LO QUE TUVO DE RUSA LA REVOLUCIÓN RUSA

Es perfectamente sabido que los ideólogos o creadores del comunismo teórico fueron, en primer lugar, Kissel Mordekay (conocido como Karl Marx), autor del libro "El Capital" y del "Ma­nifiesto Comunista" de 1848; Frederik Engels, creador de la Primera Internacional Comunista en 1849; Karl Gautski, autor de "Los Orígenes del Cristianismo", quien estructuró los más duros argumentos co­munistas contra el catolicismo; Ferdinand Lassalle, organizador del Partido Obrero Alemán y autor de varias publicaciones que esboza­ban ya la técnica de la subversión de masas; Eduard Bernstein, quién puso las bases de la "revolución pacífica" mediante la planeación de etapas de "estatismo" e infiltración, o sea un recurso del propio marxismo para épocas y países en donde no puede avanzar abier­tamente como tal.

Y además de esas figuras de primer orden en el terreno dé la crea­ción doctrinaria, figuraron también como sus precursores Jacobo Lastrow, Max Hírsch, Edgar Loening, Neumeizer, Friboürg, Cohén, Aaron, Adler, Franckel, Gompers, Wirschauer, Babel, Schatz, David Ri­cardo y otros muchos.

Pues bien, ninguno de esos ideólogos marxistas de primera fila era ruso.

En cuanto a los jefes prácticos que establecieron en Rusia el comu­nismo mediante la "revolución violenta", figuran en primer lugar los siguientes:
Ilich Ulianov Blank (conocido como Nicolás Leníh), caudillo rojo y jefe absoluto de la URSS hasta 1924.

Lew Davidovich Bronstein (conocido como. León Trotzky), creador del Ejército Rojo y autor de las primeras' "purgas" masivas mediante las cuales la "revolución violenta" se impuso sobre el pueblo ruso.

Josif David Vissarion Djugashvili (conocido corrió José Stalin), je­fe revolucionario y luego amo soviético desde 1924 hasta 1953.

Y junto a esos jefes de primer orden en la revolución roja figura­ron Zinoviev, Kamenev, Sujanov, Saguerky, Bogdanov, Uritsky, Ria-zanov, Abramovich, Kamkov, Gametsky, Meshkovsky, Parvus, Lapins-ky, Babrof, Ortodox, Garin y otros muchos.

Pues bien, tampoco estos jefes revolucionarios que establecieron la dictadura marxista en Rusia eran rusos.

En cambio, fueron rusos los integrantes de las masas que en ple­na guerra mundial primera se entusiasmaron con la propaganda que les hablaba de hacer la paz, de adoptar nuevas estructuras que die­ran tierras al campesino y de elevar el nivel de vida de los obreros.

Los dirigentes revolucionarios (no rusos) fueron quienes pusieron en circulación la campaña de desprestigio contra el régimen ruso, al que incluso llegaron a acusar de estar en complicidad con el enemi­go alemán. En realidad eran dichos jefes revolucionarios los que se hallaban en tratos secretos con Berlín.

Aprovechando los racionamientos de guerra y el desaliento que producían las derrotas sufridas por Rusia en la guerra contra Alema­nia, los líderes rojos esparcieron el derrotismo e infiltraron la ideade que todo lo malo provenía de la Casa reinante y de que todo lo bueno vendría de las nuevas estructuras marxistas.

Se creó así la confusión y el descontento que León Trotzky (recién llegado de los Estados Unidos) aprovechó para poner en acción la técnica del golpe de Estado y de la guerrilla urbana, a fin de captu­rar Petrogrado. La ciudad fue dividida en varios sectores, en cada uno de los cuales actuaba un pequeño grupo de revoltosos cortando vías de comunicación, paralizando servicios públicos, cerrando fábri­cas, etc., etc., para impulsar los motines. Unos cuantos disparos, he­chos por marinos rebeldes, que ocasionaron ochenta víctimas, fueron el golpe final para que la ciudad quedara en poder del grupo re­volucionario no-ruso (8 de mayo de 1917).

El Zar se hallaba en el frente de guerra y al enterarse de los moti­nes de Retrogrado quiso retirar tropas para ir a restablecer el orden, pero el Ejército se hallaba en difícil situación y los generales le acon­sejaron que abdicara para apaciguar a los revolucionarios y no res­tarle tropas al frente de guerra. Y el Zar abdicó.

Naturalmente los conjurados no se apaciguaron. En Moscú se for­mó una asamblea constituyente, vino luego el régimen de transición de Kerensky y días después el bolchevismo quedó dueño de Retrogra­do y Moscú.

En esos momentos los comunistas eran aproximadamente 240,000, minoría insignificante en relación con los 140 millones de habitantes que tenía Rusia.
No puede decirse que en la "revolución rusa" haya participado el pueblo en masa. No hubo grandes movimientos populares que abar­caran a todo el .país. Cuando mucho, hubo "inmovilidad popular", desconcierto, confusión, que el pequeño grupo no-ruso aprovechó para poner en marcha sus planes de dominio.

Como el marxismo no había sido inventado para dar tierras al campesino, ni tampoco para mejorar la economía popular, ni para conceder libertades, pronto comenzó a revelar su verdadera índole. Fue entonces cuando empezó a nacer una contrarrevolución integra­da por los remanentes del anterior sistema de gobierno y por los decepcionados del nuevo régimen.

El país trataba de salvarse de la trampa en que había caído, pero correrían ríos de sangre para impedírselo.
(1) Oriente, Menos Occidente, Igual a Cero. —-Por Werner Keller.

No hay comentarios: