sábado, 24 de julio de 2010

Infiltración Mundial 10ª Parte,

SABOTEAR AL EJÉRCITO, CONSIGNA SECRETA.


Mientras en 1940 la URSS aumentaba velozmente sus fuerzas armadas, la infiltración dentro de Alemania ponía en acción la consigna de paralizar al ejército alemán y de sabotearle sus esfuerzos de quedar con las manos libres en occidente para lanzarse contra la URSS.


A principios de 1940 Hitler ya había logrado infundir ánimos al general Von Brauchitsch, jefe del Ejército, y al general Franz Halder, jefe del Estado Mayor, para emprender una campaña que eliminara el frente occidental, donde Inglaterra y Francia concentraban fuerzas contra Alemania.

La Infiltración vio con rabia que los generales Brauchifsch y Halder se les escapaban de las manos y se dedicaban a planear la ofensiva. Entonces movió al general Ritter Von Leeb {de los más antiguos opositores a Hitler) para que tratara de influir en los generales Von Runstedt y Von Bock.


Estos eran los más antiguos, experimentados y valiosos estrategos y habían sido designados por Hitler para mandar los dos enormes Grupos de Ejércitos que marcharían sobre Francia. Von Leeb trató de convencerlos de que fueran a presentarle objeciones al Führer, para evitar la ofensiva, pero Von Bock dijo que eso era "un motín" y que él no iría. Von Runstedt repuso: "El ejército ha recibido su misión y cumplirá con ella".


Desde principios de noviembre de 1939 hasta febrero de 1940 la ofensiva se había emplazado y pospuesto 16 veces, en algunas ocasiones porque Hitler pedía cambios y en otras porque la Infiltración lograba perturbar y demorar los preparativos. Pero en abril de l940 quedó más o .menos claro que definitivamente la ofensiva se lanzaría en mayo.


Entonces los esfuerzos de los infiltrados se concentraron en sabotear la operación haciendo que el enemigo recibiera información de lo que se planeaba en Berlín, el Dr. Goedeler encomendó al diplomático Von Bülow Schawandte que comunicará a los belgas que la ofensiva sobre Francia se lanzaría a través de Bélgica. LA PODEROSA LINEA magnito cerraba casi herméticamente la frontera oriental de Francia de tal manera que la forma más viable de penetrar en suelo francés era por el norte, atravesando Bélgica, país que por otra parte mantenía una discreta alianza con Inglaterra y Francia. Ahora bien, al atravesar Bélgica el ejército alemán no podía dejar abierto su flanco norte y para cubrirlo tenía que ocupar también Holanda, cuyo gobierno se entendía con Londres.


Fabían Von Schlabrendorff, infiltrado de estado Mayor, refiere lo siguiente: “El coronel Oster, de la Abweth (servicio alemán de contraespionaje) decidió advertir a los holandeses sobre la ofensiva…La decisión de Ester no fue tomada a la ligera ya que él era conciente de que podría costar miles de vidas alemanas…El informó, sin embargo, al coronel holandés J.G. Sas de la fecha fijada para la ofensiva. Ester sabía que su acto sería considerado por muchos de sus compañeros como traición…”


Realmente era traición. Pero traición a Alemania, y aunque el coronel Oster vestía el uniforme alemán, como infiltrado estaba al servicio del enemigo de Alemania. No le interesaban ni Alemania ni los soldados alemanes que iban a perecer por su culpa. Un mes antes había también revelado el secreto de la acción sobre Noruega.


Otro brazo de la Infiltración mandó a su agente Roessler (radicado en Suiza), un mensaje fechado el primero de mayo, que decía “ataque el 10 de mayo, en la brecha de Sedán. Plan Amarillo mantenido. Cincuenta divisiones concentradas a lo largo de las fronteras belga y holandesa. Guderian y Hoth preparados para avanzar sobre Sedán".


El 3 de mayo el coronel Oster ratificó a los holandeses que la ofensiva comenzaría el día 10.

William L. Shirer, agente de Roosevelt en Berlín, comunicó a Nueva York, en clave, que la ofensiva pasaría a través de Bélgica y Holanda.


Mussolini, por su parte, no confiaba mucho en la ofensiva alemana. En previsión de que más adelante le conviniera un cambio de bando, hizo que su ministro Ciano les comunicara a los aliados que Hitler preparaba una ofensiva sobre Francia, a través de Bélgica y Holanda.


El 7 de mayo el Alto Mando Alemán tuvo indicios de que su gran


(1) La Luftwaffe.- Cajus Bekker.


secreto había sido traicionado. Se acababa de interceptar una comunicación telefónica sospechosa entre el embajador belga en el Vaticano y el gobierno de Bruselas, que hacía suponer que los planes de Hitler ya eran conocidos en el extranjero.


El 8 de mayo Berlín se enteró de que Holanda y Bélgica ya estaban movilizando tropas, que habían cancelado licencias y que tomaban precauciones especiales en las vías de comunicación.

Veintidós divisiones belgas y l0 divisiones holandesas (aproximadamente 980.000 combatientes estaban en pie de guerra al lado de los ejércitos francés y británico.


Todavía el 9 de mayo, en la noche, el coronel Oster estuvo en el Alto Mando Alemán a cerciorarse de que la ofensiva empezaría al día siguiente y se lo comunico al agente holandés Sas, que en el acto llamó telefónicamente a La Haya para indicarles, en clave, que la marcha alemana empezaría al día siguiente. Ester le dijo a Sas: "El cerdo ha partido hacía el frente occidental". Así se refería a Hitler.


Esa noche, a las nueve, ocho ejércitos alemanes, con cien divisiones, recibieron la palabra clave “Dantzig”, para iniciar el ataque a las 5:30 de la madrugada.


El plan esbozado por Hitler y afinado por el general Von Manstein dividía el frente en tres sectores: norte, centro y sur. En el sector norte el general Von Bock coordinaba tres ejércitos. En términos figurados estos hacían las veces de un capote que Penetrando por el norte de Bélgica atraería a las fuerzas inglesas, francesas y belgas.


En el sector central el general Von Rundstedt coordinaba a otros cuatro ejércitos alemanes, a manera de espada que se clavaría hacia el corazón de los ejércitos aliados. En este sector se habían concentrado siete divisiones blindadas, dirigidas por radio, que avanzarían lo más rápidamente posible, eludiendo ciudades y puntos fortificados enemigos.


En el sector sur del frente el general Ritter Von Leeb, con dos ejércitos, acosaría y fijaría sobre el terreno a las tropas francesas de la Línea Maginot. Propiamente en este sector no se intentaría avanzar.


Del lado alemán había cien divisiones, aproximadamente millón y medio de soldados. Por la parte aliada había 155 divisiones, aproximadamente dos millones trescientos mil hombres. Estas cifras eran notoriamente desfavorables para Alemania e infundían serios temores a varios generales, pero Hitler confiaba en ciertas ventajas de la organización alemana, del nuevo armamento y de la acometividad de la tropa.


Este último factor imponderable comenzó a hacerse sentir desde que principió la lucha. La oficialidad y los soldados se lanzaban con resolución hacia las posiciones enemigas; ponían en la batalla un espíritu superior al simple cumplimiento forzoso de una orden. Las bajas no los paralizaban. Los tanques se mantenían intercomunicados por radio, se aproximaban lo más posible a la artillería enemiga, corriendo riesgos, pero luego abrían el fuego concentradamente y producían un efecto desquiciante en la moral del adversario.


Los 2,800 tanques alemanes eran inferiores en número a los tanques aliados, algunos de los cuales tenían mayor blindaje y mayor cañón, pero aquéllos operaban concentradamente y a mayor velocidad.


Los Stuka también se mantenían enlazados por radio con las divisiones blindadas, se picaban sobre el fuego antiaéreo hasta menos de mil metros de altura y daban la impresión desconcertante de creerse invulnerables. Pegarse al enemigo, a despecho de las bajas que eso ocasionara, para hacerle fuego preciso desde corta distancia, era la táctica general del atacante. Esto sorprendía o paralizaba a muchas unidades aliadas.


Hitler había dicho poco antes en una proclama a las tropas: "El pueblo alemán no fomenta ningún odio ni ninguna enemistad para con los pueblos británico o francés. El pueblo alemán, sin embargo, está hoy en día frente al problema de si desea vivir o sucumbir". . .


Y como los llamados de paz hechos por Hitler habían sido rechazados, la tropa se empeñó en la lucha con la determinación de la legítima defensa.


El 6to. Ejército de Von Reichenau rompió las defensas al norte de Bélgica y penetró profundamente, flanqueado o seguido por el l8vo ejército de Von Küchler que se enfrentaba al ejército holandés y por el 4to. del general Von Kluge. Los tres formaban el Grupo-de Ejércitos de Von Bock. En total llevaban 28 divisiones con 420,000 soldados. En este sector los aliados tenían amplia superioridad numérica y hacia ahí llevaron refuerzos. Supusieron erróneamente que ese era el punto crítico, impresionados por las radiodifusiones y los partes engañosos del Alto Mando alemán.


Pero, como dice el historiador inglés Lidell Hart, esa tenaza era sólo el capote de la ofensiva.


El golpe principal estaba siendo descargado, en el sector central, donde embestían el 12vo. ejército de List, el 16vo. de Von Busch, el 2do. de Von Weichs y el ejército blindado y motorizado de Von Kleist. Él jefe del grupo formado por estos cuatro ejércitos era Von Rundsted. En total estaban integrados por 44 divisiones, con 660.000 hombres.


"La tarea de acomodar esa inmensa masa de tropas en un espacio tan estrecho, de alimentarlo y, sobre todo, de moverlas, era gigantesca”, dice el general Blumentritt, del Estado Mayor de Rundsted. La infantería debería avanzar por caminos secundarios o a campo traviesa para dejar los caminos principales a las divisiones de tanques (blindadas) v a las motorizadas.


El Ejército de Von Kliest agrupaba 7 divisiones blindadas y 2 motorizadas, divididas en tres cuerpos de ejército al mando de los generales Guderian, Von Wietersseihim y Hoth. Estos formaban tres columnas y constituían la punta de lanza de la ofensiva.


Las divisiones blindadas avanzaban a su máxima velocidad, abrían una brecha y se internaban en territorio enemigo audazmente, corriendo ciertos riesgos de ser cortadas de su retaguardia y quedar copadas.


Un hecho, aparentemente pequeño ocurrió en favor del agrupamiento blindado: el mayor de zapadores Von Siota descubrió leves descubrió leves detalles en las fotografías aéreas y llego a la conclusión de que determinadas fortificaciones enemigas a lo largo del río Mosa no estaban terminadas. Su deducción fue exacta y varias divisiones aprovecharon ese punto débil para lanzarse como tromba hacia el interior de Francia.


Cuando el general Guderian había expuesto a Hitler cómo pensaba penetrar con sus tanques en las fortificaciones francesas y cruzar el río Mosa, el general Busch comentó: "¡Vaya! No creo, que llegue Usted al otro lado"... Varios de los presentes se mostraban escépticos; El General Guderian repuso: "Tampoco necesito Yo, que usted lo crea". Hitler callaba, pero finalmente autorizó a Guderian a intentar el cruce del río en la forma propuesta.


Durante el cuarto día de batalla las avanzadas de Guderian alcanzaron el río Mosa y forzaron el paso en coordinación con los Stukas que descendían hasta baja altura atacando a las posiciones francesas. El teniente coronel Balk cruzó el río en botes de goma con su Plana Mayor y su regimiento de tiradores número uno. Poco después fue visitado por el general Guderian, a quien recibieron jubilosamente gritándole: "Prohibido viajar en góndolas por el Mosa". Los oficiales jóvenes, dice Guderian, eran todavía más optimistas que el y poco antes había procurado infundirles cautela diciéndoles: "Prohibido viajar en góndolas por el Mosa". Ahora, después de haber cruzado ese poderoso obstáculo bajo el fuego enemigo, aquellos oficiales le devolvían la frase.


El general Guderian dirigió entonces un mensaje a su colega Busch, el que días antes había afirmado que tal maniobra no podía lograrse, comunicándole que ya estaba del otro lado del río. Busch le contestó en términos amigables, felicitándolo.


La noche de ese día 13 de mayo, así como todo el día siguiente, le vanguardia luchó para ampliar sus "cabezas de puente" a través del Mosa. Los franceses apreciaron entonces toda la gravedad de esa irrupción alemana y concentraron ahí su aviación y sus tanques" El regimiento de artillería alemana del coronel Von Hippel logró derribar 150 aparatos en ese día. Por su parte, la Luftwaffe lanzó 814 aviones de caza y abatió 80 adversarios. Los tanques franceses fueron rechazados. Toda la primera división blindada alemana logró pasar al otro lado del río, seguida luego por la segunda.


La disyuntiva, en ese momento, era fortificarse en espera de otro contraataque francés o girar hacia el poniente en una magna operación de envolvimiento. Guderian le pidió su opinión al comandante Wenck, de la primera división, quien repuso: "¡Tajos, no piltrafas!". Eso significaba que prefería lanzarse hacia adelante, en una arriesgada marcha rumbo a la costa francesa. Y Guderian lo apoyó en esta determinación. Comenzaba (14 de mayo) a cristalizar el plan de Hitler y de Von Manstein para cercar e varios ejércitos aliados concentrados en el sector norte.


En efecto, el agrupamiento blindado alemán viró sobre su flanco derecho y hendió todo el norte de Francia, rumbo al mar. Esta columna estaba poniendo en serio peligro sus dos flancos sin protección, pero seguía avanzando. La aviación era lo único que la protegía ocasionalmente centra los ataques de flanco. La infantería alemana se había quedado bastante atrás.

El día 15 (el sexto de la ofensiva), el Alto Mando francés se dio cuenta de que estaba sufriendo una terrible derrota.


El día 16 en la mañana el regimiento de tiradores número uno, del teniente coronel Balk, acababa de capturar el pueblo de Bouvellmont. Guderian lo siguió a fin de formarse una idea exacta de la situación: "La tropa estaba fatigadísima, puesto que desde el día 9 no habla tenido en realidad descanso alguno. Había escasez de municiones. Los hombres de primera línea dormían en sus pozos de tirador. Balk mismo, en las trincheras, contaba que habla conseguido adueñarse del pueblo en la oscuridad. Había tenido que encabezar el asalto para qua sus hombres lo siguieran. Su rostro cubierto de polvo y sus ojos ardientes atestiguaban que hablía pasado un día difícil y tenía tras de sí una noche sin sueño.Recibió, por su comportamiento en ese día, la Cruz de Caballero"... ("Recuerdos de un Soldado". - Heinz Guderian)


Guderian hizo que a todas las compañías se les diera a conocer un comunicado francés revelador de que el adversario se hallaba en serios apuros y les pidió un esfuerzo supremo, "¡Ahora ningún titubeo y ningún alto!"


La columna continuó adelante ese día 16, agotada y con los flancos descubiertos. A las 7 de la mañana del 17 el general Von Kleist tuvo temores y ordenó que la columna se detuviera. Guderian protestó, intervinieron los generales List y Von Rundstedt y al cabo de varias horas la marcha se reanudó. El 18 llegaba a San Quintín y el 19 al Somme.


Con ese avance estaban quedando cercados los ejércitos franceses 1ro, 7mo. v 9no., el ejército inglés y dos ejércitos belgas; más de novecientos mil hombres en total. El general Gamelin ordenó que la mayor parte de esos contingentes rompiera el contacto con las fuerzas alemanas de Von Bock, en el norte, y se lanzara hacia el sur para romper el cerco que iban formando los tanques de Guderian. Pero el general Gamelin fue sustituido por el general Weygand, éste aplazó dicha orden tres días y cuando quiso ponerla en ejecución ya era demasiado tarde.


Los tanques del ejército inglés se lanzaron efectivamente hacia el sur, tratando de romper el cerco, y por algunos momentos pusieron en serios apuros a la 11va. división alemana. "Causaron algún pánico dice Guderian, pero el cerco se sostuvo y avanzó más.


La vanguardia alemana avanzó tan rápidamente que sus propios aviones la bombardearon, por creer que era .el enemigo. Dos aviadores que saltaron de su avión averiado, se sorprendieron de que sus captores no eran franceses, sino compatriotas. "Los dos tripulantes viéronse pronto ante mí, dice Guderian, desagradablemente sorprendidos. Después de la penosa primera parte de la conversación (en la que fueron amonestados) fortalecí a los muchachos con una copa de champaña".


La noche del 20 de mayo la vanguardia de la 2da. división blindada alemana (el batallón Spita) llegaba hasta la costa francesa. Virtualmente el cerco terrestre sobre seis ejércitos aliados se habla cerrado.


Nunca en la historia de las armas una batalla tan grande había sido consumada en once días.


El general Guderian redactó para sus tropas una Orden del Día que decía, en parte: "Soldados del 19o. Cuerpo de Ejércitos: un recorrido de seiscientos kilómetros nos separa de la frontera del Reich. Hemos llegado a la costa del Canal y del Océano Atlántico. En este camino habéis tomado por asalto las fortificaciones belgas, pasado el Mosa y conseguido la ruptura de la Línea Maginot en Sedán, con memorables combates; conquistado el importante macizo de alturas de Somme, y después, sin pérdida de tiempo ni dejar de combatir, por San Quintín y Peronne alcanzamos el bajo Somme en Amiens y Abbeville. . . Os pedí no dormir durante 48 horas…Os sometí á amenazas de flanco y retaguardia. Nunca habéis vacilado"… Habéis cumplido con fervor todas las órdenes. Alemania está orgullosa de sus divisiones de tanques y yo soy feliz al mandaros. Pensemos con profundo respeto en nuestros camaradas caídos.- Por Alemania y por nuestro Führer Adolfo Hitler".


Del enorme cerco terrestre tendido alrededor de seis ejércitos aliados sólo quedaba una estrecha puerta de salida por mar, o sea el puerto de Dunkerque. Seis divisiones alemanas podían abalanzarse y capturarlo, pero en una dramática y muy discutida decisión, Hitler ordenó que no lo hicieran.


Halder, Jefe del Estado Mayor General, que ya se había entusiasmado, se hallaba abatido por esa disposición. Gudenian se quedó estupefacto. El general Sepp Dietrich, del "Leibstandarte Adolfo Hitler", cumplía la orden a regañadientes. Von Rundstedt declaró después: "Mientras los ingleses se embarcaban a lo largo de las playas, yo permanecía inútilmente fuera del puerto... Mis tanques y mi infantería no tenían autorización para moverse. . . La cólera de nosotros, los jefes, en aquel momento, fue indescriptible".


Sobre este punto la propaganda se ha hecho bolas dando falsas versiones (que Hitler quería cuidar los tanques o que quería que la aviación sola impidiera la escapada por Dunkerque), pero los investigadores más serios 'han aclarado hasta la saciedad que Hitler dijo que "no quería hacer arrodillarse a Inglaterra por la fuerza", que deseaba darle una oportunidad para hacer la paz, "compatible con su honor". (1)


Hitler quiso demostrarle a Inglaterra que realmente no tenía odio contra ella y dijo en el Estado Mayor que nada les exigiría a los ingleses para hacer la paz, más que le dejarán las manos libres para marchar contra la URSS.


(1) Auge y Caida del III Reich.- William L. Shirer, antinazi

Los Generales Alemanes Hablan.-Liddell Hart, historiador inglés.

La Luftwaffe.- Cajus Bekker.


Y así ocurrió la retirada de 338.226 ingleses y franceses, de lo cual Churchill se vanaglorió y anunció que continuaría la guerra. Roosevelt lo alentaba en esa actitud para salvar a la URSS.


En el gran cerco los alemanes hicieron 330.000 prisioneros y capturaron todo el equipo bélico de más de novecientos mil soldados, pues los que huyeron por Dunkerque no pudieron llevarse nada.


La ofensiva alemana que había liquidado a seis ejércitos aliados se basó en muchos momentos críticos en la fe que unos cuantos tuvieron en la victoria, fe que contagiaba o otros y los empujaba hacia adelante, abriendo así brechas para que otros más pasaran por ellas.


Un ejemplo de las acciones de ese género, en que contaba más la fe y el arrojo que las circunstancias tácticas y el armamento, fue la .captura del fuerte Eben Emael, el mayor de Europa occidental. Tenía 1,200 defensores, con una red de galerías subterráneas de 4,500 metros, rodeadas por un foso con muros de 7 metros de altura v obstáculos antitanque. Para capturar esta fortaleza el mando alemán entrenó en el mayor secreto a 85 paracaidistas, bojo pena de muerte para quien revelara cualquier dato. Sus probabilidades de victoria se basaban en la sorpresa. Ni el ejército fue informado de este plan.


En la madrugada 10 de mayo los 85 paracaidistas (Grupo Grant) fueron lanzados en planeadores hacia los tuertes de Eben Emael. En el camino dos aviones remolcadores estuvieron a punto de chocar y se desprendió un planeador, precisamente el que llevaba al teniente Witzig, comandante del grupo. Los demás siguieron adelante. La operación empezaba a pintar mal y poco después las cosas empeoraron porque el fuerte de Eben Emael estaba prevenido y ya los buscaba en el horizonte con las miras de sus ametralladoras. El comandante belga Jottrand había recibido aviso desde las 3.30 de la madrugada de que se aproximaba un ataque por aire. Cuando apareció el primer planeador, del piloto Lange, una batería de ametralladoras le hizo fuego. No se había logrado tal sorpresa.


En ese instante Lange decidió enfilar directo hacia el peligro y picó su aparato en dirección de las ametralladoras antiaéreas, cosa que desconcertó a los ametralladoristas, y en unos segundos estrelló el ala del planeador contra la batería. El fuselaje se detuvo poco más adelante y saltó el pelotón del sargento Haug, que con ráfagas de pistolas ametralladoras y con granadas de mano atacó la fortificación más próxima.


La determinación del piloto Lange, que no viró al ver que carecía del factor sorpresa, fue decisiva para que otro planeador volando sumamente bajo, descendiera ante un fortín de ametralladoras y piezas antitanque. Saltaron los soldados del sargento Wensel y arrastrándose por el suelo llegaron hasta la abertura del periscopio de una batería por la cual arrojaron una carga de dinamita.

En los dos primeros minutos del ataque fueron inutilizados diez fortines. Los zapadores recibieron en paracaídas más cargas de explosivos y poco más tarde se les unió su comandante, el teniente Witzig. La lucha continuó durante todo el día y toda la noche. A las 13.15 del día siguiente la guarnición capituló, cuando gran parte de sus fortines y galerías subterráneas habían sido dinamitadas por los atacantes.


Otros golpes parecidos se consumaron sobre tres importantes puentes del Canal Alberto y en cada una de esas operaciones participaron menos de cien hombres.


Simultáneamente, y a fin de provocar confusión entre los aliados, los alemanes lanzaron en diversos puntos 200 "paracaidistas'' que no avanzaban ni se rendían…se trataba de muñecos de paja uniformados y con armas y dispositivos automáticos para encender petardos que simulaban ruido de combate. (Esta estratagema la usaron cuatro años después los aliados en la invasión de Francia).


No hay comentarios: